El escándalo mundial por la confirmación de que diversos gobiernos han espiado a sus opositores, periodistas y otras personalidades mediante un programa de origen israelí fue el tema de reflexión del programa Desde Donde Sea este 21 de julio. 

Su conductor, el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela profundizó en las revelaciones que el pasado fin de semana hicieron diversos medios de comunicación con los primeros hallazgos de una investigación periodística que revela una megatrama de ciberespionaje internacional. 

El punto de partida editorial fue una ilustración de Iván Lira en la que se observa a un personaje parecido al Tío Sam, observando a un edificio vecino, con la frase “Europa se dio cuenta de que la espío”. 

Pegasus: de Israel para el mundo

El programa utilizado para esas actividades se denomina Pegasus, un software espía de nivel militar creado por NSO Group, compañía con sede en Israel. Utilizándolo, se infectaron celulares a lo largo y ancho del planeta. 

De acuerdo con la cadena estadounidense CNN en español, NSO ha otorgado la licencia de su programa a «varios gobiernos», pero entre los afectados destaca el caso de México. 

Forbidden Stories, la organización no gubernamental que dirigió la pesquisa junto con Amnistía Internacional, precisa en su portal web que en el trabajo participaron más de 80 periodistas de 17 medios de comunicación de 10 países. 

Detallan que las dos organizaciones «tuvieron acceso a una filtración de más de 50.000 registros de números de teléfono que los clientes de NSO seleccionaron para vigilancia. 

“Es decir, estamos hablando de Estados-nación que emplean el software israelí para espiar a la carta”, comentó Pérez Pirela. 

Según un análisis de estos registros realizado por Forbidden Stories y sus socios, los teléfonos de al menos 180 periodistas fueron seleccionados en 20 países por al menos 10 clientes de NSO». 

Para ampliar este punto, presentó un video del canal alemán DW en el que se califica al caso Pegasus como un escándalo de espionaje internacional.

Carmen Aristegui, célebre periodista mexicana que participó en la investigación, aseguró a CNN que el peritaje forense realizado por el laboratorio de seguridad de Amnistía Internacional dio algunos datos: 

-Se demostró que en muchos teléfonos cuyos propietarios lograron ser identificados con nombre y apellido, había rastros del programa de espionaje y en otros casos se comprobó directamente que había sido utilizado. 

-De acuerdo con esta fuente, México fue el país más afectado en este caso de espionaje masivo internacional, puesto que más de 15.000 de los teléfonos investigados se correspondían con personas residentes en esa nación. 

En la entrevista, la investigadora Aristegui –también víctima del espionaje- explica que lo hecho hasta ahora es apenas una muestra, una especie de biopsia del enorme universo de miles de números telefónicos que eran objetivos de espionaje.  

De los espiados, el de más alto perfil es el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuyas comunicaciones fueron interceptadas por las anteriores administraciones.  

En una rueda de prensa, AMLO se refirió al tema, señalando que su predecesor contrató a la empresa israelí Pegasus para espiar. “Esto se sabe en la llamada sociedad política, pero yo quiero que lo sepa todo el pueblo: que se dedicaba dinero del presupuesto para espiar a dirigentes de oposición, periodistas y muchísima gente, con equipos sofisticados para escuchar todas las llamadas telefónicas, no solo de la persona que era el blanco sino de todo su entorno. Desde luego me espiaron durante muchos años, pero también a mi esposa, mis hijos y hasta el cardiólogo que me atiende. Independientemente de eso, imaginemos cuánto costaba, cuánto dinero se destinaba al espionaje. Esto ya no se hace, no se espía a nadie, ya desapareció el llamado Cisen”, aseguró, en referencia al Centro de Investigación y Seguridad Nacional, instancia dentro del Estado mexicano que habría servido como base para estas operaciones ilegales. 

AMLO no sería el único personaje de alto nivel cuyas comunicaciones fueron escuchadas o, cuando menos, se hizo el intento de interceptarlas. 

Pérez Pirela mostró un titular de LaIguana.TV: “Escándalo: revelan que software israelí espió a decenas de políticos y periodistas”. En la nota se indican algunas cifras presentadas por la periodista Aristegui, quien también fue espiada por la administración de Enrique Peña Nieto. Ella dijo a CNN que los intentos de espionaje telefónico alcanzaron a mínimo: 

-12 jefes de Estado.

