William Izarra era una de esas voces que claman en el desierto. Mientras buena parte de la estructura del Partido Socialista Unido de Venezuela estaba envuelta en las cuestiones pragmáticas (la burocracia estatal, las campañas electorales, la controversia superficial con la oposición), él se sumergía en las profundidades de la ideología y se desvelaba por las fallas en la formación política de esa gigantesca organización política. 

No es un detalle anecdótico que hasta las últimas horas de su vida estuvo bregando en la organización de uno de sus cursos de socialismo bolivariano, previsto para arrancar el 30 de septiembre. Esos cursos eran una iniciativa suya en la que volcaba toda su formación doctrinaria y su alto nivel académico (era egresado en Educación de la Universidad Central de Venezuela, magister en Educación por la Universidad de Harvard, con estudios de doctorado en Ciencias del Desarrollo del Centro de Estudios del Desarrollo, Cendes). Y también ponía en esas actividades didácticas su rigor de viejo militar de carrera. 

La desaparición física de Izarra ocurre en medio de una campaña electoral y a pocos días de la muerte de otro gran faro ideológico del bolivarianismo, el general en jefe Jacinto Pérez Arcay.  

Crítico desde adentro

Izarra era una referencia inapelable cuando se trataba de buscar una voz capaz de reflexionar críticamente dentro de la Revolución. Por eso puede equiparse a la figura bíblica de Juan el Bautista, clamando en el desierto. Su grito era básicamente una alerta contra los extravíos doctrinales. 

No era una voz cómoda para muchos, pero nunca se le pudo acusar de deslealtad ni de tener un proyecto personal de poder. Ni siquiera el triste mutis de su hijo, Andrés, del escenario gubernamental logró menoscabar su imagen de revolucionario a carta cabal. 

Era incómodo porque tenía la capacidad de analizar fríamente las situaciones objetivas y advertir sobre graves riesgos, mientras otros andaban celebrando victorias. 

Como muestra, basta rememorar sus palabras (en entrevista exclusiva para LaIguana.TV) el 7 de diciembre de 2020, tras el resultado de las elecciones parlamentarias. Izarra fue uno de los pocos en subrayar que la votación del PSUV registró un declive, el cual le atribuyó -tal era su más acendrada convicción- a las fallas en la formación ideológica. 

La nota publicada ese día lo retrata ampliamente. Dijo entonces que la disminución en el caudal de votos que se verificó el 6D, así como en episodios puntuales anteriores, son reflejo de la debilidad en la conciencia revolucionaria, fenómeno al que calificó como una “exponencial negativa”.  

“La ausencia del dominio de la teoría revolucionaria y dentro de esta, los conceptos del socialismo bolivariano como idea, inciden de manera negativa en la generación de conocimientos, energía y disposición de lucha para lograr inquebrantablemente la meta de la Revolución Bolivariana como lo es el cambio de estructura”, expresó. 

¿Por qué Izarra hablaba de declive en el fragor de la celebración de una gran victoria del PSUV? Pues, porque había venido estudiando el comportamiento del electorado chavista desde el referendo de la fallida reforma constitucional en 2007 y había concluido que la falta de consistencia doctrinaria fue la causa de esa derrota y de otra sumamente grave, la de las elecciones parlamentarias de 2015, así como de la baja sustancial en la votación revolucionaria en diciembre de 2020. 

El expiloto militar evaluó como positivo el resultado práctico de las elecciones parlamentarias, que implicaron la retoma de la AN por el PSUV, pero advirtió sobre la necesidad de una revisión profunda en el plano de la formación ideológica.  

Estas fueron sus palabras en ese momento: 

“Sin dudas, todo actor revolucionario debe sentir alegría por la recuperación de la AN. Los resultados de ayer estimulan la lucha por seguir en la búsqueda de la Revolución; y continuar en la prédica del cambio de estructura para avanzaren la sustitución del sistema capitalista por el sistema socialista. Sin embargo, utilizando cifras parciales del lunes 07 de diciembre, resalta que cuando se compara el caudal de votos con los obtenidos por el presidente Nicolás Maduro en mayo de 2018 para su reelección presidencial (sin entrar en especificidades de la coyuntura 2020), notaremos que de 6.2 millones (2018) se bajó a 3.5 millones de votos (2020). Esto significa que dejaron de votar por el chavismo 2.7 millones de personas (32.9%)”. 

Como solución estructural a este problema, Izarra planteó entonces trabajar en una mayor difusión de los contenidos teóricos conceptuales del socialismo bolivariano. También consideró necesario “homogenizar la conceptualización teórica de las categorías del socialismo bolivariano y estimular el estudio y la investigación para crear nuevos elementos teóricos que le sirvan de sustento”. 

Añadió que “la acción concreta de la meta del socialismo bolivariano no debe desviarse de su objetivo de cambiar la estructura capitalista y transformarla por el socialismo” y recalcó que existen en la Revolución Bolivariana vicios como el clientelismo y el usufructo del poder que tienen que ser erradicados, para detener la desaceleración de la Revolución. 

“Los resultados numéricos de este domingo, además de reafirmar mi hipótesis, se suman a la acumulación de datos del estudio que se inicia en el 2007. En este sentido, alerto a las autoridades que van a concebir las líneas de acción de la nueva AN; y a los mismos diputados para que de manera personal ilustren sus conocimientos y obtengan métodos que les permitan crear, en la nueva AN, un colectivo revolucionario de diputados dispuestos a profundizar la teoría y los métodos del socialismo bolivariano. Esto con la finalidad de aplicarlos durante el lapso de su vigencia como legisladores (2021-2026) y así impedir que siga el incremento de la exponencial negativa y por lo tanto la desaceleración de la Revolución Bolivariana”, enfatizó William Izarra en diciembre de 2020. 

Su voz, pese a haberse apagado en el plano físico, sigue clamando en el desierto. 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)