Tras veinte años de una desigual guerra, bajo la excusa de la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos abandona derrotado Afganistán y deja un legado nefasto: el país destruido física y moralmente; los talibanes de nuevo en pleno ejercicio del poder (y ahora con las armas más modernas a su disposición); y el complejo industrial militar del capitalismo con las arcas llenas de dinero.

Este es el balance de Miguel Ángel Pérez Pirela, tras pasar revista en su programa, Desde donde sea, a lo ocurrido en las últimas semanas en el país asiático, invadido en 2001 por EE.UU. y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), luego de los atentados contra las torres gemelas de Nueva York.

La investigación periodística comenzó con la presentación de una caricatura de Iván Lira, en la que el Tío Sam aparece en el diván de un psicoanalista parecido a Sigmund Freud. El paciente pregunta: “Si yo represento la única superpotencia ¿por qué todos me derrotan?”, y el psiquiatra responde: “Usted sufre de superimpotencia”.

A continuación  presentó una nota del portal  LaIguana.TV, titulada “La guerra en Afganistán es una mentira”: el revelador discurso de este eurodiputado. En ella se indica que el europarlamentario irlandés Mick Wallace, durante su más reciente intervención ante la Cámara, criticó el papel que han venido desarrollando EE.UU. y la Unión Europea (UE) en la actual crisis en Afganistán. “La guerra en Afganistán es una mentira”, señaló.

“La última guerra de 20 años en Afganistán es una mentira. Los líderes estadounidenses mintieron a su pueblo. Los estadounidenses gastaron más de 2,2 billones de dólares y más de 2 billones fueron a contratistas privados”, destacó el parlamentario.

Wallace, en este sentido, indicó que EE.UU. y la UE utilizaron la guerra en dicha nación como una forma de canalizar el dinero de los contribuyentes hacia entidades privadas.

El parlamentario destacó que, desde el año 2001, antes de que los talibanes tomaran el poder, el número de afganos que viven en la pobreza en Afganistán se ha duplicado. Recalcó que un tercio de estos no tiene alimentos, la mitad no tiene agua potable y dos tercios no tienen electricidad.

Para complementar, mostró el video de la intervención de Wallace, en el que ofreció estadísticas sobre la situación de las mujeres en el país antes de que EE.UU. favoreciera el derrocamiento del gobierno laico e impusiera el régimen de los muyahidines: altos porcentajes del estudiantado universitario, el personal médico y docente eran mujeres, mientras bajo el dominio talibán la población femenina está segregada y solo una ínfima porción puede completar estudios.

Señaló que la UE no puede fingir que no sabía lo que estaba pasando ni tampoco excusarse diciendo que se hizo lo posible, pues la verdad es evidente.

Pérez Pirela comentó al respecto que ciertamente es muy difícil de explicar que las potencias capitalistas hayan gastado esta cantidad para dejar al país en una situación igual o peor de la que tenía antes de la invasión. “¿Será que gastaron el dinero en armas y no en el bienestar de la gente?”, preguntó.

El ascenso del talibán
Explorando en los antecedentes del tema, leyó materiales que señalan que en 2001, Afganistán estaba gobernado por el talibán, movimiento caracterizado por una interpretación y aplicación ultraortodoxa de la Ley Islámica o Sharía.

En su territorio, a decir del gobierno de George W. Bush, operaba Al Qaeda, organización terrorista que tiene como objetivo el establecimiento de un orden mundial basado en el islam por medio de la yihad o guerra santa, que se atribuyó los ataques del 11 de septiembre.

Estos eventos fueron usados por la administración Bush para declarar la así llamada “guerra contra el terrorismo”, que inicialmente se planteó como objetivos la desarticulación de Al Qaeda y la supuesta liberación del pueblo afgano del régimen talibán. 

Aunque este argumento era cierto, también era verdad que sus principales líderes, incluido Osama Bin Laden, a quien Washington acusó de planificar los atentados, procedían de arabia saudí, una teocracia aliada que no fue públicamente cuestionada, a pesar de la proximidad de la familia real con la familia Bin Laden.

“Estamos a veinte años y es un buen momento para realizar un análisis sobre este tema que no tiene nada que ver con lo que se pinta –acotó el moderador del programa-.  Ahora se fueron y lo único que dejaron fueron armas de última generación para la misma gente que supuestamente estaban combatiendo”.

