La “prensa libre” (pagada por Estados Unidos y otros países del norte del mundo) ha celebrado ruidosamente la peculiar “extradición” de Álex Saab. La ha presentado al mundo como una prueba de buena praxis periodística.

En realidad, lo que ha quedado demostrado es que el aparato mediático global está cumpliendo una de las funciones más deplorables entre las varias que tiene asignadas: la de legitimar las medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas «sanciones») y los bloqueos que el gobierno de Estados Unidos y sus satélites europeos les imponen a terceros países que se niegan a obedecer los designios imperiales. 

El traslado de Saab desde Cabo Verde a no prueba nada. Es una profecía autocumplida que puede analizarse paso a paso:

– Un puñado de factores políticos y mediáticos financiados por el Departamento de Estado, la CIA y otras agencias gubernamentales o corporativas, montaron una campaña diciendo que es un delincuente porque “burló” las sanciones de EE.UU.

– EEUU le abrió un juicio extraterritorial, solicitó la detención ilegalmente, luego la extradición (sin tratado bilateral) y ahora lo ha llevado a la fuerza a su territorio (no es casual que sea a Miami y no a otra ciudad de EE.UU.)

– Por el solo hecho de tenerlo ahora detenido bajo el poder directo de EE.UU. los medios consideran probados los delitos, incluso antes de que se le someta a un juicio interno en EE.UU. en el que no cabe esperar ninguna imparcialidad.

– Los factores políticos y mediáticos sostienen la matriz de que se hizo justicia y de que fueron sus “investigaciones independientes” las que lograron la hazaña.

En particular, el mensaje de los medios globales es legitimador de EE.UU. como policía y juez internacional, una función autoasignada.

Al celebrar esta cuestionable extradición como un triunfo de la justicia, se refuerza la tesis de que las «sanciones» de EEUU son la ley, la norma válida del derecho internacional e, incluso, el imperativo moral, mientras las acciones que realice un país, una empresa o un particular para evadirlas son delictivas y sujetas a persecución judicial y a condena moral.

En un artículo reciente, en este mismo medio se señalaba que el caso de la detención de Alex Saab en Cabo Verde y el empeño de extraditarlo a Estados Unidos dejan en claro el papel que el aparato mediático capitalista cumple, de cara a la opinión general, como legitimador de las medidas coercitivas unilaterales y los bloqueos y, a la vez, como criminalizador de quien se niegue a cumplir tales mandatos. Al concretarse el paso de la “extradición”, esto queda más que ratificado.

En estos empeños confluyen los grandes medios de comunicación convencionales de EEUU, Europa y Latinoamérica, así como los órganos de nuevo cuño, principalmente portales digitales o marcas personales de influencers de redes sociales y youtubers, muchos de estos –de manera abierta u oculta- financiados por agencias del gobierno sancionador.

El mensaje unificado de medios convencionales y nuevos apunta a establecer como verdad fáctica que EEUU tiene la facultad y el derecho de castigar a otros países (y a empresas, organizaciones y particulares) cuando estén en desacuerdo con sus políticas públicas o con el tipo de gobierno que tienen. No importa que ese derecho no exista, que la élite dominante de EEUU se lo haya arrogado. Los medios dan como un hecho que se trata de leyes de obligatoria observancia global.

(LaIguana.TV)