La guerra entre la OTAN y Rusia que tiene como teatro de operaciones Ucrania sigue su curso y este jueves se produjeron nuevas sanciones diplomáticas y energéticas contra el país eslavo. 

En ese orden, antes de entrar propiamente en materia, el filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela informó que la Unión Europea prohibió las importaciones de carbón procedentes de Rusia, al tiempo que Estados Unidos y sus aliados consiguieron la expulsión de la Federación de Rusia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. 

Sobre este último punto destacó que China rompió su posición neutral y votó en contra de la resolución impulsada por la OTAN y sus aliados, lo que sin dudas traerá consecuencias geopolíticas que serán visibles en las venideras semanas. 

El especialista apuntó que una decisión como esta no tiene precedentes. Acaso la única situación comparable se remonta a 2011, cuando esa instancia expulsó a Libia del seno del órgano bilateral, pero tras los bombardeos de la OTAN, el país fue readmitido.  

Ya en lo tocante al tema central de sus reflexiones, indicó que el conflicto que se desarrolla en suelo ucraniano ha servido de pretexto a los países de la OTAN para abrir un nuevo capítulo de despojos a los activos de un Estado, así como de particulares, a los que se acusa de «colaborar» o ser «cercanos» a un gobierno que no es afín a sus intereses. 

Así, en las últimas semanas, países occidentales han «confiscado» miles de millones de dólares de la Federación Rusa depositados en bancos extranjeros, e incluso, a nacionalizar activos rusos, como hiciera Alemania con Gazprom Germania. 

Se trata de una subsidiaria de Gazprom, considerada la compañía más grande de toda Rusia y la mayor empresa gasífera de todo el mundo, opera mediante un modelo mixto de participación en el que el Estado cuenta con la mayoría accionaria.   

Sobre esta conducta, que bien puede catalogarse de robo, disertó ampliamente el filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela la noche de este 7 de abril de 2022 en su programa Desde Donde Sea, producción exclusiva de la Iguana.TV transmitida de martes a jueves a través de las plataformas de YouTube, Facebook e Instagram a las 7:00 pm, hora de Venezuela. 

El doble estándar de Occidente sobre las expropiaciones

Ahondando en la expropiación alemana recordó que el pasado lunes, la agencia gubernamental alemana para el control de redes eléctricas asumió de manera provisional y como entidad fiduciaria el control de la filial alemana de la gasística Gazprom, después de que la matriz rusa anunciase que se desprendería de ella.

En decir del ministro de Economía y vicecanciller alemán, Robert Habeck, encargado de anunciar la medida, el paso era necesario para garantizar el suministro de gas licuado a Alemania. 

Desde el Kremlin, el presidente Vladímir Putin criticó la nueva e ilegal arremetida contra el patrimonio de su país. «Esto no nos lleva a ninguna parte. Que nadie olvide que esta arma es de doble filo», dijo entonces. 

Este movimiento de Berlín califica claramente como una expropiación, aunque en esta clase de operaciones el Estado expropiador debe cancelar el costo de lo expropiado a su propietario original, un asunto al que no hizo mención el ministro alemán en sus declaraciones del pasado 4 de abril.  

«Es decir, hasta este momento es un robo de Alemania a la Federación Rusa», fustigó.

En su lugar, continuó relatando el caso, Hebeck puso la carga de la prueba en Moscú y alegó que el gobierno de Olaf Scholz no tenía claridad jurídica sobre la empresa, puesto que Gazprom incumplió con las normas de transparencia al anunciar que cesaba toda su participación accionaria en su filial germana. 

En el mismo orden, refirió que la revista Der Spiegel, alineada con la derecha local, aseveró en un trabajo aparecido antes del anuncio oficial, que, alertada ante una eventual expropiación por parte de Alemania, Gazprom habría tratado de traspasar Gazprom Germania a una sociedad con sede en San Petersburgo. 

Desde el gobierno alemán también se responsabilizó veladamente a la compañía rusa de valerse de su posición para alterar el almacenamiento de gas licuado y exacerbar la crisis de precios de los hidrocarburos dentro del país.  

«Nada de esto justifica este robo», insistió el experto, al tiempo que destacó que ninguna nación de la así llamada «comunidad internacional» –es decir, la OTAN y sus países aliados– protestó la apropiación germana a un bien que no es del gobierno del presidente Vladímir Putin sino del Estado ruso. 

