La cantidad de movimientos geoestratégicos tras el inicio de la guerra en Ucrania, donde cumbres, reuniones y anuncios conforman una interminable sucesión, motivaron al filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela a conversar este 30 de junio en su programa Desde Donde Sea con el intelectual argentino Atilio Borón acerca de lo que le depara al mundo en el proceso de conformación y consolidación de un nuevo orden internacional.  

El mundo está al borde de un abismo y el G7 actúa irresponsablemente 

Para Borón «estamos en un momento extremadamente peligroso en la evolución del sistema internacional», lo que ya ha sido advertido por especialistas de diverso cuño ideológico, tales como Noam Chomsky o Henry Kissinger, que cada uno a su manera ha caracterizado la situación geopolítica actual como «límite». 

De allí que recupere lo advertido por Kissinger –personaje con el que claramente no guarda simpatías– semanas atrás en el Foro de Davos: es necesario conseguir a la brevedad un cese en las hostilidades y pactar una paz, aunque ello implique que Ucrania deba ceder los territorios rusófonos del este y el sur a Rusia. 

Empero, el politólogo señaló que aunque incluso el papa Francisco ha manifestado su alarma por el creciente riesgo de estallido de la III Guerra Mundial, del lado del llamado Occidente global, la actuación no podría ser más irresponsable. 

En ese orden, se permitió comentar el lenguaje corporal de los líderes del G7 con base en la fotografía oficial de la recién concluida cumbre, en la que se aprecia al primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, con apariencia de estar bajo los efectos del alcohol. 

Además de este bochorno público, Johnson se permitió criticar la incursión militar de Rusia en Ucrania –a la que Borón califica como una acción de defensa preventiva tras un largo historial de agresiones– con base en alegatos históricamente falsos y con falaces alegatos al machismo. 

¿Cómo no va a estar el mundo en crisis si estamos en manos de estos tipos?», criticó, antes de matizar que esta clase de problemas son «propios de toda transición hegemónica» y seguramente los gobernantes del G7 no compartan la idea de que efectivamente hay una transición hegemónica en curso, pese a que la evidencia disponible es abrumadora: Estados Unidos y sus aliados están «en una situación complicada», pues la «realidad que se les escapa de las manos» porque el mundo basado en una única economía global controlada por ellos ya no lo es más. 

En cualquier caso, el pensador argentino calificó que el encuentro celebrado en Alemania el pasado fin de semana fue un fracaso, porque lejos de discutir estos temas «solo hablaron de Ucrania y trataron de ponerle freno al alza de los precios del petróleo, «cosa que es muy difícil porque la demanda de crudo sigue subiendo» y eso no cambiará en el corto y ni siquiera en el mediano plazo. 

El especialista valoró que, al mismo tiempo, instados por Washington, los países de la Unión Europea doblaron su apuesta al prescindir de buena parte del gas ruso en el futuro cercano, sin considerar que las adecuaciones que se requieren para que gas procedente de otra parte del mundo pueda llegar masivamente a Europa, requerirán inversiones y procesos que tomarán cuando menos dos años y medio. 

Apuntó, asimismo, que la otra gran «conclusión» que se alcanzó en la cumbre fue «reforzar el apoyo humanitario a Ucrania» –que es la manera a la que se refieren al envío de más armamento–, pero no se plantearon la reconstrucción del país, porque aún si la guerra concluyera hoy mismo, el costo acumulado equivale a las dos terceras partes del gasto militar de los Estados Unidos –más de dos billones de dólares– y es inasumible para ningún país. 

A su parecer, si se atiende solamente al comportamiento histórico de la Casa Blanca en estos casos, es claro que no existe tal cosa como una política de «salvataje» de terceros países que ellos cooperaron en arrasar, acaso con la única excepción del Plan Marshall, con el que se financió la reconstrucción de Europa tras el fin de la II Guerra Mundial.  

En su criterio, el desinterés de este liderazgo occidental por lo que sucede más allá de sus narices tampoco colabora en favor de una resolución racional y pragmática del conflicto con Rusia, algo que contrastó con el compromiso de los líderes latinoamericanos del primer ciclo progresista: Hugo Chávez, «Lula», Fidel Castro, Néstor Kirchner o Evo Morales.

No obstante, destacó que esta prepotencia en presentarse como «dueños del mundo» y pretender que solamente son relevantes sus decisiones, son síntomas de esa transición hegemónica a la que aludió previamente y de los numerosos conflictos que un proceso de tal naturaleza entraña. 

¿Quién está pagando el costo de la guerra en Ucrania?

Borón se suma a lo expresado por el diario Los Ángeles Times, que dijo a las claras que la reunión del G7 fue solamente para hablar de la crisis en Ucrania, pero no para proponer soluciones sobre los efectos que ha tenido su política de sanciones y que llevó el precio del petróleo «por las nubes», perjudicando a sus propias poblaciones. 

