“A partir de su experiencia inhumana, Paul Ricoeur nos plantea una filosofía humanística”, expresó Miguel Ángel Pérez Pirela, al analizar la vida y obra de este pensador francés, en un nuevo Viernes de filosofía, la edición especial del programa Desde donde sea para este día de la semana.

Fue la última emisión antes de un breve receso de tres semanas.

“Vamos a terminar esta temporada de Desde Donde Sea con filosofía contemporánea francesa, luego de haber dedicado las anteriores dos clases a los españoles José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno. Se trata de Paul Ricoeur, que es un salto a la interpretación, un puente muy interesante entre la fenomenología de Edmund Husserl y la hermenéutica. Esto va a ayudar a caracterizar la llamada filosofía continental europea a partir de los años 70 del siglo pasado”, expuso.

“Paul Ricoeur teje el puente entre una fenomenología alemana, que tuvo grandísima influencia en toda la filosofía del 1900 y la hermenéutica. Es una puerta de entrada a la filosofía contemporánea de interpretación, de signos y símbolos. Fue un hombre de su época, a caballo entre las dos guerras mundiales, pasa por la segunda mitad del siglo XX y termina interesado en la filosofía analítica; acompañó todo el siglo XX y su filosofía trata de desmarcarse del pensamiento racionalista cartesiano que prácticamente desencarnó al ser humano y lo redujo a una mente que piensa –enfatizó-. Ricoeur le da carne y sufrimiento al hombre y se interesa mucho en el tema del mal”.

Ese contacto con el mal no fue teórico. Estuvo en un campo de concentración nazi como prisionero de guerra tras haber peleado en la Segunda Guerra Mundial como soldado francés,  y en ese período es que traduce el libro Ideas I de Edmund Husserl. Lo hizo solo con un lápiz, escribiendo en los espacios en blanco entre las líneas la versión francesa de la obra de este filósofo alemán, mientras en los márgenes puso sus anotaciones. Este libro, después de la guerra, fue publicado en Francia.

Colocó al aire un primer video con aspectos biográficos de Ricoeur:

“El 28 de julio de 1814, el imperio austrohúngaro declaraba la guerra a Serbia, iniciando así la Primera Guerra Mundial y, para muchos historiadores, iniciando de facto, el siglo XX. Unos meses antes había nacido Ricoeur, pensador francés que uniría su devenir biográfico a los de su centuria. Su padre murió en la Gran Guerra y él mismo pasó por los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo presente en todos los eventos del siglo, como el nacimiento de la Unión Europea, las convulsiones de 1968, la caída del Muro de Berlín y hasta el nacimiento de un nuevo orden mundial tras los atentados del 11 de septiembre, considerado el fin del siglo XX”.

Ricoeur dice de sí mismo: “Represento a la filosofía reflexiva que encuentra su desarrollo contemporáneo en la fenomenología, de la cual surge la reciente hermenéutica”.

Un segundo video agrega más elementos de la vida del filósofo galo:

Estudio en la Universidad de Rennes hasta 1933 y luego, al año siguiente, en la Sorbona donde descubrió la fenomenología de Edmond Husserl y participó en las actividades que organizaba Gabriel Marcel.

Habla el doctor en filosofía Aníbal Fornari, quien dice que Marcel fue el gran maestro de Ricoeur, especialmente por las tertulias de los viernes, momentos grandes de aprendizaje donde cada uno era invitado no a repetir discursos que ya sabía, sino a enfrentarse con problemas concretos para la existencia humana y tratar de aportar una exposición fenomenológica del problema, una descripción, y luego una reflexión sobre el sentido de esa experiencia”.

Recordemos que Husserl tuvo una gran influencia, pero Gabriel Marcel fue una especie de padre intelectual pues lo hizo superar la metodología cuadriculada de la fenomenología, que planteaba el epojé o epokhé que consiste en colocar entre paréntesis el fenómeno que se quiere estudiar, dejando de lado todo el resto de la realidad. Marcel le da una variante existencialista, bajando hacia la tierra, hacia el sufrimiento del individuo en cuanto tal esta fenomenología. Sutilmente logró mezclar estos dos enfoques.