A su parecer, el tratamiento informativo sobre este caso, también merece atención. Así, mientras Alemania «tomó el control» de Gazprom Germania, otros países como Venezuela o Bolivia, por citar dos ejemplos «expropian», «nacionalizan» y atentan contra la libertad de empresa. 

Pérez Pirela enfatizó en que, de hecho, en América Latina es recurrente el chantaje mediático hacia los políticos de izquierda o siquiera progresistas, a los que se acusa de pretender expropiar compañías, en desmedro de los intereses de la clase empresarial, que a menudo son equiparados con los intereses de la nación. 

Sobre este aspecto recordó que la derecha occidental socorre a los términos «expropiación» y «nacionalización» para comparar tendenciosamente cualquier agenda política con matiz popular con el caso de Venezuela, donde, paradójicamente, el Ejecutivo ha dado marcha atrás a algunas expropiaciones en el último para de años. 

Por ello, en su opinión está claro que los medios alineados con el discurso pro-occidental, obvian esta realidad e insisten en posicionar una matriz de terror, según la cual las expropiaciones –procedimiento al que puede apelar cualquier Estado si así lo estima conveniente–, se traducen en amenazas para los empresarios, así como en miseria y pobreza para la población del Estado expropiador, siempre que no sea Estados Unidos o alguno de sus aliados. 

Para ilustrar, mencionó que un ejemplo reciente de esto son los ataques que ha sufrido el candidato presidencial colombiano Gustavo Petro, que, a pesar de haber presentado un programa electoral moderado con algunos elementos de justicia social, es señalado por la prensa de su país y por sus adversarios políticos de tener una agenda oculta de expropiaciones. 

Petro no solo ha negado en múltiples ocasiones la especie, sino que su discurso, sus alianzas y su agenda política no dan signos de que esté apostando a la justicia redistributiva por medio de nacionalizaciones. 

En peor situación parece estar el recién instalado presidente chileno, Gabriel Boric, que llegó al poder con promesas de transformar sustancialmente la estructura del Estado chileno tras casi cinco décadas de neoliberalismo. 

El comunicador considera que, aunque todavía es prematuro asegurar si lo logrará o no, está claro que lo tendrá muy cuesta arriba, en tanto la explotación de recursos estratégicos como el cobre y el manejo de los servicios esenciales (agua, electricidad, salud y educación), tienen décadas en manos de particulares. 

Subrayó que, en cualquier caso, Boric no ha mencionado nunca las palabras «expropiación» o «nacionalización», ni siquiera al referirse a un caso sensible como la educación, aunque fue uno de los líderes de las protestas antigubernamentales desarrolladas en Chile durante los últimos 10 años por ese motivo. 

«En Colombia tenemos a petro completamente chantajeado, en Venezuela no hablemos de los litigios internacionales de Pdvsa por expropiaciones que ya fueron pagados, en Chile tenemos a Boric, que pretende cambiar la sociedad chilena sin tocar los intereses del empresariado», sintetizó. 

En contraste, aseguró, están Estados Unidos y los países de la Europa Schengen, que ya no expropian, sino directamente roban, sin que nadie diga nada y sin que tengan que responder por sus actos. 

Rusia, el más reciente capítulo de despojos de la OTAN

Por ello, recordó que en las últimas dos décadas, Estados Unidos y la Unión Europea se han hecho de las reservas internacionales y del dinero público depositado de terceros países en entidades financieras asentadas en sus territorios. 

El analista puntualizó que el pretexto esgrimido en la mayor parte de estos casos son las llamadas «sanciones», que en realidad constituyen flagrantes violaciones al derecho internacional y se han erigido en la punta de lanza para propiciar el derrocamiento de gobiernos no afines a Washington por medio del empobrecimiento programado de la población. 

En paralelo, precisó, las restricciones suponen un método de saqueo comprobado no solo de los activos de un Estado, sino contra los de particulares a los que se asocia, con razón o sin ella, a un gobierno calificado como hostil por Occidente. 

«Si vamos a llamar oligarcas a los rusos, ¿por qué no vamos a llamar oligarcas a gringos como Musk, Gates o Bezos», cuando el capitalismo los venera y los pone como ejemplo?, apuntó. 

De vuelta al caso de Rusia, mencionó que no solo se la ha excluido parcialmente del sistema financiero internacional, boicoteado sus principales industrias y sancionado a empresarios, sino que además se han confiscado –»robado»– gran parte de sus reservas internacionales, de la misma forma que aquí en Venezuela lo ha hecho el señor Juan Guaidó con la complicidad de Donald Trump. 