En ese orden puntualizó que si bien es cierto que Rusia está sufriendo los costos de la guerra en diversos frentes, al mismo tiempo, sus ingresos se han beneficiado por el alza de los precios de los hidrocarburos y «está gobernada por un personaje que tiene un manejo de la política internacional muy distinto de los líderes del G7», que en su opinión, «no saben nada». 

Para ilustrar lo que considera equívocos imperdonables, comentó el caso del actual gobierno alemán, conducido por Olof Scholz, porque que desde su punto de vista capituló frente a Estados Unidos y abandonó el sentido de soberanía de los intereses de Alemania que defendió Angela Merkel en sus años como cancillera. 

Una expresión de esta genuflexión fue el haber detenido la certificación del gasoducto Nord Stream 2 luego de que Rusia reconociera la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, aunque estaba listo para entrar en operación y Berlín había destinado ingentes recursos en el proyecto.  

De nuevo, con interés de contrastar, sintetizó lo que expresara Putin en el Foro de San Petersburgo en relación con este tema, pues de manera diplomática y sin mencionar a ningún país en particular, advirtió de las consecuencias que traería el hecho de que algunas naciones optaran por ceder su soberanía frente a potencias extranjeras, en desmedro de su propia integridad. 

Pero Scholz no fue el único líder criticado. Tras formular un breve comentario sobre la salud cognitiva de Biden sin dejo de burla, Borón cargó contra Boris Johnson, al que calificó como «zafado» –desequilibrado– y señaló que «cada vez que abre la boca es un desastre», en referencia a sus infortunadas declaraciones dirigidas a Putin y que le valieron una contundente respuesta por parte del líder ruso. 

El plan de EEUU para destruir a Rusia

Atilio Borón insistió en que en el relato de la guerra en Ucrania, se deja de lado que Rusia ha sido agredida intermitentemente desde tiempos de la Unión Soviética y que la peor agresión se produjo con el quiebre de la promesa hecha a Mijaíl Gorbachov y ratificada a Boris Yeltsin relacionada con la no expansión de la OTAN hacia el este de Europa, lo que viene ocurriendo sistemáticamente desde 1997. 

«Si sales a repeler eso, ¿eres el agresor o respondes a la agresión?», cuestionó, antes de recordar que la disputa del Kremlin siempre ha sido con la OTAN y no con los países europeos, puesto que en 2007 propuso integrar a Rusia al bloque económico europeo, una propuesta que nunca terminó de cuajar. 

Por otro lado indicó que tras la caída de la Unión Soviética, un alto funcionario del Pentágono elaboró un informe secreto que se filtró parcialmente a la prensa y cuyo contenido puede resumirse como sigue: no importa que ahora Rusia sea un país comunista, sigue siendo un país muy grande y con enormes recursos, por lo que es un obstáculo en la promoción de los intereses nacionales de Estados Unidos en Europa y probablemente en otros sitios. 

El analista recuerda que en su día esas revelaciones produjeron un gran escándalo que fue rápidamente acallado y echado convenientemente al olvido, hasta que en 2019 se conoció el Informe RAND, en cuyas páginas está «completamente vaciado» lo que ahora sucede en Ucrania. 

Más específicamente, se aconseja a Estados Unidos a provocar a Rusia con la instalación de armas letales en suelo ucraniano, para obligarla a emprender una campaña militar, que de extenderse, causaría su ruina económica, detalló. 

Esta tesis, explicó, se soporta en los trabajos del historiador británico Paul Kennedy, en los que sostiene que los imperios caen porque se sobreextienden en sus capacidades y documenta su hipótesis con ejemplos, incluyendo a la propia Unión Soviética.  

«Ante esa realidad –porque ese informe lo conoció Putin a través de sus servicios de inteligencia–, ¿qué queda? La invasión preventiva», argumentó, a lo que se ha respondido con demonizaciones, caricaturizaciones, rusofobia y una andanada de sanciones, omitiendo que la instalación de ojivas nucleares en Ucrania implica que los misiles llegarán a Moscú en 5-7 minutos, lo que impediría a Rusia detener el ataque.

A su parecer, esta es la razón por la cual «Estados Unidos sigue sigue tensando la cuerda y sosteniendo a Zelenski», que instigado por la OTAN en su afán de atacar a Rusia, ha propiciado la quema de más de 100.000 millones de libros escritos o traducidos al ruso y proscrito todo lo ruso, con el subsecuente deterioro de los lazos históricos de los pueblos ruso y ucraniano. 

China en la mira de la OTAN

Con referencia a los resultados de la recién concluida Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN de Madrid, indicó que en nuevo documento presentado –que lleva por nombre Conceptos Estratégicos– se puntualizaron dos conclusiones: en primera instancia, que Rusia es el enemigo inmediato al que hay que vencer; en segunda, que el enemigo principal es China, razón por la cual se reivindica la independencia de Taiwán, pues será en lo sucesivo su arma de provocación hacia el gigante asiático. 

