Los golpes de Estado ya no son acciones cuartelarias, sino un abanico de opciones sofisticadas, advertía en 2016 el dirigente político David Nieves, quien acaba de fallecer a la edad de 81 años. 

En una entrevista concedida a LaIguana.TV a propósito de los 40 años del asesinato del líder de la Liga Socialista, Jorge Rodríguez (padre), esbozó este criterio que luego fue confirmado reiteradamente por los hechos: las guarimbas de 2017; el boicot a las elecciones presidenciales de 2018 y el intento de magnicidio de ese año; la autoproclamación, el intento de invasión «humanitaria», el sabotaje eléctrico y el intento de golpe de 2019; la fracasada invasión mercenaria de 2020, la “Fiesta de Caracas” de 2021 y, a lo largo de todo el período, el bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales. 

A raíz de su partida física, ofrecemos extractos de la referida entrevista en la que Nieves reconstruyó el contexto en el que se dio a conocer como dirigente político y el proceso histórico hasta el tiempo actual. 

Liberado por el pueblo con votos

Un día de 1979, David Nieves estaba jugando una partida de futbolito en el Cuartel San Carlos con otros presos políticos, cuando se le acercó el jefe de Seguridad, un oficial de apellido Montilla y le dijo: “¡David, estás en libertad!”. Nieves respondió: “Déjate de tonterías, que estoy perdiendo 2 a 1”.  Luego llegaron los compañeros que habían visto la información por televisión a decirle que sí, que estaba libre.  

A Nieves fue el pueblo el que lo sacó de prisión a punta de votos. Estaba privado de libertad por el caso del secuestro del industrial estadounidense Williams Frank Niehous, y el partido Liga Socialista lo postuló como candidato a diputado. Al resultar electo y luego de una controversia jurídica entre el Consejo Supremo Electoral, el Consejo de Guerra Permanente de Caracas y la Corte Marcial (su juicio cursaba por tribunales militares) fue liberado por gozar de inmunidad parlamentaria. 

Nieves se vio implicado en el secuestro de Niehous, pero siguió negando cualquier participación en ello hasta sus últimos días. En aquel entonces era militante de la Organización de Revolucionarios, ala clandestina de la Liga Socialista que se mantenía en la lucha armada, ya derrotada a sangre y fuego en la década de los 60. 

«En las luchas revolucionarias uno establece un saldo de cada acción política. Si desarrollas una táctica, eso debe culminar en un resultado en el campo de la organización, en algo que quede. Fue así como surgió la Liga Socialista. Ese partido fue el saldo de una táctica que pusimos en marcha los que veníamos de la lucha armada del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), la táctica del voto nulo. Nosotros nos dimos cuenta de que era un error llamar al pueblo a que se abstuviera, a que no votara, en un momento en el cual todo el mundo votaba. No tenía sentido, era una torpeza. Concluimos en que debíamos llamar al pueblo a tomar, el día de las votaciones, una acción distinta a la abstención y por eso lo convocamos a votar nulo. Eso tuvo mucha pegada en el seno del pueblo, incluso hasta el maestro Billo lanzó una canción sobre la tecla nula. Logramos organizar muchos comités de promoción del voto nulo en toda Venezuela. Pero después de las elecciones (de 1973) ya no tenía sentido hablar de voto nulo, había que dar otro paso para los cinco años sin elecciones. Lo que hicimos fue convertir esos votos nulos en un partido que se llamó la Liga Socialista. Al mismo tiempo, muchos de los que estábamos en ese proyecto seguíamos nadando en el mundo de la subversión, no habíamos asimilado del todo la derrota que nos había dado la derecha. Creíamos que había que tener dos modelos de organización: una clandestina, que se llamó la Organización de Revolucionarios, OR, y un movimiento legal que era la Liga Socialista. Yo tenía mis vínculos con la OR, y Jorge Rodríguez era el secretario general de la Liga Socialista. Ya nosotros nos habíamos conocido, en los tiempos del MIR y en la Universidad Central, aunque yo no era universitario. Jorge era el delegado estudiantil ante el Consejo Universitario y un dirigente político muy querido. En tiempos de la OR y la Liga fraguó nuestra relación, establecimos una amistad muy bonita».  

Hermético en torno al caso Niehous, solo accedía a decir que la Owens-Illinois, una transnacional del vidrio que operaba en Venezuela (con sedes en Trujillo y Carabobo) operaba también como fachada de las acciones de la Agencia Central de Inteligencia, a través de varios de sus directivos, entre ellos Niehous y otro llamado Terence Cavannan. Esa habría sido la razón de la captura del cuadro empresarial.  

«En principio, la única condición para ponerlo en libertad era la publicación de varios remitidos en grandes medios extranjeros como Corriere della Sera, The New York Times y un diario de Inglaterra. Esa condición se planteó y se cumplió. Para quienes ejecutaron esa acción nunca estuvo planteado cobrar rescate económico por ese señor. Era un secuestro con objetivos políticos que debía llevar a la denuncia internacional de la corrupción del sistema político venezolano y también de los vínculos entre esos altos directivos de empresas norteamericanas y los aparatos de inteligencia de Estados Unidos», explicó en la mencionada entrevista.  