No en balde, la Casa Blanca ha admitido que el objetivo de estos ataques es hacer que el PIB de Rusia caiga hasta los dos dígitos y que la economía del país sea incapaz de recuperarse en los próximos años. 

Para dejar claro a qué se refiere Estados Unidos, refirió que este miércoles, el presidente de ese país, Joe Biden, ofreció «incrementar aún más el aislamiento económico de Rusia». En particular, Biden aseguró que «los pasos» que ha tomado occidente «reducirán el producto interno bruto de Rusia en dos dígitos solo este año». 

Según él, las sanciones que han impuesto a Rusia probablemente eliminarán «los últimos 15 años de ganancias económicas de Rusia». «Y debido a que hemos impedido que Rusia importe tecnologías como semiconductores, seguridad de encriptación y componentes críticos de tecnología cuántica, que necesita para competir en el siglo XXI, vamos a sofocar la capacidad de crecimiento de Rusia y su economía en los años venideros», añadió. 

Por este motivo, una porción de esos pasos consiste, precisamente, en privar al país de su propio dinero, sea de origen público o privado. Así, este jueves Suiza anunció que bloqueó –»se robó»– activos rusos por un valor de más de 8.000 millones de dólares. 

«Suiza, uno de los paraísos fiscales, que ha lavado dinero, se erige ahora como referente moral. ¡Por favor!», reclamó. 

Con referencia a la noticia, señaló que según expresara Erwin Bollinger, jefe de la División de Relaciones Económicas Bilaterales de la Secretaría de Estado de Economía, se trata de fondos en cuentas y propiedades congeladas en cuatro cantones. «Esto es más de lo que se ha bloqueado a casi cualquier otro país del mundo».

A su juicio, estas acciones dejan claro que Suiza, que se declara país neutral y no pertenece a la Unión Europea o a la OTAN, ha jugado un rol estratégico en la confiscación de propiedades y dinero de empresarios rusos –a los que tacha de «oligarcas»– por su supuesta cercanía con el gobierno de Vladímir Putin. 

Para ilustrar el tamaño del robo cometido, comentó que en un informe publicado por el portal Swissinfo fechado el pasado 24 de marzo, la nación helvética aseguraba que había bloqueado hasta ese momento 5.750 millones de francos (6.200 millones de dólares) a empresarios. 

Añadió, asimismo, que, de acuerdo con la estimación de la Asociación de Banqueros Suizos, en sus bóvedas reposan hasta 200.000 millones de dólares en activos rusos, de los que aún no se ha detallado cuáles podrían ser objeto de expolio con el pretexto de las sanciones.

Si se hacen cuentas, la confiscación anunciada a la víspera más la acumulada hasta el 24 de marzo, suman 14.200 millones de dólares. Puesta en perspectiva, esta cantidad es similar al Producto Interno Bruto de naciones como Nicaragua o Macedonia, precisó. 

El filósofo subrayó que, aunque tales cantidades pueden resultar escandalosas, la apropiación ilegal de fondos públicos –»robo»–  rusos tampoco ha sido de baja cuantía. Así, por citar un ejemplo, indicó que reposan 33.000 millones de dólares pertenecientes a las reservas internacionales de Rusia, si bien la nación nipona afirmó que no puede requisar este dinero. 

Este monto, explicó, representa aproximadamente el 6% de las reservas internacionales rusas y aunque el ministro de Finanzas de Japón, Shunichi Suzuki, aseguró que «el gobierno japonés no puede requisar las reservas de divisas de los bancos centrales de otros países que se encuentran en el Banco de Japón», pero más allá de los dichos del funcionario japonés, de hecho, el dinero está bloqueado y Moscú no puede acceder a él. 

En continuidad con esta historia de despojo a Rusia, recordó, el pasado 23 de marzo, países occidentales confiscaron congelaron cerca de la mitad de las reservas de oro y divisas del Banco Central del país eslavo, que supone un monto cercano a los 300.000 millones de dólares, una acción que fue tildada como «robo» por el canciller ruso, Serguéi Lavrov. 

Así, indicó, si sumamos lo expoliado a Rusia en términos de recursos públicos, sin considerar las pérdidas económicas derivadas de las medidas coercitivas unilaterales, la cantidad asciende a 333.000 millones de dólares, semejante en tamaño a las economías de Chile o Colombia. 

