Un influyente segmento de la población nicaragüense puede terminar haciendo muchísimo daño al país porque está escuchando los cantos de sirena de Estados Unidos y de los medios hegemónicos, un proceso que ya se ha vivido en países como Venezuela y Ecuador. 

Esta es una de las conclusiones que pueden sacarse del reciente proceso electoral, más allá de la indiscutible victoria del presidente Daniel Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional. 

La estrategia imperial fue, desde hace mucho tiempo, deslegitimar las elecciones. Muchos jóvenes y adultos de clase media no votaron, le siguieron el juego a este plan de Washington y de la derecha local, al plantearse la abstención como una respuesta a la insatisfacción con el gobierno, que es un fenómeno más producido por los medios que real, pues la situación general del país es bastante favorable. No hay razones verdaderas para expresar el descontento de un modo tan radical, en una Nicaragua que ha creado un clima de oportunidades para las familias, sobre todo si se le comparaba con varios de sus países vecinos y con etapas anteriores de su historia reciente.  

Igual que en Venezuela, ante la imposibilidad de derrotar electoralmente al Gobierno, Washington y sus aliados (la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y la maquinaria mediática global) se lanzan contra la legitimidad del sistema político, apuntando al voto como una de sus herramientas fundamentales. 

La actitud de este sector del electorado es un síntoma de cuidado, sobre todo porque ha tocado a un segmento significativo de la juventud, algo que en Venezuela ya ocurrió y que ha sido una de las causas de la inusual migración hacia países donde han surgido luego manifestaciones hostiles contra la presencia venezolana.  

Luego del desenlace electoral, igual que se ha hecho en Venezuela, Bolivia y otras naciones, se ha intentado generar un clima de incertidumbre y temor ante las consecuencias del resultado. Los medios de comunicación al servicio de la derecha habían pintado un panorama según el cual el día de las elecciones era como llegar al borde de la mesa y saltar al vacío. Se había pronosticado que luego el país quedaría a merced de la inestabilidad, pero la mayoría está en sus actividades normales. 

(LaIguana.TV)