-500 diplomáticos.

-180 periodistas.

-Un número no precisado de empresarios, abogados, defensores de los derechos humanos y activistas de diversas causas. 

En 2017, la comunicadora fue una de las denunciantes de espionaje ante la Procuraduría General de la Nación. En su conversación con CNN admitió que el caso mostraba pocos avances, aunque se manifestó optimista sobre el rumbo que podía tomar el caso, una vez divulgados los detalles de la trama de espionaje internacional.  

La versión de NSO Group

Para ofrecer la visión de la empresa acusada de fabricar el programa de ciberespionaje, citó la respuesta oficial de esta compañía a CNN, en la que negó rotundamente los hallazgos de la investigación periodística coordinada por Forbidden Stories y Amnistía Internacional. 

La empresa alegó que su software tiene como objetivo «salvar vidas», al tiempo que se comprometió con avanzar su propia investigación sobre las denuncias. 

La empresa israelí destaca que su programa fue diseñado para rastrear a delincuentes y a terroristas, pero ya en 2017, el periodista Azam Ahmed habría dado un abreboca en una investigación. 

Ahmed publicó un trabajo en el diario estadounidense The New York Times en el que aseguraba que EE.UU. y presuntas víctimas de Pegasus en México desconfiaban de la investigación que adelantaba el gobierno de Peña Nieto sobre el caso. «Los funcionarios estadounidenses han rechazado las reiteradas solicitudes de México para asistir en la investigación del uso de un programa espía -que solo pueden adquirir los gobiernos- en contra de civiles, ante la preocupación de que las autoridades mexicanas quieren sumar a EE.UU. a la pesquisa para encubrir lo que sería una indagatoria simulada, según han dicho oficiales de alto rango», escribió Ahmed. 

Entre los alegatos que habrían ofrecido oficiales del FBI para poner en cuestión el interés de la administración mexicana de entonces, el diario neoyorkino precisa que, para contestar las preguntas enviadas por los responsables de la investigación en México, «apenas y era necesario un título básico de ciencias computacionales o informáticas». 

Por esta razón, los agentes gringos estimaban que «el gobierno mexicano, que operaba directamente la tecnología de vigilancia, era más que capaz de resolver el caso por sí solo, si realmente quería hacerlo». 

Esto no fue confirmado directamente por el FBI, pero parecía estar claro que «a los estadounidenses les preocupaba que los mexicanos enaltecieran su participación con la intención de darle una apariencia de credibilidad a lo que consideran una fachada». 

Las reservas del FBI relativas al compromiso del gobierno de México en investigar las denuncias de espionaje acabaron por tener asiento en la realidad. El martes 20 de julio, Santiago Nieto, director de la Unidad de Inteligencia Financiera, confirmó que entre 2012 y 2018 las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto contrataron al grupo Tech Bull para la adquisición de software de espionaje. 

El contrato era de 32 millones de dólares, desarrollado por la empresa israelí NSO Group, a la que terminó transfiriéndose los recursos, relató el funcionario en una conferencia de prensa. 

El moderador de Desde Donde Sea, puso al aire el video de esta conferencia de prensa sobre el espionaje desde 2014. En el segmento difundido, el funcionario dijo que no es el primer caso reportado en México de adquisición de malaware, pues hubo uno anterior, en la Administración de Felipe Calderón. 

Según Nieto, el grupo Tech Bull es una compañía con «características de fachada» constituida por Balam Seguridad Privada, que además habría estado implicada en actos de corrupción, pues vendió servicios a los gobiernos de Calderón y Peña Nieto muy por encima del precio de mercado. 

Comentó Pérez Pirela que entonces la ofensa es doble: “te espían utilizando recursos del Estado, utilizando los impuestos que pagas y, además, los políticos que están espiando, pagan con sobreprecio”. 

El director de la Unidad de Inteligencia Financiera destacó también que, a poco de haberse constituido, la empresa comenzó a recibir fuertes sumas de dinero «de recursos procedentes de cuentas concentradoras del gobierno federal mexicano, a partir de empresas reconocidas en el ramo de seguridad». 