Muy ilustrativo de esta versión de la historia es un reportaje del canal alemán DW sobre el inicio de la guerra en Afganistán. El trabajo comienza con imágenes del 11-S como punto de partida de la guerra. Muestra las declaraciones de George W. Bush diciendo que EE.UU. castigará a los responsables de los atentados y rememora que apenas un mes después  de los sucesos se iniciaron los ataques de EE.UU. con el apoyo de la UE en contra de Afganistán. “Los combates terminaron en pocos meses, pero luego la guerra contra el terrorismo se convirtió en un comodín para justificar un amplio abanico de políticas, incluyendo la Ley Patriota para autorizar la mayor vigilancia del Estado a los ciudadanos. Se produjeron detenciones y torturas de prisioneros en Guantánamo, donde algunos siguen a la espera de un juicio justo después de 20 años”, indica el reportaje.

Pérez Pirela señaló que es conveniente revisar la historia para entender lo que está pasando ahora en Afganistán, más allá de las manipuladas versiones mediáticas.

El régimen talibán es heredero directo de los muyahidines  –literalmente, personas que hacen la yihad o guerra santa–,  milicias armadas, entrenadas y financiadas por Estados Unidos durante la década de 1980 para hacer frente al ejército soviético, asentado en el país desde 1979 a petición del gobierno afgano de entonces, alineado ideológicamente con Moscú. 

En esta confrontación, muy propia de la Guerra Fría, la Casa Blanca se aprovechó de la resistencia a los valores occidentales que ofrecían los musulmanes ligados a las escuelas religiosas islámicas para intervenir por vía interpuesta en un tercer país. 

Una década más tarde, tras la retirada de la Unión Soviética, la inestabilidad política se agudizó y el país quedó sumido en una guerra civil.

Esta fase del conflicto se prolongó hasta el 28 de abril de 1992, cuando las milicias guerrilleras asaltaron la capital y depusieron al muy debilitado gobierno de Abdul Rahim Hatef, instalado apenas 12 días antes.

Una vez agotado el propósito común, que era el derrocamiento del gobierno socialista, las diferencias entre los grupos guerrilleros se hicieron inevitables y con ello, la guerra civil pasó a una fase de enfrentamientos internos en los que se impuso el talibán. 

Su oferta fue mejor acogida que otras por ser de orden y paz, dos banderas difíciles de rechazar tras más de 15 años de guerra continuada, miles de muertos y millones de refugiados, así como pobreza y devastación generalizadas. 

Entre 1996 y 2001, el grupo gobernó como una teocracia extremista, sin que ello estuviera en el foco de la «comunidad internacional» hasta los atentados ocurridos en suelo estadounidense.

Otro video de DW  muestra cómo EE.UU., luego de haber sido pieza clave en el avance talibán, usó el 11-S no solo para justificar la guerra de Afganistán sino también la de Irak. 

“Fue parte de la excusa para invadir Irak en 2003. En pocos años la opinión pública se volcó contra EE.UU. El Estado Islámico se fortaleció y desarrolló el terrorismo en diversos lugares del planeta. Barack Obama anunció el retorno de las tropas, pero pasaron siete años antes de que el último avión militar despegara de Afganistán. El balance deja cientos de miles de muertos, numerosos conflictos en el mundo y un objetivo no cumplido porque los talibanes volvieron al poder”, señala el material periodístico.

Con el ingreso del ejército de ocupación de la OTAN encabezado por EE.UU., el régimen talibán colapsó en pocas semanas y en diciembre de 2001, las milicias abandonaron las principales ciudades y se internaron en el país.

Del otro lado, en 2004 se instaló formalmente un gobierno venido de las filas de los muyahidines, pero afín a occidente, que encabezaba el país desde la caída del régimen talibán. 

Imágenes de RT recuerdan declaraciones de Bush en las que decía que el talibán era uno de los regímenes más brutales de la historia moderna y aseguraba que estaba llegando a su fin con la intervención de EE.UU.

“Siempre me han llamado la atención estas pantomimas, el talento que tienen los presidentes de EE.UU. para decir mentiras. En este caso, se ve  al alcohólico Bush hablando con cara de actor de Hollywood. Un irresponsable, una persona muy limitada intelectualmente, pero un consumado actor -dijo Pérez Pirela-. Afganistán no tuvo nada que ver con el atentado. Los países que sí tuvieron que ver fueron protegidos por EE.UU.”

El establecimiento de un gobierno apoyado por los invasores no significó el fin de la guerra y tampoco se tradujo en un fortalecimiento del Estado afgano, pues las autoridades de Kabul nunca fueron capaces de controlar completamente el territorio, a pesar de contar con contingentes estadounidenses y europeos de élite en el terreno. 