En el mismo orden recordó que en octubre de 2021, antes de la imposición de este inédito paquete de sanciones, las reservas internacionales de Rusia habían alcanzado un récord histórico, situándose en 623.200 millones de dólares, próximo al PIB de Suecia, país perteneciente a la Unión Europea y considerado «rico» de acuerdo a diversos estándares. 

A lo antes dicho sumó la retención de bienes simbólicos propiedad del Estado ruso. Según reporta el canal Ahí Les Va, asociado a la cadena RT, el pasado fin de semana, con la excusa de las sanciones, Finlandia retuvo más de 200 obras de arte pertenecientes a museos rusos que habían sido prestadas para exhibirse en Japón e Italia, que incluye pinturas, estatuas y antigüedades valoradas en más de 45 millones de dólares. 

Afganistán, Libia, Irán y Venezuela: otras víctimas de robos de EEUU y la OTAN

Pérez Pirela enfatizó que lamentablemente, los despojos occidentales van bastante más allá de Rusia y aunque el inventario es largo, comparten el rasgo de que se pretendieron justificar a partir de sanciones económicas y financieras impuestas a países que Estados Unidos considera una amenaza para sus intereses. 

De estos, recuperó cuatro casos que sirven para ilustrar esta nueva modalidad de imperialismo financiero. 

-Afganistán

A inicios de febrero de 2021, cuando aún no iniciaba la guerra en Ucrania, el gobierno de Joe Biden anunció que usaría los recursos confiscados a Afganistán para resarcir a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre y sufragar los gastos legales de las demandas que se han interpuesto contra el gobierno federal, recordó. 

La decisión se hizo pública meses después de la retirada del ejército estadounidense del país y del regreso de los talibanes al poder, pues en 20 años de guerra, la OTAN fue incapaz de desplazarlos completamente. «Los Estados Unidos perdió la guerra en Afganistán, pero nadie habla de eso», aseveró.  

Subrayó que a Washington tampoco lo detuvo que la ONU alertara sobre el riesgo de hambruna que se cierne sobre el país, ni los escabrosos informes de venta de órganos y de seres humanos que han publicado numerosas organizaciones de derechos humanos. 

De manera análoga a lo que después hiciera Rusia, el Banco Central de Afganistán acusó a Estados Unidos de robar su dinero para usarlo «en propósitos irrelevantes», aunque ello no sirvió para traer los requeridos fondos de vuelta. 

«Invadieron Afganistán, masacraron durante 20 años a su pueblo, se robaron su energía y sus reservas, que ahora le darán a las víctimas del 11 de septiembre», enfatizó. 

El experto apuntó que en las guerras de la OTAN los muertos se cuentan por cientos de miles, al tiempo que en Ucrania, según cifras de la ONU, lamentablemente han fallecido unas 2.000 personas. Sin embargo, la abismal diferencia no ha supuesto la expulsión de Estados Unidos o ninguno de los miembros de la Alianza Atlántica del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. 

Libia

El segundo caso referido por el comunicador en su recuento de robos de Occidente a países considerados como enemigos de Estados Unidos y Europa fue Libia, que antes de los bombardeos de la OTAN en 2011, era considerado el país más rico de toda África, pues además de carecer de deuda externa y poseer importantes reservas de oro y divisas, tenía una economía pujante con un bajo nivel de desigualdad y un alto estándar de vida. 

Semanas antes de los ataques, cuando el acoso de Occidente estaba en marcha, el ministro de Finanzas de entonces aseguró que Libia tenía 120.000 millones de dólares en reservas, parte de ellos en euros y otros en libras y yenes, sin contar el oro. 

En el presente, Libia es un Estado fallido, devenido en centro de esclavos y tráfico de migrantes hacia Europa. Hasta el momento, ninguna nación europea devolvió el dinero que le fuera sustraído ilegalmente hace más de una década y la posibilidad de que lo hagan no se vislumbra ni siquiera en el largo plazo. 

«Entraron en Libia, masacraron a su pueblo, se robaron su energía y se robaron sus reservas, valoradas en 120.000 millones de dólares. Cuando ponemos en contexto lo que ha hecho la OTAN con Rusia, muchas cosas se aclaran sobre la guerra en Ucrania», interpretó. 

Irán

Seguidamente abordó el caso de Irán, que es, después de Rusia, el país más sancionado por los miembros de la OTAN. Las restricciones a su economía datan de 1979 y desde entonces, Occidente ha hecho todo lo posible por apropiarse ilegalmente de sus fondos. 

