En esta edición del viernes filosófico en Desde Donde Sea, Miguel Ángel Pérez Pirela ofreció una clase introductoria sobre el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955), a partir de la pregunta: ¿Hay que seguir a las masas?
 
Ortega y Gasset y sus circunstancias
 
A modo de introducción, apuntó que Ortega y Gasset inauguró un estilo de escritura filosófica caracterizada por su claridad expositiva, lo que contrastaba con el hermetismo predominante en su tiempo. Esto, indicó, en buena medida se explica porque provenía de una familia de periodistas y él mismo ejerció el periodismo durante toda su vida. 
 
En ese orden, precisó que este intelectual sostenía que «la claridad es la cortesía del filósofo» y por ello no se encerró solamente en la Filosofía, sino que usó los artículos periodísticos para estructurar un pensamiento que pudiera ser fácilmente accesible. 
 
En relación con las influencias que recibiera el pensador español, destacó que fue alumno del padre de la Fenomenología, el alemán Edmund Husserl, aunque en lugar de plegarse a la vuelta a las ideas de Kant y Hegel que predominaban en ese tiempo, planteó una respuesta diferente al racionalismo y al vitalismo, que en cierto modo navega entre las dos aguas y que puede resumirse en la frase: «Yo soy yo y mis circunstancias». 
 
Como datos biográficos, refirió que Ortega y Gasset nació en el seno de una familia burguesa, fue educado por los jesuitas y luego se licenció y doctoró en Filosofía, tras lo cual continuó su formación en distintas universidades alemanas. De vuelta en España, continuó relatando Pérez Pirela, desarrolló sus ideas republicanas y liberales, abrazó el agnosticismo y en 1914, al filo de la Primera Guerra Mundial, publicó su primera obra, Meditaciones del Quijote. 
 
En este libro, explicó el filósofo venezolano, se adelanta la hipótesis de que no existe un «yo» abstracto ajeno al mundo que lo rodea, como sostenía el racionalismo sostenido en la tradición platónica, sino que el «yo» es también ese mundo que le rodea. 
 
Así, para Ortega y Gasset, el «yo»-sujeto y el «mundo»-objeto coexisten en el ser humano, reflexión con la que se supera la discusión entre el realismo clásico y el subjetivismo moderno, dando lugar al raciovitalismo, categoría central de su pensamiento. 
 
De vuelta a los datos biográficos sobre el autor, compartió con la audiencia un audiovisual en el que se mencionan otros datos biográficos del filósofo español: entre 1916 y 1934 compiló textos y ensayos en una serie de volúmenes titulada El Espectador, también viajó a Argentina a dictar charlas y conferencias en distintas universidades, que recibieron una cálida acogida. 
 
De regreso a su natal España, combinó su prolífica labor escritural y su actividad política con el trabajo editorial, tanto en la Filosofía como en el periodismo, que fue particularmente notoria antes de la Guerra Civil Española (1936-1939), destacando entre lo publicado La Rebelión de las Masas, obra aparecida en 1930 y que le valdrá el reconocimiento internacional. 
 
La razón vital orteguiana
 
El comunicador venezolano sostuvo que para Ortega y Gasset, la vida y la razón son diferentes entre sí, pero a la vez están en continua colaboración, de manera tal que su unión es lo que denomina «razón vital», que a la vez es razón histórica, en tanto la circunstancia es la articulación de la razón vital entendida como la suma de todos los puntos de vista individuales. 
 
Esto quiere decir, puntualizó, que si la razón es el ser pensante y la vida es el mundo pensado, la realidad primera es la coexistencia entre el «yo» y el «mundo», y cada persona es, por lo tanto, un ser encarnado en una coyuntura. 
 
De lo anterior se desprende que para este pensador es central el concepto de historia, que en su juicio, se inscribe en la tradición de Georg Hegel, para quien la historia es siempre historia de la filosofía.  No en balde, acotó, Ortega y Gasset siempre estuvo involucrado en la política, lo que le valió no pocos malos entendidos. 
 
A este respecto, comentó que filósofos de derecha identificados con el régimen de Francisco Franco (1939-1975) reivindicaban sus ideas y le demandaban que no se manifestara públicamente a favor de Franco e inclusive, al momento de su deceso, el dictador trató de obtener réditos políticos y organizó una misa pública que su familia declinó, en respeto a sus creencias, pues era republicano y anticlerical. 
 
En otro orden, aseguró que se le puede considerar como uno de los precursores teóricos del europeísmo, pues aseguraba que los europeos no debían pensarse en términos del Estado Nación, sino de unidad situada y constituida a partir de su propia historia.  
 
