“Gracias a la vacuna estamos bien”. El “paciente cero” de la variante ómicron en Italia, un ingeniero de la empresa petrolera estatal Eni, de 48 años, que llegó de Mozambique el 12 de noviembre pasado y que saltó sin querer a las primeras planas, se encuentra aislado junto a sus familiares, también positivos, en su casa de Caserta, al sur de Nápoles. Y está bien, con síntoma leves, como destacaron hoy, con alivio, todos los diarios italianos en sus portadas. 

El primer contagiado italiano con la variante ómicron –que ha desatado el pánico en el mundo y un viernes negro en las bolsas-, decidió romper el silencio para calmar a la opinión pública de Italia, cada vez más inquieta por el aumento de casos de coronavirus. Tanto es así que una región del nordeste, Friuli Venezia Giulia, pasó hoy a ser de color amarillo (con más riesgo de contagio y restricciones para los no vacunados), algo que no se veía desde hace meses y que podría suceder próximamente con la región de Lombardía. 

“La vacuna ha funcionado tanto para mis familiares, también ancianos, como para mí: los síntomas son muy leves”, aseguró el “paciente cero”. “Estamos serenos y estamos bien. Estoy satisfecho de haberme vacunado porque la vacuna en nuestro caso funcionó perfectamente. Considerados los síntomas suaves míos y de mi familia, que ha sido contagiada e incluye personas entre los 8 y los 81 años, puedo decir que la infección se ha manifestado solamente en modo leve”, subrayó. 

El manager, padre de dos chicos menores, llegó de Mozambique el 12 de noviembre pasado después de hacer escala en Sudáfrica y otra en Qatar. Un dato inquietante es que antes de subirse al primer avión se hizo un test pcr que le dio negativo. Llegó al aeropuerto de Fiumicino de esta capital, alquiló un auto para volver a su casa de Caserta, donde se quedó tres días en los que estuvo con sus familiares. El 15 de noviembre –ya positivo, sin saberlo-, fue acompañado por su mujer al aeropuerto de Nápoles para viajar hasta Milán en avión, por trabajo. Alquiló otro auto y se fue a dormir a un hotel. Al día siguiente, como tenía que volver a viajar hacia Mozambique, se hizo un test pcr en su empresa, que resultó positivo. Y, como se supo más tarde gracias al análisis realizado por el hospital Sacco de Milán, con la nueva y temible variante ómicron, de la que hasta ahora se sabe muy poco. Al enterarse de que era positivo, el ingeniero volvió a su casa de Caserta en auto, “evitando cualquier contacto con terceros para iniciar el aislamiento domiciliario previsto”, según contó. 

Desde entonces por supuesto se intentó rastrear a todas las personas que estuvieron en contacto con él. Pero al momento son sólo 6 los casos de variante ómicron en Italia, relativos a él y sus familiares (mujer, mamá, suegra y dos hijos). Como subrayó el “paciente cero”, los adultos estaban todos vacunados, la suegra había incluso recibido la llamada tercera dosis, es decir, el refuerzo y todos tuvieron síntomas suaves. Con una carga viral muy baja, el manager tuvo fiebre durante una semana, dolor de cabeza y dolor de ojos, pero todo ha sido superado. Incluso los tests que le fueron realizados a los compañeritos de escuela de sus dos hijos, que fueron puestos en cuarentena, al momento dieron negativo. “Actualmente estamos en aislamiento en nuestra casa, monitoreados por los médicos y por las autoridades sanitarias, a la espera de negativizarnos y del test pcr, para salir del aislamiento y cerrar este molesto asunto”, aseguró el manager. 

En medio al temor por la nueva variante, lo cierto es que la estrategia de mano dura que adoptó la semana pasada el gobierno de Mario Draghi para presionar a los no-vax, causó un “boom” de vacunaciones. Para presionar a esa minoría de poco más de 7 millones de habitantes aún no vacunada -mientras que más del 84% de la población ya lo ha hecho-, el miércoles pasado el gobierno anunció que desde el 6 de diciembre y hasta el 15 de enero, incluso en zonas blancas del país, para ingresar en restaurantes, bares, cines, discotecas, fiestas, museos, canchas y demás actividades recreativas, habrá que tener un “super green pass”, conseguible sólo para quienes se vacunaron o transitaron la enfermedad. Además, decidió acortar la duración del pase sanitario de un año a nueve meses para incentivar a la gente a darse el refuerzo. 

La batería de medidas funcionó: en los últimos días los centros de vacunación volvieron a llenarse e incluso a verse desbordados de gente haciendo fila. Y este fin de semana hubo un récord de inoculaciones de terceras dosis –295.000 el viernes y 247.000 el sábado, también porque se decidió reducir a 5 meses el período que debe transcurrir entre la segunda y la tercera- y aumentó del 40% el número de personas que se presenta por primera vez a vacunarse. En las grandes ciudades incluso hay ahora un mes de espera para conseguir turno para darse el pinchazo. 

(La Nación)