En Venezuela, Guaicaipuro es símbolo de resistencia y acaso no hay mayor demostración de resistencia que la conservación de una lengua, pues con ella se construyen mundos enteros.

Por ello y a propósito de otra conmemoración del Día de la Resistencia Indígena, el periodista Clodovaldo Hernández conversó en su programa Cara a Cara con el antropólogo y lingüista venezolano Esteban Emilio Monsoyi, quien expuso en detalle los esfuerzos que se están haciendo para revitalizar el caribano, el idioma hablado antiguamente en el centro del país, la lengua de Guaicaipuro.

El especialista puntualizó que «hay una diferencia importante entre revitalización de un idioma y su reinserción«, porque lo primero apunta hacia la promoción, estudio concienzudo y divulgación del idioma por diversos medios, mientras que lo segundo supone la construcción de una comunidad de hablantes capaz de «conversar, intercambiar ideas, leer, escribir, etcétera y trabajar incluso como idioma oficial con una lengua dormida».

Monsoyi explicó que el caribano «geográficamente se extiende por toda la costa, desde Borburata (Yaracuy) hasta Caripe (Monagas)», tocando la zona guaiquerí, al oriente del país y para el proceso de revitalización se está apelando parcialmente a cumanagotos y chaimas, pues esto grupos hablaron esa lengua «de una manera coloquial» hasta hace relativamente poco tiempo.

No obstante acotó que desde hace aproximadamente 200 años, en el centro no solo no se habla caribano, sino que las personas ignoran su existencia.

«Se están haciendo bastantes cosas para de alguna manera reinsertar la idea, pero no hay todavía el conocimiento compartido de la lengua, de la forma que la constituye», por lo que de momento es «un tesoro inaccesible«.

La otra fuente para esta reconstrucción lingüística son los trabajos de los misioneros de los siglos XVII, XVIII y XIX, quienes escribieron la gramática del caribano y sentaron las bases para que otros lingüistas abundaran en la investigación pormenorizada de la familia de lenguas caribe.

«Con los trabajos de los misioneros y con el tiempo transcurrido, ahora contamos con una gramática, un vocabulario, también la pronunciación. No nos falta absolutamente nada», precisó, en atención a los recursos disponibles para emprender la tarea de revitalización de esta lengua.

El experto sostuvo que como especialista en esta familia lingüística, ha logrado formar a una veintena de alumnos que «están en perfectas condiciones para intercambiar frases y oraciones» en caribano.

En su decir, el proyecto ha despertado la atención de autoridades como el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, a quien le hicieron una presentación del uso del idioma en situaciones cotidianas.

«A pesar de ser una cosa muy comprimida, pocas oraciones, eso demuestra que el caribano se puede conversar y se puede utilizar como cualquier otra lengua», apuntó, antes de hacer una breve demostración práctica que diera cuenta de lo que antes afirmara.

El también catedrático destacó que fonéticamente, el caribano se asemeja al pemón e incluso comparte palabras con este, pero las diferencias gramaticales hacen que ambas lenguas no sean intelegibles entre sí.

¿Cuál es el camino a seguir para revitalizar el caribano?

Esteban Emilio Monsoyi aseveró que el caribano, también llamado caribe de la costa, funcionaba como una especie de lengua franca entre las poblaciones originarias que habitaban el centro-norte de lo que hoy llamamos Venezuela.

«Era el tesoro compartido del centro-norte de Venezuela, que convivía con otras lenguas indígenas de otro origen, pero servía como un punto de partida (…) de una gran comunidad de hablantes, que se comprueba a través de la resistencia indígena. Esa es la razón por la que los chaimas y los cumanagotos resistieron mucho más», destacó.

En su criterio, pese a la conquista, aún perviven vestigios de esa herencia cultural, incluso entre habitantes del Valle de Caracas, algunos de los cuales le han mostrado registros que dan cuenta de su filiación con las poblaciones originarias.

«No es algo muerto sino algo dormido. Sería interesantísimo que nosotros en la propia zona capitalina tuviéramos también una de las lenguas oficiales indígenas totalmente vivas y en capacidad de difundirse, de diseminarse de extenderse. En eso estamos trabajando», expresó.