Un tercer contenido audiovisual indica que “la respuesta de Ricoeur a la histeria de su tiempo siempre fue mesurada y de carácter profundamente humanista. Tal vez por eso le costó hacerse un espacio entre los filósofos contemporáneos. Ha sido mucho tiempo después cuando el análisis sereno de su pensamiento permite atisbar las verdaderas cotas de este”.

“Es así y es lo que vamos a tratar de hacer”, comentó Pérez Pirela y procedió a explicar qué se entiende por filosofía reflexiva (término utilizado por Ricoeur para autodefinirse). Esta comienza con Sócrates y aquel polémico “solo sé que no se nada”. Con él nace la vocación de conocimiento de sí mismo. Para Ricoeur debería ser la labor fundamental de todo filósofo. De esa misma línea surgen Descartes y Kant. “El peligro está en que a Ricoeur no le cuadra la dogmatización del conócete a ti mismo porque esto trae como consecuencia el estancamiento de la conciencia sobre sí mismo. Puede llevar al desvarío de pensar que somos solo conciencia de nosotros mismos y, por ende, olvidar el entorno, el espacio-tiempo, la otredad”, aseveró.

Siempre planteó que el hombre no es una isla, un solitario separado del resto, sino un zoon politikon, un ser de contexto. “Ese elemento de la otredad es clave en su pensamiento. Tenemos que estructurar nuestro pensamiento en un contexto en el que la otredad es fundamental”, dijo el moderador.

Según Ricoeur, se puede exorcizar el peligro a partir de la fenomenología con el tema de la intencionalidad. De hecho, la primera parte del pensamiento de Ricoeur es tributario de Husserl. Conoce su obra en el campo de concentración y luego profundiza en su lectura. Encuentra nociones fundamentales como epokhé y el de reducción. Más que conceptos son métodos fenomenológicos.

Para explicar la evolución del pensamiento de Ricoeur, se colocó en pantalla otro video en el cual el profesor Tomás Domingo Moratalla dice que el pensador francés es un fenomenólogo que intenta hacer en el campo de la acción, del movimiento e, incluso, de lo político algo parecido a lo que había hecho Merleau-Ponty en el campo de la percepción, y Husserl con los objetos. Ricoeur intenta llevar a cabo una fenomenología de la acción. Su primera gran obra se va a llamar precisamente Lo voluntario y lo involuntario, una filosofía de la acción. El problema que va a encontrar es que determinados temas son de muy difícil abordaje desde la fenomenología, como lo son los problemas de la libertad, del mal, de la culpa y de la muerte. Es muy difícil desde un ángulo puramente racional, como es el método de la fenomenología. Por eso va a variar su enfoque hacia la hermenéutica, la interpretación”.

Pérez Pirela indicó que Ricoeur recibió su doctorado con la traducción del libro Ideas I y con su libro sobre la voluntad, en el que aborda de forma directa la distinción entre lo voluntario y lo involuntario.

De la inhumanidad a la filosofía humanística

Precisó que uno de los temas que más inquietó a Ricoeur fue el del mal en el ser humano, producto de su propia historia: su madre murió al darlo a luz y la familia nunca quiso hablarle de ella; su padre murió en la Primera Guerra Mundial y él debió combatir en la Segunda, por lo que fue hecho prisionero y llevado a campos de concentración. “Tuvo una relación muy cercana con el mal y por eso quiere investigar cuáles son los mecanismos de este. El método fenomenológico no es suficiente y por eso encuentra el híbrido entre ese método y el de la hermenéutica”, acotó.