Luego del asesinato de Jorge Rodríguez, en represalia, se prolongó el cautiverio de Niehous, quien solo apareció en 1979, en el que ha sido el secuestro político más largo de la historia venezolana (tres años y cuatro meses). «Nunca se planteó la posibilidad de ejecutarlo, pues ellos decían que no eran asesinos, que los criminales estaban del otro lado, de la parte el gobierno, los que habían asesinado a Jorge. Los secuestradores no eran de la misma calaña que los criminales del gobierno y, en consecuencia, se mantuvo con vida al señor Niehous», expresó Nieves. 

El asesinato de Rodríguez fue un acto de sadismo

Para Nieves, era poco creíble la versión de que el asesinato de Rodríguez haya sido consecuencia de un exceso de los esbirros. «No creo que haya sido que se les fue la mano porque Jorge Rodríguez era para todos nosotros y para mucha gente en el país, un cuadro que despuntaba, que se iba perdiendo de vista y lo demostraba cada vez que hablaba en público. El imperio, y particularmente la CIA, son muy acuciosos para detectar cuando un dirigente político muestra garra y posibilidades de llegar lejos.  A Jorge era muy difícil hacerlo preso porque era miembro del Consejo Universitario, y por el prestigio que tenía en la universidad. Tenían que aprovechar esta oportunidad para sacarlo del paso. Es así como a Jorge lo detienen saliendo de la casa de la Liga Socialista en el barrio El Caribe, de Catia. Y desde el mismo momento que a Jorge lo agarraron, comenzaron a torturarlo».  

Por haberlo vivido en carne propia, Nieves estaba convencido de que a nadie en un cuerpo policial lo torturan sin una orden de un jefe. «Un policía cualquiera, un agente, no puede accionar a motu proprio sobre un detenido, tienen que haberlo mandado a que lo haga. Además, los torturadores saben muy bien qué tipo de torturas van a hacer. Por ejemplo, darle golpes al detenido con periódicos mojados, pues eso no deja hematoma; antes de torturar a alguien con electricidad, le ponen al torturado un papel, un trapo, cosas que evitan que se le vea una quemadura. O, simplemente, te ponen una bolsa en la cabeza, te la aprietan con una liguita en el cuello y te dicen: ‘Cuando quieras hablar, le das unas pataditas a esta pared que yo estoy del lado de allá’, y, claro, eso te sofoca, te desespera, y el que no está dispuesto a jugársela, habla… Es decir, que las torturas tienen cierto grado de sofisticación, en cambio estos señores que mataron a Jorge Rodríguez no tuvieron el menor cuidado en no dejar huella. A Jorge, simplemente, se lo llevaron a las afueras de la ciudad, unos dicen que a El Junquito, otros que a la Panamericana, otros que a La Mariposa, y le dieron patadas, golpes, batazos, lo maltrataron de tal manera que era inocultable. Incluso, hay un hecho que no se ha comentado nunca: Agustín Calzadilla, quien fue uno de los primeros en ver el cadáver, se quedó asombrado al saber que cerca de la entrada de la uretra y en el recto encontraron electrodos. Lo de Jorge Rodríguez fue algo bestial. Las torturas que le aplicaron rayaron más en el sadismo que en la intención de obtener una información. Cuando los fiscales del Ministerio Público examinaron el cuerpo y vieron que el hígado, los riñones, el páncreas, los pulmones… todo estaba destrozado a punta de golpes, todo el cuerpo estaba morado, fue un acto completamente sádico. No pueden decir López Sisco ni (Arístides) Lander Flores, que se les pasó la mano con Jorge Rodríguez. Eso sería creíble si lo hubiesen estado interrogando y a Jorge le hubiese dado un infarto, pero lo que le hicieron a él fue para matarlo, no hay duda, fue para matarlo». 

Sin esperanzas… hasta que llegó Chávez

Pasaron muchos años para que las ideas revolucionarias llegaran a ser opción real de gobierno. En esos años de tránsito por el desierto, Nieves no tenía esperanzas de que llegara un momento de resurgimiento, según lo reconoció en la conversación con LaIguana.TV.  

«No, no las tenía. Es más, desde el momento en que caí preso, me gané para la idea de pasar muchos años en prisión, sólo que la política es muy sabia y los compañeros de la Liga Socialista fueron más sabios todavía cuando me postularon como candidato a diputado. Al salir electo, comencé a gozar de inmunidad parlamentaria. Aunque debo aclarar que eso no ocurrió en forma automática. Hubo un debate muy intenso entre el Consejo Supremo Electoral y el Consejo de Guerra Permanente (que llevaba el juicio). Recuerdo que el Consejo Electoral, la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia decían que yo comenzaba a gozar de inmunidad, pero el Consejo de Guerra decía que no. Entonces, eso terminó decidiéndolo la Corte Marcial, que nos dio la razón».  