El perspectivismo de Ortega y Gasset
 
El también director de LaIguana.TV precisó que en El Tema de Nuestro Tiempo, Ortega y Gasset ahonda en la «metafísica de la razón vital» y desarrolla un «perspectivismo» que pretende mediar entre el racionalismo y el vitalismo con base en el punto de vista, entendido este como el hecho de que la realidad radical es la vida y no una suerte de sustancia o naturaleza inherente a los seres humanos. 
 
Por ello sostendrá que no existen verdades eternas o absolutas, sino perspectivas, puntos de vista sobre la verdad –que acaba siendo valorada bajo una visión del mundo particular–, razón por la cual la individualidad de cada ser viviente no es más que una perspectiva, que un punto de vista de la realidad. 
 
Empero, advirtió Pérez Pirela, esto no implica un relativismo, del que el filósofo español será un gran crítico, puesto que, antes bien, será un entusiasta de la historia y le atribuirá a los conceptos filosóficos el carácter de instrumentos de los que dispone el ser humano para sortear la vida. 
 
No seguir al rebaño: la lección de La Rebelión de las Masas
 
En La Rebelión de las Masas (1930) –en su opinión, el libro más importante del autor–, Ortega y Gasset sostendrá que el hombre-masa, no se siente en deuda con nadie, es vulgar, prepotente, creído, sostiene que todo le es debido. 
 
En este marco, sus reflexiones sobre el hombre europeo, que cree que el Estado ha de procurarle todos sus placeres, «se siente satisfecho con su vulgaridad» e impone que se le respeten todos sus caprichos y solamente le preocupa su bienestar, por lo que es insolidario con las causas del bienestar colectivo. 
 
A partir de esto, explicó que el pensador contrasta la figura del hombre-humilde, acaso ignorante, pero es capaz de sentir malestar con su situación; con la del hombre-masa, que defiende y eleva su vulgaridad, al punto de querer ser y vivir como los otros, en el rebaño –en clara alusión a la filosofía de Friedrich Nietzsche– y se siente orgulloso de ello, por lo que no cumple con su propia vocación vital y se limita a imitar al resto. 
 
Desde su punto de vista, bajo este cristal, la filosofía de Ortega y Gasset puede considerarse libertaria, pues cuestiona a la masa, que se conforma con lo que es y quiere que una autoridad, una estructura –líder, jefe, partido– lo dirija. 
 
De otra parte, precisó que Ortega y Gasset alude a la existencia de una «minoría selecta» que sí asume obligaciones. El concepto, aclaró, no tiene nada que ver con clases sociales, pues el español calificará como aberrante la existencia de las monarquías contemporáneas, que no tienen valía en sí mismas sino que se sostienen en los réditos que aún extraen de las supuestas virtudes de sus antepasados. 
 
Así, el filósofo español dirá que la «minoría selecta» se caracteriza por pensar, por educarse, por exigirse cada vez más y se pone al servicio de un ideal superior. En contraposición, el hombre-masa, sabiéndose mediocre, se cree con derecho a mandar, lo que le llevará a sostener que «quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado», porque la masa, poder arriba de la minoría selecta, elimina a quien no se comporte como el rebaño, explicó.
 
De modo sintético, para Ortega y Gasset el hombre-masa es el parásito cínico que vive de la civilización, pero la niega y se esconde en una rebeldía que es solo apariencial. 
 
Seguidamente, compartió un video del propio Ortega y Gasset, en el que diserta sobre la falacia de la aparente plenitud que rige en la actualidad, en la que el ser humano ha perdido la capacidad de desear. Dicho sucintamente con el propio autor: «el que está satisfecho, ya no desea». 
 
De esta manera, el hombre-masa tiene una doble moral, porque amén de fundamentarse en el Estado y en la civilización, pasa por alto el arduo proceso histórico que está tras su constitución y cree de que estas son un regalo que están allí para satisfacer sus deseos, al tiempo que se pone a sí mismo y a sus intereses en el centro de la realidad.  
 
Pero, acotó, como el hombre-masa se siente superior al Estado, lo eleva al estatus de una máquina de la que vive, pero que termina aplastándolo y al hacerse extensivo el fenómeno, ocurre exactamente lo opuesto: la sociedad acaba por convertirse en sierva del Estado.
 
Para concluir, señaló que Ortega y Gasset sostiene que para superar al hombre-masa que se deja guiar por el rebaño, es necesario elevar el nivel cultural de los individuos para que no sea dirigidos desde arriba o, como diría el filósofo, para que se encuentren en la posición de no saber qué es lo que les pasa y que sea eso precisamente lo que les pasa. 
 

(LaIguana.TV)