“¿Qué es el epojé o epokhé, el instrumento que Ricoeur saca de la filosofía de Husserl? –se pregunta el expositor-. Es un método que consiste en suspender el juicio sobre el fenómeno estudiado o colocarlo entre paréntesis para descubrir en todas sus posibilidades dicho fenómeno. No se intenta solo aislar así las doctrinas o doxas sobre la realidad, sino también la realidad misma. Ricouer emplea este recurso, pero entiende que no basta para entender algunos conceptos como el mal o la ética”.

También explicó en qué consiste la hermenéutica. “Quiere decir interpretación porque Ricouer se da cuenta de que soy mucho más de lo que creo saber de mí; y llegó más allá de lo que creo que soy. En la Filosofía de la voluntad hay una gran preocupación por el tema del mal, por la inhumanidad.  A partir de su experiencia inhumana plantea una filosofía humanista”.

En este punto surge su interés por lo simbólico. “Ricoeur dice que los seres humanos no logramos expresar el mal de forma directa. Cuando hablamos de él, siempre lo hacemos de forma simbólica, a partir de gestos, de mitos; mediamos el mal para expresarlo. Esto lo hacemos a través de algo que dice más de lo que en sí se dice. Para Ricoeur esto es el símbolo. Por los caminos verdes, diríamos en Venezuela. Se dicen de forma indirecta, con lenguajes quebrados, como son los lenguajes simbólicos. Esa intuición le hace decir a Ricoeur que debe sumar la hermenéutica y es así como pasa al estudio de los mitos (que hablan del mal sin hablar del mal) y al estudio de la simbólica el mal. El símbolo libera el sentido y va más allá del relato literal y eso hace parte de la identidad. Comienza a abrir las compuertas al pensamiento freudiano”.

Insertó un material audiovisual con el doctor en filosofía Aníbal Fornari, quien señala que la modernidad de basó en una noción cartesiana del yo, como si el yo fuera transparente inmediatamente a sí mismo. En cambio, el yo humano, el yo carnal, el yo encarnado que él aprende de Gabriel Marcel, es opaco para sí mismo. Tiene una frase que me encanta: ‘soy inconmensurablemente más de lo que sé de mí’, es decir, que soy insondable para mí mismo. Aunque tengo la certeza de que soy y existo, como Descartes, pero ¿quién soy? No lo sé en su totalidad por la insondabilidad que se manifiesta a través de la dimensión del inconsciente y que él va a llamar una arqueología del sujeto”.

La identidad narrativa

Pérez Pirela señaló que esta reflexión hace surgir otro Ricoeur que considera, por ejemplo, que la comprensión de un texto es más que nada la comprensión de sí mismo ante ese texto, no tanto del autor.

Fue precursor de las corrientes interpretativas de la década los 70. Aborda el problema del lenguaje como discurso. Reconoce los aportes de la lingüística moderna, pero insiste en la necesidad de buscar las raíces en la tradición platónica y aristotélica. Reflexiona sobre la magnitud de los cambios que afectan al discurso cuando es escrito, no hablado. Profundiza en la fijación, el código, el oyente, las críticas y las alabanzas a las escrituras.

El propio Ricoeur, en una entrevista en TV, dice que siempre queda una pregunta sin respuesta, referida a la identidad narrativa. “Sostengo que la identidad de una persona o una comunidad es la historia que se cuenta en sí misma o que otros cuentan de ella. Por eso, ese trabajo que tiene casi mil páginas da pie al siguiente libro que se llama ‘Sé tú mismo como los demás’  porque la idea de que tengo otro yo que vive en mí mismo y que reconozco a través de ese otro es el relato el que ha llevado a ese descubrimiento sobre mí mismo”.

El moderador encuentra en las palabras del filósofo estudiado aspectos resaltantes. “El primero de ellos es que para conocerme a mí mismo debo reconocer que dentro de mí hay una otredad. El ser humano es complejo y yo no soy solo la concepción que tengo de mí ni la que otros tienen de mí. Sucede lo mismo con el texto. Para poder analizar un texto de forma hermenéutica, interpretativa, no tengo que ponerme a buscar los elementos psicológicos y éticos que caracterizaron al escritor que lo elaboró. Si se trata de un clásico, lo normal es que el autor esté muerto, pero sea o no ese el caso, siempre debe considerarse al autor como fallecido y su texto como póstumo. La clave es que al momento de interpretarlo, me hago parte del texto, le doy algo de mí y así el texto es interpretable en la relación que tiene conmigo”.