Borón advierte que este movimiento es claramente peligroso, pues echará al traste los tratados suscritos en la década de 1970 entre Mao Zedong y la dupla Nixon-Kissinger, con la que cesó la usurpación de 25 años del asiento de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas consentida por Occidente en favor de Taiwán y se reconoció que la isla forma parte integral del territorio chino. 

«Esto es jugar con fuego y pueden salir chamuscados. Hoy por hoy, China no es un país indefenso como lo fue en otro tiempo. Aunque no tenga gran capacidad ofensiva, tiene el segundo gasto militar del planeta y ha desarrollado tecnología de misiles supersónicos», señaló.

Sin embargo, pese a lo catastrófico que pudiera sonar su comentario, el escritor argentino matizó que estas pretensiones de la OTAN podrían ser perfectamente bravuconadas para micrófonos y no un plan real de ataque, como se desprende de informes de expertos militares estadounidenses compartidos en los medios de comunicación y que pueden ser consultados por cualquiera. 

En ese orden, refirió el que ofreciera semanas atrás un general retirado en Fox News, en el que advertía que si China decide tomar Taiwán, la operación demorará un par de días, al tiempo que a sus fuerzas les demoraría semanas llegar al campo de batalla, haciendo completamente inútil cualquier movilización de armas y tropas, debido a los complejos procedimientos logísticos que están detrás de una operación de semejante magnitud, para la que harían falta no menos de 200.000 soldados. 

En el ámbito financiero, las cosas no son mejores para el Occidente global, pues salvo en América Latina, el dólar es una moneda en creciente depreciación porque desde 1971 carece de respaldo en oro y su fortaleza se basa en la confianza de los mercados mundiales, que al estar claramente disputados, no vislumbran estabilidad sino caída. 

De otro lado, Borón opina que en caso de un eventual ataque estadounidense, los chinos podrían desprenderse de los casi dos billones de dólares en bonos del Tesoro y el dólar caería sin remedio y sin posibilidad alguna de recuperación. 

Se estrecha el cerco contra Rusia 

En referencia a un comentario de Pérez Pirela relacionado con la creciente inflación y con la decisión de enviar más armas a Ucrania adoptada tanto por el G7 como por la OTAN, insistió en que Washington y sus aliados tienen como estrategia prolongar la guerra en Ucrania tanto como sea posible, bajo la hipótesis de que el conflicto terminará por desangrar a Rusia y la conducirá a la quiebra económica. 

Una vez conseguido este objetivo, el plan estaría muy claro: partir a Rusia en seis o siete repúblicas independientes, a la manera como lo hicieron con la extinta Yugoslavia. 

«Esa es la locura del sistema político estadounidense. Están jugando con la vida, el bienestar y la felicidad de millones de personas. Europa va a pagar con sangre su sumisión al embarcarse en una guerra que no era suya», reiteró. 

Sobre las implicaciones prácticas del último documento de la OTAN apuntó que lo más destacable es que sus miembros abandonan la retórica de que es un bloque defensivo para asumirse de lleno como un ejército imperial con presencia global, !con base en lo que cínicamente denominan «la defensa de un orden internacional basado en reglas», que naturalmente son dictadas por ellos. 

Del mismo modo indicó que la expansión de la OTAN con la inclusión de Suecia y Finlandia no traerá nada bueno y, antes bien, incrementa el riesgo de una guerra termonuclear por la proximidad de Finlandia al territorio ruso. 

«¿Es imaginable que pueda haber seguridad en el mundo excluyendo a un país cuyo territorio equivale al de Suramérica, salvo Paraguay? Hasta Henry Kissinger advierte que mantener esta situación no tiene sentido», comentó. 

Recordó, asimismo, que el único precedente de esta situación es el caso de la Crisis de los Misiles de 1962, que se extendió por 13 días y se resolvió a través de una negociación directa entre Nikita Jrushchov y John F. Kennedy, pues la URSS accedió a retirar sus misiles de Cuba y Estados Unidos hizo lo propio con los misiles que había instalado en Turquía y que habían dado origen a todo el conflicto.

No obstante, descartó que en el presente se pueda implementar una solución como esta, «porque el gobierno de Ucrania no existe, hacen lo que dice Biden» y los asesores de Zelenski «no parecen tener idea del nivel de peligrosidad existente», pues ya no valen la idea de que el que golpea primero ganará el conflicto, puesto que una potencia agredida termonuclearmente puede responder de la misma manera, aunque ello implique un invierno nuclear que comprometa la sobrevivencia del planeta.

«Por eso la preocupación de mucha gente, que sin coincidir políticamente, están de acuerdo en que Estados Unidos debe terminar esa guerra y dejar de agredir a Rusia», concluyó. 

(LaIguana.TV)