Compañías como Aeronautic Ltd., y Aerocentinel Ltd., asentadas en Italia e Israel, también habrían recibido fondos de Tech Bull presuntamente justificados a partir de la adquisición de tecnología y equipos para realizar labores de inteligencia. 

La versión divulgada por el gobierno de López Obrador precisa que los contratos para adquisición de tecnología de inteligencia ascendieron a los 295 millones de dólares, de los que fueron retirados 145 millones de dólares. 

De este monto, 45 millones cayeron en manos del grupo Tech Bull y 26 millones en las de Balam Seguridad Privada, que habrían sido empleados para costear la adquisición del programa de ciberespionaje Pegasus. 

¿Aún opera Pegasus?

En este punto, el conductor del programa se preguntó si, de acuerdo a los datos disponibles, el programa de ciberespionaje sigue o no funcionando. 

“A esta hora no hay certeza de que se haya acabado el espionaje con Pegasus”, respondió y mostró otro fragmento de la entrevista de Aristegui con CNN

“Fuentes cercanas a NSO, como dicen los abogados en México ‘ni afirman ni niegan’ que Pegasus se siga usando en el país. Nos han dicho que dejaron de venderle Pegasus a varios clientes en México hace dos años, pero sobre la pregunta de si se sigue usando actualmente en México, no dieron una respuesta ni afirmativa ni negativa”, expresó Aristegui. 

Otros programas de espionaje a gran escala

El escándalo de Pegasus reactiva el debate mundial acerca del tema del espionaje generalizado en el que muchos países y gobiernos son señalados. 

En 2007, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) puso en marcha el Proyecto Prisma, que le ha permitido a Washington escuchar en secreto «más de 250 millones de comunicaciones al año e interceptar millones de llamadas». 

Gracias a este recurso, explica el medio internacional RT, distintas oficinas de la mencionada agencia pudieron solicitarle a las grandes compañías tecnológicas acceso a su big data –grandes bases de datos– bajo cualquier pretexto. 

Este proyecto se mantuvo en secreto hasta 2013, cuando el ciberactivista Edward Snowden publicó un conjunto de trabajos que se difundieron ampliamente en la opinión pública. 

Snowden hoy está refugiado en Rusia, tras una vida de persecución por parte de los organismos de inteligencia de EEUU. 

De un modo similar opera el proyecto conocido como “Los Cinco Ojos”, del que forman parte EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que se creó con el fin de compartir información entre gobiernos bajo la bandera de la «seguridad internacional». 

En el caso particular del Reino Unido, existe el programa Témpora, lanzado en 2011 con colaboración de la agencia gringa y que desde entonces ha permitido intervenir 600 millones de comunicaciones por día. También estuvo fuera del conocimiento general hasta 2013. 

En Francia, desde el 2011 está en vigor el Tratado Lustre, puesto en marcha con la cooperación de la NSA y la Alianza de los Cinco Ojos. RT asegura que hasta el presente ha logrado interceptar más de 70 millones de datos telefónicos de la ciudadanía. 

EE.UU. sigue espiando a todo el planeta

Además de apelar al espionaje para buscar presuntos enemigos o identificar potenciales amenazas, EE.UU. está familiarizado con el espionaje de «aliados» internacionales. 

Con este fin nació la Operación Dunhamemer en Dinamarca, que con colaboración con la NSA, implementó un plan de escuchas telefónicas entre 2012 y 2014 a dirigentes políticos europeos, incluyendo a la canciller alemana, Ángela Merkel. 

Este escándalo estalló en 2013 e impuso tensiones entre Washington y Berlín, al punto de que Merkel confrontó al entonces presidente Barack Obama, y tildó la situación como un «inaceptable espionaje entre amigos». 

En mayo de 2021 se hizo pública la implicación del gobierno danés en el caso. 

Según divulgaron diversos medios alemanes, tanto públicos como privados, los servicios de inteligencia de Dinamarca apoyaron a la NSA para interceptar las comunicaciones de Merkel y de su entonces ministro de Asuntos Exteriores y actual presidente de Alemania, Walter Steinmeier. 

La práctica de espionaje «amigo» no es nueva para la Casa Blanca, pues sucesivos trabajos periodísticos mostraron evidencia de que Copenhague estaría cooperando con la NSA desde la década de 1990, para espiar no solo a líderes alemanes, sino también de Suecia y de Noruega. 