En entrevista con DW soldados veteranos de esa guerra (del lado estadounidense y europeo) explican por qué triunfó el talibán.

Uno de los declarantes revela que empezó temprano a  tener dudas sobre si la presencia militar estadounidense podría sostenerse a largo plazo, debido a las exigencias de recursos, suministros y logística. Para los veteranos era claro que los talibanes tenían el tiempo de su lado porque les decían a los invasores “ustedes tienen los relojes, nosotros el tiempo”. Al final, según otro de los entrevistados, lo único que pudieron hacer las tropas de EE.UU. y la OTAN fue huir para ponerse a salvo.

Veteranos alemanes explican la conquista talibán señalando que los guerrilleros eran capaces de luchar durante días en climas bajo cero, calzados apenas con sandalias, algo muy difícil de emular para soldados con una formación moderna. Estos hombres del ejército alemán creen que tanto  este como la OTAN subestimaron las capacidades de los talibanes y su influencia. “El tiempo ganado no fue bien aprovechado por los políticos. Estamos en el mismo lugar que hace 20 años, me gustaría que los políticos nos explicaran por que estuvimos en Afganistán. La OTAN se retira y los talibanes están de regreso”, expresó uno de los entrevistados.

Rüidiger Hesse, quien sirvió en Afganistán como oficial de reconocimiento, observó a los talibanes en la primera línea del frente y dijo que tenían una ventaja insuperable: eran invisibles para nosotros. ¿Cómo podríamos  reconocerlos? No podía ser solo por la barba. Estaban excelentemente entrenados. Fabricar bombas-trampa no es algo que hayan aprendido de una mezquita de una aldea de montaña. Por eso la OTAN no pudo someterlos, pese a su superior equipamiento militar”.

El talibán después de 2001
Citó un trabajo fechado en agosto de 2020, suscrito por Mijib Mashal, corresponsal sénior de The New York Times en Kabul, en el que se afirma que «después de 2001, los talibanes se reorganizaron como una red descentralizada de combatientes y comandantes de bajo nivel con el poder de reclutar y reunir recursos de manera local mientras que los líderes de alto nivel seguían refugiados en Pakistán, el país vecino».

Según dijo el ex alto funcionario afgano Timor Sharan al diario neoyorquino, este nivel de descentralización les permitía a los comandantes de distrito movilizar recursos y prepararse logísticamente.  

Además, precisa Mashal, este viraje fue fundamental para que el talibán se instalara como una especie de «gobierno en la sombra» en aquellos territorios bajo su control.

Asumieron el rol de autoridades de facto, particularmente en lo relativo a la resolución de conflictos y la administración de servicios públicos. 

Según el Times, en 2020 el grupo tendría «entre 50.000 y 60.000 combatientes activos y decenas de miles de facilitadores y hombres armados de medio tiempo”.

Las numerosas pérdidas humanas que dejaron casi 20 años de guerra, estimadas por la Universidad de Brown (EE.UU.) en más de 208.000, un tercio de ellas pertenecientes a los talibanes, no ha sido impedimento para que el grupo reponga rápidamente a los caídos.

The New York Times asegura que los reclutamientos de hombres jóvenes nunca se detuvieron.

Los nuevos combatientes, indican, eran captados en las mezquitas o madrasas, procedían de los campos de refugiados afganos en Pakistán o se alistaban voluntariamente, alentados por el fervor religioso y sus propias familias. 

Un reportaje de DW  explica cómo operan los talibanes en el campo de batalla. 

 “Cuando tomamos un pueblo, ocupamos la mezquita para dormir. Lo primero que hacemos es cerrar las escuelas porque siguen el plan de estudio del gobierno afgano. Las destruimos y despedimos a todos los profesores y el resto del personal. Luego las reemplazamos por nuestras escuelas religiosas que siguen nuestros programas para formar más talibanes”, dice un vocero.

Kabul cae y los talibanes regresan al poder
El 15 de agosto de 2021, ante la mirada estupefacta de todo el mundo, fuerzas del talibán arribaron a Kabul tras contraofensiva ejecutada en apenas 10 días, pero largamente cebada. 

Si bien es verdad que las autoridades regulares consiguieron tener algún control territorial por breves períodos, también lo es que buena parte del país estuvo en disputa, lo que a la larga, favoreció a la insurgencia.  