Dice Ricouer que con el discurso escrito, la intención del autor y el sentido de texto dejan de coincidir. En la medida en que no está disponible para ser interrogado, el autor se vuelve una dimensión menor del texto. Es al lector a quien le concierne la apropiación del sentido del texto, la hermenéutica comienza donde termina el diálogo.

Ricoeur trata las dos actitudes que pueden asumirse al abordar el lenguaje como trabajo: la explicación y la comprensión, que forman una compleja dialéctica en un proceso interpretativo inacabado. Al proceso cognitivo llegaremos por la vía de la interpretación, es decir, de la hermenéutica.

Un video profundiza en este punto. El profesor de Filosofía Pablo Corona se pregunta qué es lo que ocurre cuando un lector lee un texto. Y responde con otras interrogantes: “¿Se busca descubrir lo que el autor quiso decir, sus intenciones ocultas, lo que implicaría un acceso a su psicología para reconstruir el proceso creador? Según Ricoeur no. De lo que se trata es de considerar al autor como muerto y al libro como póstumo. El autor ya no está allí, solo existe el texto, que tiene su propio mundo, libera un sentido propio y el lector va al encuentro de ese mundo del texto desde su propio mundo. Por eso Ricoeur dice que comprender un texto es comprenderse ante el texto”.

Pérez Pirela aporta que “de esta manera, Ricoeur acaba con la visión del lector como ente pasivo y del texto como algo acabado y muerto porque renace una y otra vez, con cada interpretación”.

Sobre la filosofía de la sospecha

Ricoeur tildó a Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud como los filósofos de la sospecha, acuñando así su frase con más pegada.

En un video histórico, Ricoeur dice que vivimos un momento cultural en el cual “no podemos no existir bajo el régimen de esta sospecha”. Entonces, hemos aprendido con Marx, Nietzsche y Freud, la famosa trilogía o trinidad.

Explicó Pérez Pirela que estos tres personajes tienen en común haber hecho planteamientos con el objetivo de cambiar el mundo. La Revolución Industrial había llevado a las ciudades a millones de personas para convertirlas en proletarios;  colocó al obrero en una situación infrahumana y nos abrió los ojos sobre lo injusto que puede ser el mundo. “Y yo diría que industrializó también el mal porque antes de la industrialización no era posible desparramar el mal sobre millones de personas en poco tiempo. Marx quiso crear un mundo de seres libres e iguales. Para Marx, la religión es el opio del pueblo y el grito de dolor del animal herido. A nosotros nos quieren drogar con opio. No quiero hablar mal de la Olimpíadas, pero también es un opio que nos hace olvidar la pobreza, la desigualdad, la exclusión”.

En el caso de Nietzsche, planteaba que la moral del siglo XIX estaba llevando al mundo a la animalidad y propone al superhombre como alternativa. Sostiene que Dios ha muerto, entendiendo a Dios como el dios cristiano, que es la expresión del resentimiento y de tristes valores negadores de la vida. Nietzsche habla de una gran política, cuyo objetivo no es la gestión, en el sentido habitual del término, sino de una exigencia aristocrática en el sentido griego del término (entendida como gobierno de los virtuosos).

Freud plantea una visión nueva del ser humano y su razón. Expresa que la psique humana no es racional sino inconsciente y basada en pulsiones internas.Para Freud, la religión no es otra cosa que una ilusión de un mundo protegido y seguro que nos lleva a crear la imagen de una figura paterna, que es una expresión de la impotencia de los humanos para decidir por sí mismos y un foco de represión de la sexualidad.

Los tres tienen en común la sospecha frente a este mundo de mal y así fue como los caracterizó Ricoeur.