Con respecto a las acciones jurídicas emprendidas por Teherán para frenar estas pretensiones, recordó que, en octubre de 2018, las autoridades iraníes acusaron a Estados Unidos ante la Corte Internacional de La Haya por la congelación de recursos de empresas depositados en bancos estadounidenses.

A su parecer, no puede obviarse que en este caso –así como en el venezolano– las cortes estadounidenses han devenido en el agente justificador para autorizar la confiscación de activos, esta vez con el alegato de «financiamiento al terrorismo».

Venezuela

Para cerrar el inventario de robos, relató que la apropiación ilegal de activos del Estado venezolano por parte de Estados Unidos, Colombia, Inglaterra y algunos países de la Unión Europea merece capítulo aparte, en virtud de que a diferencia de lo que ha sucedido con otros países, los expoliadores han contado con la colaboración de agentes locales para concretar los despojos. 

Desde 2019, cuando el autoproclamado gobierno de Juan Guaidó recibió la bendición de Washington, las pérdidas a la nación –que ya sumaba cuatro años de sanciones y bloqueos– se arreciaron de manera dramática. 

Así, en un lapso relativamente breve, Venezuela perdió –»le fueron robados»– dos de sus principales activos en el exterior: la refinadora Citgo y la productora de fertilizantes Monómeros, ambas filiales de la estatal Petróleos de Venezuela. 

En el caso de Citgo Petroleum, explicó, pseudofuncionarios asociados a Juan Guaidó diseñaron un esquema fraudulento para que trasnacionales demandaran el cobro de deudas a cargo de los activos de la refinadora en cortes estadounidenses, transas en las que no se descarta el cobro de comisiones por parte incluso de los mismos jueces. 

La medida no ha logrado concretarse porque el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos asumió el control de facto de la refinadora, tras el desconocimiento de la Casa Blanca al gobierno del presidente Nicolás Maduro y ha extendido «licencias de protección» que han frenado el inminente remate. 

De otra parte, precisó que, de acuerdo con las autoridades venezolanas, solo por cargo de este expolio, el país ha perdido más de 14.000 millones de dólares. 

Un caso semejante ocurrió con la productora de fertilizantes Monómeros, filial de Pdvsa con sede en Barranquilla, Colombia, que al caer en las manos del pretendido gobierno de Juan Guaidó fue llevada deliberadamente a la quiebra y luego intervenida por el gobierno de Iván Duque.

Pérez Pirela resaltó que antes de la confiscación, la empresa registraba cifras verdes y en decir del presidente Nicolás Maduro, al menos la mitad de las ganancias se empleaban para financiar proyectos habitacionales y tratamientos médicos de alto costo, particularmente trasplantes de órganos. 

«Estos ladrones quebraron Monómeros y acabó cayendo en manos de Duque, es decir, del narcotráfico y del paramilitarismo», aseveró. 

Pérez Pirela señaló que por si lo antes mencionado no bastase, la justicia británica se arrogó el derecho de decidir cuál es el gobierno legítimo de Venezuela, con el interés de mantener en las bóvedas del Banco de Inglaterra de 31 toneladas de oro de las reservas del Banco Central de Venezuela, equivalentes a unos 2.000 millones de dólares. 

El Reino Unido ha aplicado tácticas dilatorias para eludir el envío de los recursos a Caracas, a pesar de que, en un intento por recuperarlos, el Gobierno Bolivariano accedió a que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se convirtiera en garante del uso de los fondos, que se deberían haber destinado para atender la emergencia sanitaria durante la pandemia. 

Tras idas y vueltas en los tribunales ingleses, el caso sigue sin resolverse, aunque el último fallo le favoreció a Guaidó, es decir, a Inglaterra, decisión que fue tildada por el presidente Nicolás Maduro como «piratería del siglo XXI». 

A modo de conclusión, Pérez Pirela recordó el robo de la plata del Potosí que relatara Eduardo Galeano en su célebre libro Las Venas Abiertas de América Latina, en la que cuenta que Europa saqueó tanto de ese metal precioso, que habría alcanzado para construir un puente que uniera los dos continentes. 

«Estos son los mismos que ahora están sacando a Rusia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que hablan de crímenes de guerra de lesa humanidad», porque si bien estas denuncias deben investigarse, la investigación no debería estar a cargo de estas naciones que tienen un historial tan negro en la materia, finalizó. 

(LaIguana.TV)