DW, en otro despacho,  muestra testimonio de combatiente, quien dice que en todo Afganistán, la guerrilla fundamentalista está recuperando su influencia y llevando a cabo numerosos ataques, sobre todo cerca de las grandes ciudades. “Esperamos refuerzos, estamos cercando la provincia de Herat y esperando que nos den la orden para tomar la ciudad”.

Tampoco ayudó la debilidad de las fuerzas armadas afganas, estructuralmente atravesadas por corrupciones, deserciones y bajo número, que ni siquiera el entrenamiento recibido durante años de soldados de la Alianza Atlántica ni la inversión mil millonaria por parte de Estados Unidos en armas y pertrechos militares, pudo corregir. 

Otro video de RT señala que la promesa que sí se cumplió fue la de grandes ganancias para los fabricantes de armas, pues cifras estratosféricas fueron destinadas a gasto militar, incluyendo equipamiento para el ejército afgano, que no pudo contener el avance talibán. Una cantidad de armas que serían la envidia de varios otros países terminaron en manos de los talibanes, aunque antes de irse, los militares estadounidenses intentaron destruir algunas.

En abril de 2021, corresponsales de BBC Mundo se adentraron en territorio talibán. Según ellos, no era demasiado difícil llegar hasta allí. En general, describían que «el gobierno controla las ciudades y los pueblos principales, pero el talibán los rodea, con una amplia presencia en el campo».

Según la visión del moderador de Desde donde sea, la paciencia fue fundamental para la victoria talibana.

Ciertamente, muchos analistas indican que el talibán esperó pacientemente a que EE.UU., que había reducido drásticamente su presencia militar en el país, acabara por retirar a la mayor parte de los 4.000 soldados que le quedaban, antes de emprender la operación final. 

Al producirse el abandono del espacio invadido, miles de civiles abarrotaron el aeropuerto de Kabul, que se convirtió en el foco del caos. Dantescas imágenes de personas colgando de aviones, estampidas y otros relatos de horror, llenaron los titulares de medios y noticieros en todo el orbe, mientras la Organización de las Naciones Unidas exhortaba a los talibanes a respetar los derechos humanos.

Presentó un trabajo audiovisual de DW al respecto en el que se informa que  al menos dos explosiones se registraron  en el terminal aéreo y que, según el Pentágono, hubo estadounidenses entre las víctimas. Al Jazeera, citando fuentes talibanas, dijo que al menos once personas murieron y decenas resultaron heridas, incluyendo extranjeros y guardias talibanes. CNN dijo que, según fuentes militares de EE.UU., fue un atentado suicida. Miles de afganos y extranjeros han permanecido por días tratando de escapar de los talibanes.

Incapaz de reconocer su fracaso, el presidente estadounidense, Joe Biden, aseguró públicamente que el objetivo «nunca fue crear una democracia unificada y centralizada», sino prevenir «un ataque terrorista en suelo estadounidense». 

Biden, pese a todas las evidencias en contrario, insistió en calificar el fin de la guerra, la más larga librada por su país, como «un éxito extraordinario» y subrayó el rol de su gobierno en desalojar suelo afgano antes del 30 de agosto.

“¡Qué triste!”, comentó Pérez Pirela.

Apoyado en un material de RT, presentó la cronología de la caída de Kabul, que comienza con la ofensiva talibán expandida después del anuncio estadounidense de su retirada, en abril. Un mapa mostraba ya el dominio de los talibanes sobre casi todo el territorio de la ciudad, y el escaso dominio que ejercía el gobierno. Indica que luego de la toma de la ciudad de Zaranj por el grupo insurgente se produjo un efecto dominó   

La ONU ha alertado que casi dos décadas de guerra dejaron a Afganistán al borde de una tragedia humanitaria sin precedentes, donde el hambre, la violencia, los desplazamientos forzados y las violaciones a los derechos humanos parecen ser el único destino posible. 

Un reporte de RT registra críticas a EE.UU. tras su retiro de Afganistán, dejando 60 mil civiles fallecidos y miles de militares de ambos países. La ONU advierte que quedan cientos de miles de desplazados, en riesgo de morir de hambre, mientras los que sobrevivan tendrán que enfrentar la represión y la inseguridad.  