Los aportes de Ricoeur

¿Cuáles han sido los aportes fundamentales del pensador analizado a la filosofía contemporánea? Responde, en un video, Marié France Begué, doctora en Filosofía:

“Creo que Ricoeur ha propuesto, ha ofrecido al siglo XX conceptos clave para pensar, como por ejemplo, el símbolo da qué pensar, la metáfora viva, la paradoja entre diferentes temporalidades, la distinción entre mismidad e ipseidad, la distinción y entre ética y moral. Son conceptos muy fecundos porque eran pensamientos que estaban como estancados en una aporía tan tensionada, como la muerte del sujeto. Él decía que entre la humillación del sujeto por Nietzsche y su exaltación por Descartes hay que encontrar una vía media”.

Al morir, Ricoeur deja muchos libros, y la experiencia de las clases impartidas en Alemania, Suiza, Francia y Estados Unidos. “Tuve la grandísima oportunidad y el grandísimo honor de asistir a una clase de Ricoeur, junto a mi amigo Emilio La Peruta, coproductor de este programa. Hablamos con tanta pasión porque filósofos como Ricoeur, John Rawls, Jürgen Habermas, Robert Nozcik fueron nuestros profesores y eso es una oportunidad sin igual”.

Presentó un material audiovisual acerca de la partida física de Ricouer, quien murió el 20 de mayo de 2005. “A lo largo de su vida desplegó una gran capacidad de diálogo con todos los sectores y corrientes del pensamiento contemporáneo, así como con el gran depósito de sabiduría que recibe en los relatos míticos, en las manifestaciones literarias y en las tradiciones de las diferentes culturas y pueblos. Para él, la Filosofía siempre ha de ser un diálogo abierto y no una mera doctrina”, dice el locutor del video.

Pérez Pirela coincidió con este punto de vista: la Filosofía no es dogma. “Cuando les vengan a vender los dogmas intelectuales, mándenlos al carajo. O cuando la mediática venga a venderles grandes figuras deportivas, políticas o religiosas que no piensan, mándenlos al carajo. La Filosofía es diálogo y pensamiento, pero pensamiento encarnado, no pensamiento abstracto cartesiano. En estos tiempos en los cuales, cualquiera se vuelve  una figura pública, de ascendencia, es que nos están vendiendo opio para no pensar. En muchos casos, la política, la religión y hasta el deporte son opio”.

Receso hasta septiembre

Se despidió en nombre del equipo de Desde donde sea y LaIguana.TV para comenzar un receso de tres semanas. “Lo hago con una gran paz espiritual y mental  porque dejamos el canal Youtube con más de un millón de visitas; porque cumplimos la palabra de darles una clase de Filosofía todos los viernes, a pesar de ser el día que estamos más cansados; porque LaIguana.TV es el medio de comunicación (no solo portal de información) número uno en Venezuela, y eso no es poca cosa; y porque logramos el gran objetivo de ser un programa internacional, pues casi 80% de quienes nos ven están fuera de Venezuela. Sobre todo, me voy en paz porque ustedes están satisfechos y nos han demostrado que vamos por buen camino. En un momento tan duro como la pandemia, hemos instituido una comunidad de pensamiento y de sentimiento, de seres sentipensantes, como diría el gran Galeano, tomando toda la tradición del altiplano indígena boliviano”.

Agradeció a los miembros del equipo, Eczoida, Nailé, Emilio, Yusbely, Rita, Johan y a los maestros Iván Lira (artista plástico)  y Manuel Barrios (saxofonista, compositor y profesor de música), así como a su hijo y otros familiares, que siempre están presentes, aunque en silencio. “Todo esto cuesta mucho trabajo y mucho tiempo, pero lo hacemos con amor por Venezuela, por la Patria Grande, por Nuestra América  y por la humanidad  toda”.

El programa Desde donde sea volverá al aire el lunes 6 de septiembre.

(LaIguana.TV)