Es claro que, aunque desde hace varios años, EE.UU. y algunos de sus aliados occidentales han estado implicados en denuncias de espionaje masivo a sus ciudadanos, hasta la fecha no se les ha impuesto ninguna sanción por su conducta. 

El argumento habitualmente usado es que los estados no espían a ninguna persona en particular, pero suele dejarse de lado que existe la tecnología para procesar grandes volúmenes de datos. 

Con estos análisis pueden elaborarse perfiles y segmentaciones de interés que pueden facilitar el trabajo de espionaje de las agencias de inteligencia, sin que las personas estén al tanto de tales movimientos. 

“¿Y la democracia dónde quedó? ¿Y el derecho a la privacidad dónde quedó? –se preguntó Pérez Pirela-. Una vez más en este programa colocamos en el tapete la doble moral, el doble rasero que existe en ese mundo. Países que bombardean a otros en nombre de la democracia, se permiten vulnerar de esta forma los derechos de sus ciudadanos y sus dirigentes”. 

Espionaje a activistas

Sobre el espionaje a activistas de diversas causas sociales, un representante de Forbidden Stories dijo a DW que en la lista de afectados y potenciales afectados del ciberespionaje a través de Pegasus se encontraban defensores de derechos humanos y periodistas. Incluso, aseguró que Pegasus estaba relacionado con el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. 

En el video del medio alemán se señala que NSO jura que su programa solo se usa para perseguir terroristas y criminales y niega relación alguna con el caso Khashoggi. 

La periodista mexicana Aristegui también reveló a CNN que entre los posibles afectados se encontraban líderes magisteriales y personas relacionadas con el caso Ayotzinapa, del estado de Guerrero, en el que la policía local está sindicada de desaparecer forzosamente a 43 estudiantes de la Escuela Rural de Ayotzinapa. 

Como se denunció intensamente, esto ocurrió entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, en un conjunto de incidentes en que resultaron asesinadas al menos nueve personas y 27 más resultaron heridas, incluyendo periodistas y civiles. 

La larga cola de Pegasus y la complicidad de Israel

Pérez Pirela ofreció a la audiencia una traducción y análisis exclusivo de LaIguana.TV a partir del artículo original en inglés de The New York Times sobre el polémico tema. 

El más reciente escándalo de ciberespionaje internacional volvió a poner en el centro de la palestra a NSO Group, la compañía israelí que desarrolló y es responsable de la comercialización de Pegasus. 

Pegasus es el programa espía que se usó para intervenir o intentar intervenir los teléfonos inteligentes de miles de políticos, periodistas, defensores de los derechos humanos, activistas y disidentes, de acuerdo con la investigación de Forbidden Stories. 

En un trabajo realizado para The New York Times, Ronen Bergman y Patrick Kingsley, recuerdan que ya desde 2016, NSO ha estado bajo escrutinio debido a las denuncias de que su software habría sido usado para espiar a periodistas y políticos de México y Arabia Saudí, entre otros muchos países. 

Los más recientes hallazgos dejan ver que en realidad Pegasus habría sido usado para intentar acceder irregularmente cuando menos a «37 teléfonos inteligentes propiedad de periodistas de países que incluyen Azerbaiyán, Francia, Hungría, India y Marruecos». 

Otra fuente familiarizada con el caso dijo al diario estadounidense que «los sistemas de NSO se vendieron a los gobiernos de Azerbaiyán, Bahrein, India, México, Marruecos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos». 

El gobierno de Israel también ha tenido que hacer frente a estos señalamientos, pues se le sindica de permitir que una compañía asentada en su territorio hiciera negocios con lo que algunos llaman «regímenes autoritarios» y les vendiera Pegasus para usarlo más allá de los fines oficialmente declarados. 

Bergman y Kingsley refieren que «la oficina del primer ministro israelí se negó a comentar, y el Ministerio de Defensa israelí dijo que no se le había dado tiempo suficiente para responder a una solicitud de comentarios». 

Previamente ese despacho aseguró que «revocaría las licencias de exportación otorgadas a cualquier empresa israelí que vendiera software que infringiera los términos de la licencia, especialmente después de cualquier violación de los derechos humanos». 

