Un hombre que se declaró culpable de matar a su exesposa y agredir sexualmente a su pequeña hija mientras su madre agonizaba fue ejecutado, convirtiéndose en el primer preso ejecutado en Mississippi, Estados Unidos, en nueve años.

David Neal Cox, de 50 años, abandonó todas las apelaciones y presentó documentos judiciales llamándose a sí mismo “digno de muerte” antes de que la Corte Suprema del estado fijara su fecha de ejecución. Parecía tranquilo cuando recibió una inyección letal. Un forense lo declaró muerto en la Penitenciaría Estatal de Mississippi, en Parchman.

Cox se declaró culpable en el 2012 de asesinato capital por la muerte a tiros en mayo de 2010 de su exesposa, Kim Kirk Cox. También se declaró culpable de varios otros cargos, incluida la agresión sexual. Un jurado dictó la sentencia de muerte.

Cox vestía un mono rojo de prisión y estaba cubierto por una sábana blanca durante la ejecución. Anchas correas de cuero lo sujetaban en una camilla.

“Quiero que mis hijos sepan que los amo mucho y que fui un buen hombre en un momento”, dijo Cox justo antes de que comenzara la inyección. “Nunca leas nada más que la Biblia King James”.

Cox agradeció al comisionado estatal de correccionales, Burl Cain, por “ser muy amable conmigo. Y eso es todo lo que tengo que decir“.

Cox pareció tomar varias respiraciones profundas después de que los químicos letales comenzaron a fluir a través de un tubo de plástico transparente hacia su cuerpo, y su boca se movió un poco. Fue declarado muerto a los pocos minutos.

Entre los que presenciaron la ejecución se encontraba la hijastra de Cox, que ahora tiene 23 años. Tenía 12 años cuando él la agredió sexualmente tres veces frente a su madre herida mientras los retenía a ellos y a uno de sus hermanos menores como rehenes la noche del 14 y el 15 de mayo de 2010 en el pequeño pueblo de Sherman.

Mississippi llevó a cabo seis ejecuciones en 2012. El estado no tiene programadas otras entre las más de 30 personas que se encuentran actualmente en el corredor de la muerte.

Los estados han tenido dificultades para encontrar drogas de inyección letal porque las compañías farmacéuticas comenzaron a bloquear el uso de sus productos para ejecutar sentencias de muerte.

(El Comercio)