«La hago a pequeños pedazos y, si quieres, también la llevo a Guastalla (municipio de la región de Emilia-Romaña), la tiramos allí porque así no va bien… Ella hace demasiadas cosas… Se pone pantalones… Nada que ver con la mujer musulmana». Este es el contenido escalofriante de parte de la declaración realizada al juez por el hermano de Saman Abbas, la paquistaní de 18 años asesinada por su familia al rebelarse a un matrimonio concertado por sus padres, Shabbar, 46 años, y Nazia Shaheen, 47.

Los medios italianos relatan hoy la macabra historia, rodeada de misterio durante cuatro meses, pues de la joven no hay rastro desde el 30 de abril. El hermano, de 16 años, reveló a los investigadores que, para planificar el crimen, el día anterior a la desaparición de la joven se realizó una «reunión familiar» en el domicilio de los Abbas, una casa de labranza agrícola de Novellara, en Emilia-Romaña, a unos diez kilómetros de Guastalla.

Para el juez, el móvil del asesinato se arraiga en la religión y en la tradición de la familia paquistaní, que no consintió el rechazo de la joven al matrimonio combinado con un pariente que vivía en Pakistán, cuando ella tenía un novio coetáneo de la misma nacionalidad residente en Italia. El juez ha escrito sobre el móvil del asesinato: «Hay una relación terrible entre los preceptos religiosos y los dictados de la tradición local, que obligan a los miembros del clan a una observancia brutal, ciega y absolutamente acrítica sobre el feminicidio».

En el texto de la investigación se incluye un informe de las Naciones Unidas –elaborado con datos de las ONG– sobre los asesinatos «por honor», el «kala kali», en Punjab, la región de donde proceden los Abbas, con la práctica de un terrible e increíble ritual: los cuerpos de las mujeres asesinadas por rechazar un matrimonio organizado por la familia son «arrojados a los ríos o enterrados en cementerios especiales ocultos».

Violenta reacción familiar

Meses antes de su asesinato, la joven Samas Abbas se había marchado de casa al recibir malos tratos y estuvo en un centro protegido durante un breve periodo. A los carabineros les contó las violencias que sufrió: «Desde el primer momento que supe que la intención de mis padres era casarme con mi primo, dije que no lo quería, era demasiado grande para mí. Las reacciones de mi padre –agregó Saman– fueron violentas a nivel físico. Me golpeaba. Una vez, me arrojó un cuchillo y no me alcanzó, pero sí llegó a mi hermano que tenía 15 años y le hirió la mano. También me golpeaba porque yo deseaba ir a la escuela, pero él no quería».

Cinco son las personas investigadas por el asesinato: los padres, que huyeron a Pakistán pocos días después del crimen, un tío y dos primos. Solo uno de ellos, Ikram Ijaz, 29 años, fue detenido en Francia y extraditado a Italia. Tras sus declaraciones a los investigadores, el juez ha escrito sobre Ikram Ijaz: «Se puso fría y fielmente al servicio de un asesino feroz, movido por la tradición cultural y religiosa que él mismo comparte».

«Asesino feroz»

Ese «asesino feroz» que describe el juez es Danish Hasnain, de 33 años. En la historia aterradora contada por el hermano de la joven Saman, su tío, Danish Hasnain, fue el autor material del crimen: «El tío la mató estrangulándola; me pidió que no dijera nada a los carabineros y amenazó con matarme si decía algo. Pensé matarlo mientras dormía, teniendo en cuenta lo que había hecho. Pero después consideré que yo habría acabado en la cárcel y que era mejor que intervinieran los carabineros», confesó el adolescente, que hoy sigue en un centro protegido. Hasnain Danish es conocido como un islamista fundamentalista y violento, capaz de aterrorizar a la familia Abbas.

Las investigaciones para encontrar el cuerpo de la joven nunca se han suspendido. Durante meses los carabineros rastrearon palmo a palmo la finca donde trabajaban los hombres del clan pakistaní, con drones, geoescáners y perros. Ahora, tras conocer el macabro ritual del asesinato «por honor», los investigadores se preguntan si la joven puso ser arrojada al cercano río Po.

(ABC)