El presidente ruso, Vladímir Putin, indicó que dos décadas de intervención estadounidense en Afganistán solamente se tradujeron en desgracias y en tragedias para el pueblo afgano. “Este tema está en boca de todos en este momento. Probablemente vía televisión e internet todos saben lo que está ocurriendo cerca de nosotros. Desde hace 20 años, las tropas de EE.UU. estaban presentes en ese territorio, tratando de ‘civilizar’ a la población local, sin ofender a nadie. De hecho, implantaron sus normas de vida y formas de organización política”, reseñó RT.   

China también cuestionó la retirada estadounidense de Afganistán, calificando las acciones de Washington como «irresponsables» y asegurando que las incursiones militares e injerencias en terceros países solamente empeoran la situación. 

Presentó titular de LaIguana.TV: Fueron acciones «irresponsables»: China confronta a EE.UU. por Afganistán y lanza esta advertencia. 

El texto dice: China advirtió a Estados Unidos que las injerencias en los asuntos internos de otros países e intervenciones militares no le llevarán a ninguna parte.

Por su parte, la cancillera alemana, Ángela Merkel, había instado a occidente a reflexionar sobre el fracaso en Afganistán. «Ahora no hay una amenaza terrorista proveniente de Afganistán. Pero la misión era más amplia, queríamos una vida más libre y mejor para todos, especialmente para las mujeres y las niñas. Eso no lo hemos conseguido», dijo Merkel en un acto de campaña a fines de agosto.   

Nuevamente, mediante un reportaje de DW recordó como Obama anunció el retiro de las tropas siete años atrás  y pidió fijarse en quién aplaude de pie la medida que nunca se cumplió durante ese período: el actual presidente Biden.

En ese momento, en 2014, Obama anunció que comenzaba el retiro y que al año siguiente la guerra habría acabado. Pero aún faltaban siete años más para que eso ocurriera. “Ningún otro grupo terrorista ha logrado ejecutar una atentado comparable al del 11 de septiembre, pero el precio ha sido muy alto. El balance deja cientos de miles de muertos, numerosos conflictos en el mundo y un objetivo no cumplido porque los talibanes volvieron al poder”, se afirma en el video alemán.

“No se logró absolutamente nada, salvo hacer más millonarios a los que ya eran millonarios”, agregó Pérez Pirela, quien aportó algunos datos sobre la situación de la nación asiática.

Solamente atendiendo al acceso a la educación, el Banco Mundial reseñaba en 2017 que 39% de las niñas asistía a la escuela secundaria, frente al 6% que lo hacía en 2003. Sin embargo, Unicef advierte que los derechos de la niñez siguen estando en peligro. Se estima que unos 3,7 millones de infantes están fuera de las escuelas, 60% de los cuales son niñas. 

Una nota de LaIguana.TV lo recoge dramáticamente en su título: Situación en Afganistán: unos 10 millones de niños necesitan ayuda humanitaria.

En el texto se indica que las estimaciones más recientes de Unicef indican que un millón de niños sufrirán desnutrición aguda grave en el transcurso de este año y podrían morir sin tratamiento. 

Según un vocero talibán que declara en el ya referido video de DW, las niñas sí pueden estudiar y llegar a tener profesiones universitarias. Sin embargo, en ese mismo trabajo se afirma que lo más seguro es que muy pocas lo consigan. Cerca de 80% de la población es analfabeta y las pocas mujeres diplomadas provienen de las grandes ciudades y trabajan en centros de salud.

La infraestructura tecnológica también es precaria. Apenas el 22% tiene acceso a internet y 4,4 millones usan las redes sociales, si bien el 69% posee un teléfono celular. 

Una encuesta de Gallup de 2019 encontró que 6 de cada 10 afganos tenían problemas para adquirir sus alimentos. 

Por otra parte, el cultivo de amapola destinado a la producción de opio y heroína se ha convertido en el eje económico de buena parte de las zonas rurales y en fuente de financiamiento para el talibán, que pecha con impuestos a los cultivadores. 

“Por acá, Diógenes (un destacado usuario del programa)  dice algo que puede ser el resumen de este análisis: el gran ganador fue el complejo industrial-militar de EE.UU. Yo estoy de acuerdo”, expresó el conductor del espacio.

El Emirato Islámico de Afganistán y las mujeres
Luego de reconquistar el poder, los talibanes pusieron fin a la república islámica de Afganistán, vigente desde 2004, y anunciaron la creación de un Emirato Islámico, lo que implica esencialmente la implementación de un estado donde ley y religión –islam– no están separados. Se trata de una teocracia. 

En términos prácticos, esto significa que dejarán de funcionar buena parte las instituciones basadas en la democracia liberal occidental y el régimen de gobierno se soportará en las instituciones que no contravengan la Sharía. 