Nieves deploraba que su caso fuera utilizado como argumento por la gente que ha clamado en los últimos años por los derechos de los llamados presos políticos.  «Hay una diferencia abismal, del cielo a la tierra. Yo fui un preso político, estos señores son políticos presos. Yo jamás en mi vida he matado ni una mosca, porque en mi casa no me lo permiten, pues se ensucia la mesa. No he cometido ningún delito, salvo que se pueda llamar así a las travesuras de la muchachada, cosas como robarle el pan al portugués o un litro de leche que estaba en una puerta en la madrugada, durante una misa de aguinaldo. Salvo eso, yo no he cometido ningún delito. Hablando de diferencias, un detalle revelador es que me juzgaba un tribunal militar y cuando tenía que declarar no me llevaban a la sede, sino que el tribunal se instalaba al lado de mi celda. Es algo violatorio del derecho y de todas las normas jurídicas. Al señor Leopoldo López, en cambio, le hicieron un juicio demasiado benévolo, pues no lo acusaron de homicidio, a pesar de que es corresponsable de 43 muertos que hubo en Venezuela. Hay otros casos de personas que están presas por corrupción y otros delitos penales. No hay ni uno solo que esté preso sin juicio. No están presos por lo que tengan en la cabeza sino por delitos cometidos». 

¿Era optimista o pesimista respecto al futuro de la Revolución?, fue una de las preguntas en aquel duro año 2016, con la herida abierta de la derrota en las parlamentarias de 2015 y una guerra económica en su máxima intensidad. 

«Los golpes de Estado que hoy en día da el imperio no necesariamente son asaltos cuartelarios a las alturas del poder, sino procesos sofisticados, mediante golpes parlamentarios (que es lo que intenta hoy hacer el señor Henry Ramos) o mediante el desgaste económico y las campañas mediáticas. En Venezuela hoy estamos caminando con una media rota, como decíamos cuando yo era chamo. Cuando a uno se le sale un dedo por un huequito, es incómodo caminar. Quienes fuimos pobres, lo sabemos. Venezuela recibió una serie de bendiciones de la naturaleza o por la providencia divina, como diría el padre (Numa) Molina, su ubicación geográfica, sus reservas petroleras y de otros minerales. Tenemos el macizo guayanés, las tierras más antiguas del mundo; el salto Ángel, la caída de agua más alta del mundo; el teleférico más alto del mundo… Somos privilegiados y por eso estamos siempre en la mira del imperio. Sin embargo, el imperio sabe con quién puede meterse y cómo hacerlo. ¿Por qué a Corea del Norte no la acusan de tener armas de destrucción masiva para iniciar una guerra contra ese país? Porque saben que el gobierno de Corea del Norte va en serio. El gobernante de allá no es un Saddam Hussein. Y con nosotros, con Venezuela, la cosa también va en serio. Por eso es que han desarrollado una guerra criminal no convencional contra el pueblo venezolano y especialmente contra la gente pobre y contra las mujeres. Tenemos la escasez, la inflación inducida y la especulación y todo eso influye en el contexto político. A la oposición se le han subido los humos a la cabeza con su victoria del 6 de diciembre. No quieren entender que no ganaron unas elecciones, sino que nosotros las perdimos, que el pueblo votó para castigar al chavismo porque nosotros, los chavistas, sabíamos que esa guerra económica venía desarrollándose, pero todos subestimamos esa acción del imperio. En esto tenemos la culpa todos, incluso mi comandante querido Hugo Chávez y mi comandante querido Nicolás Maduro».  

Dijo estar muy esperanzado en una gestión que en ese momento el presidente Maduro encargó al general en jefe Vladímir Padrino para el seguimiento de las materias primas y mercancías importadas, con la finalidad de evitar el acaparamiento. Pero admitió que su buena opinión sobre los militares constituyó un cambio radical en su vida. «Siempre tuve mis reservas en cuanto a la Guardia Nacional y a los militares en general, pero hubo un señor que me enseñó a querer a la Fuerza Armada: Hugo Rafael Chávez Frías. Yo me alegré mucho cuando vi a la guardia cayéndole a mandarriazos al hotel Stanford, cerca Capitolio y sacando aquellos cargamentos de comida (hecho ocurrido en julio de 2016). Yo me acordé de aquella época en la que tenías que correr delante de la Guardia porque lo que venían era a darte planazos… Me alegra que esa fuerza se esté utilizando ahora a favor del pueblo». 

Dedicatoria a capella

Ya para ese año 2016, Nieves estaba notoriamente afectado por una enfermedad que limitaba su destreza para algunas actividades, aunque no su humor ácido ni su sonrisa pícara. No pudo dedicarle a su entrevistador el libro que le obsequió porque no controlaba bien la mano para escribir. «Me va a salir un garabato, así que te lo dedico oralmente, a capella», bromeó. 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)