La declaración no resulta superficial, cuando, según reportes aparecidos en The Washington Post y el propio The New York Times, «Israel permitió a NSO hacer negocios con el régimen de Arabia Saudí y lo alentó a seguir haciéndolo incluso después de que el gobierno saudita estuviera implicado en el asesinato en 2018 de un periodista y disidente saudí Jamal Khashoggi». 

La compañía, por su parte, desestimó los hallazgos de la investigación, negó cualquier implicación con los hechos y amenazó con contrademandar a las organizaciones responsables. «Negamos firmemente las acusaciones falsas hechas en su informe. Sus fuentes les han proporcionado información que no tiene base fáctica, como lo demuestra la falta de documentación de respaldo para muchas de sus afirmaciones”, reza parte de un comunicado en que también amenazaron con demandar por difamación. 

Shalev Hulio, director ejecutivo de NSO Group también negó que Pegasus fuera usado para rastrear las comunicaciones de políticos, activistas, periodistas y académicos no vinculados con el mundo criminal o con actividades terroristas.  

«Insistimos encarecidamente en que estas [personas] no son objetivos de Pegasus, o seleccionadas como objetivos de Pegasus, o potenciales objetivos de Pegasus. Esto no tiene relación con ningún cliente nuestro ni con la tecnología de NSO», dijo Hulio a The Financial Times

El directivo también desmintió que NSO sea usada por el gobierno de Israel como herramienta para definir su política exterior, asegurando que los accionistas «son fondos privados del Reino Unido», a pesar de que existe evidencia de lo opuesto. 

Por un lado, la compañía requiere de autorización gubernamental para operar y, por otro, en 2019 sus representantes legales alegaron en un pleito que la divulgación de su lista de clientes «perjudicaría significativamente las relaciones exteriores del Estado». 

En el mundo periodístico, se extiende la preocupación sobre el ciberespionaje. Muchos periodistas no se sienten a salvo del largo brazo de sus gobiernos o de cualquier otra persona que tenga acceso a tecnología de cibervigilancia. 

Aunque para comunicarse con sus fuentes utilicen servicios de mensajería que prometen cifrar los mensajes de extremo a extremo, como Whatsapp o Signal, la amenaza existe. A todos nos están espiando. 

La consecuencia de esto, señala el diario neoyorquino, es que al carecer de «comunicaciones libres de vigilancia, los periodistas ya no podrán contactar a las fuentes sin temor a exponerlos a represalias del gobierno. Y los activistas de derechos no podrán comunicarse libremente con las víctimas de abusos dirigidos por el Estado». 

Interacción

En los minutos finales del programa, Pérez Pirela consultó a la audiencia acerca de si en sus respectivos países se ha dado información sobre este escándalo de ciberespionaje. Una usuaria de México contestó que, pese a ser uno de los países más afectados, solo se divulgó el tema porque el presidente López Obrador habló de ello. 

En general, las preocupaciones del público giraron en torno a la generalización del espionaje, especialmente a través de los teléfonos celulares. Una persona recomendó hacer la siguiente prueba: hablar cerca del teléfono sobre algún gusto o preferencia particular y constatar cómo, de inmediato, comienza a llegar publicidad y propaganda en torno a ese producto o servicio.  

“La amenaza del espionaje la tenemos en las manos”, coincidió el moderador con los participantes, y dijo que la única forma de estar a salvo es no tener celular o tomar medidas aparentemente paranoicas como envolverlo en papel de aluminio, apagarlo, quitarle la batería y el chip y colocarlos en la nevera. 

Camila Pérez, desde Uruguay, aseguró que en su país se está usando el programa Pegasus. Ella hizo un ensayo para demostrar cómo es espiada: buscó en la web cómo hacer una bomba casera y de inmediato “en 72 horas me cayó en casa la policía de Delitos Informáticos y me confiscaron el equipo”. 

Otro usuario acotó que Edward Snowden ha advertido que incluso si restringen el uso de Pegasus en un país, se puede autoinfectar un dispositivo y seguir espiando a partir de ahí” 

La usuaria MonicaO recomendó usar el motor DuckDuckGo  para hacer búsquedas más seguras. 

(LaIguana.TV)