Los talibanes, en procura del reconocimiento internacional, intentan mostrar al mundo una posición menos retrógrada que la exhibida en el pasado, sin que ello signifique la renuncia entera a sus preceptos fundamentalistas. 

Su retoma del poder ha escalado las tensiones en el país asiático y desde el 16 de agosto, ciudadanos afganos se han volcado a las calles para protestar. 

Presentó un muy breve video, tomado de la cuenta Twitter del periodista Ahmad Muktar, que muestra a mujeres han protagonizado marchas en la capital  en defensa de sus derechos adquiridos, que el recién instalado gobierno podría borrar rápidamente de un plumazo. 

Cosas tan elementales como acudir a la escuela, salir a la calle sin necesidad de un acompañante masculino, recibir atención médica o vestir prendas distintas de una burka, podrían quedar enterradas en el pasado. 

Otra nota de LaIguana.TV presenta en fotos cómo era y cómo es la vida de las mujeres antes y después de la guerra en Afganistán. Las gráficas correspondientes a los tiempos del gobierno laico (antes de 1979) muestran a las mujeres con vestimenta occidental, en salones de clase mixtos. En las que pertenecen al período de los gobiernos talibanes y de otros conservadores se les ve completamente cubiertas y separadas de los hombres en los espacios docentes.

 El 12 de septiembre, el gobierno talibán anunció que si bien no se impedirá a las mujeres asistir a universidades, se impondrá el uso de hiyab –velo que cubre la cabeza y el pecho–, las clases se impartirán segregadas por sexo y se hará una revisión de los programas impartidos hasta ahora. 

Ya antes de este nuevo gobierno talibán, las cosas no eran sencillas para las mujeres. Los conservadores islámicos aseguraban que bajo ciertas condiciones, era perfectamente válido matar mujeres. 

Así, cantantes, modelos o presentadoras de televisión, eran víctimas frecuentes de ataques y amenazas de muerte por parte de hombres, sin que el gobierno apoyado por los invasores estadounidenses y europeos hiciera nada al respecto.

Un video de RT muestra el peligro de ser mujer en Afganistán, con el testimonio de una dama que dice que nunca muestra su rostro en la calle porque no quiere atraer demasiada atención. También reseñan cómo los partidarios del talibán piden a muerte para actrices y cantantes y para cualquiera que apoye la democracia occidental.

La cantante Aryana Sayeed contó que participó en un programa de entretenimiento y luego de eso, dos mulás le lavaron el cerebro a la gente para que estuvieran en su contra durante el Ramadán. Uno de ellos dijo que “quien le corte la cabeza y la traiga aquí, irá al cielo”.

Los mulás justifican la conducta misógina, alegando que la «alta cultura islámica lo permite». 

Uno de ellos dice que a Ariana Sayeed se le puede asesinar por haber salido vestida de esa forma en televisión. “¿Por qué lo hace, acaso no entiende la ley de dios y sus admoniciones o no se considera musulmana? Es una pecadora que viola las leyes sagradas. Desde mi punto de vista, y el de muchos teólogos, personas como ella son las más abominables y detestables, por lo que se puede derramar su sangre”.

Para Pérez Pirela, es una vergüenza que estos supuestos teólogos expongan de esa manera sus ideas machistas.

La mayor parte de las mujeres afganas carece del estatus de celebridad de la cantante Sayeed y no pueden escapar a ninguna parte.

El régimen talibán anunció la sustitución del Ministerio de Asuntos para la Mujer por el de la Virtud y el Vicio, responsable en el pasado de vigilar policialmente a los ciudadanos y de señalar a quienes no cumplían con la Sharía. 

“Queda en evidencia que el legado de veinte años de invasión gringa no tiene nada que ver con la democracia, los derechos humanos ni con los derechos de las mujeres”, enfatizó el presentador. 

Cerró el análisis con otra ilustración de Iván Lira, mezclando realidades geoestratégicas, en la que uno de los personajes dice: “Los talibanes desgobiernan a sangre y fuego”, y el otro añade: “Igual que el tal Iván Duque ese”.

En esta emisión del programa, Pérez Pirela estuvo acompañado por el pintor  zuliano Francisco Verde, sobre quien expresó: “Es un gran honor para nosotros tenerlo acá. Es uno de los venezolanos que quedarán inscritos en la historia nacional. Se acordarán de mí”.

(LaIguana.TV)