Sobre esa premisa, el especialista comentó que además de constituir núcleos de hablantes, su equipo trabaja en la traducción de documentos oficiales que a la postre puedan constituirse en un acervo del país.

A contrapelo de lo que sostienen otros lingüistas, Monsoyi insiste en que es posible no solo reinsertar una lengua –lo que implica un conocimiento restringido del idioma– sino revitalizarlo exitosamente, porque hay suficientes muestras exitosas de ello.

El punto de partida son los llamados «núcleos duros» de hablantes, que dominando la lengua, se encargan de transmitirla a sus descendientes, con lo que su capacidad de expansión se incrementa ostensiblemente.

«En Irlanda, no todo el mundo habla irlandés. Lo habla un 30 % pero eso es suficiente para transmitir la lengua y ya no se puede decir que está desapareciendo», ilustró.

Sin embargo, aunque no haya hablantes, el proceso de reconstrucción lingüística puede tener lugar siempre que se disponga de una gramática y es allí donde se asienta el esfuerzo de revitalización del caribano.

«Si a nivel mundial, los indígenas han recuperado cierto nivel de politización, de autonomía, de participación en Naciones Unidas, si se han recuperado política y culturalmente hasta cierto punto, ¿por qué no va a ser posible que hasta cierto punto se recupere su lengua?», cuestionó.

A estos efectos, Monsoyi creó la metodología de Talleres Antropolingüísticos de Activación Inmediata (TAI), que permite que desde el primer momento los interesados aprendan frases sencillas y se familiaricen con el sonido de las palabras en el idioma estudiado.

En su criterio, esta estrategia de enseñanza es lo suficientemente universal como para ser empleada en el estudio de cualquier tipo de lengua, sin excepción. «No hay contradicción, eso cabe en la mente humana normal, sin ser un superdotado», aseveró.

Contra la minusvalización de las culturas

Al ser inquirido por Hernández sobre la utilidad de aprender caribano, el lingüista valoró que la pregunta más bien debía formularse al revés: «¿Por qué en una sociedad normal, sin imperialismos y que no haya sido humillada, desplazada o colonizada, ningún pueblo se queja de su idioma?».

Monsoyi estima que, antes bien, sucede todo lo contrario: con independencia de su tamaño, ese pueblo está orgulloso de su cultura y la transmite de generación en generación.

Este enfoque, argumentó, permite cuestionarse por qué desaparecen las lenguas y las culturas, así como las razones tras la vergüenza étnica, que asoció indefectiblemente a los procesos de dominación.

«Aún los que denigran del pasado o de la herencia indígena o no las reconocen como lenguas o culturas, al menos están hablando. Se acabó ese silencio, ese mutismo que impedía que hubiera intercambio de ideas en el terreno positivo o negativo para poder reclamar el derecho de existir», señaló.

Así, a contrapelo de lo que posiciona el discurso dominante, que exalta la llamada cultura occidental y reconoce en ese estatus a unas pocas más, en el continente hay muchas otras culturas que no son las de Mesoamérica a las que se despachó con la categoría «cazadores y recolectores».

«Tenemos la Amazonía, la Gran Sabana, etcétera, no solo como el resultado de cosas naturales sino también como el resultado de culturas que la han hecho posible a través de la agricultura y la recolección, porque diseminan los frutos, se reparten mejor las especies en la cacería e incluso, han creado nuevos ecosistemas», apreció.

El antropólogo indicó que lo antes dicho deja en evidencia los límites que acusan herencias epistemológicas de diversas disciplinas para dar cuenta de esas complejidades o pretender explicarlas a través de lógicas que son aplicables a sociedades distintas a las locales

«Si las estudiamos de una manera desprejuiciada, partiendo de sus propios representantes y no solamente a partir de escritores, sabios y profesionales extranjeros, vemos que la historia humana es mucho más antigua y ha habido hasta ahora creaciones indígenas que no se han podido superar, a pesar de los años transcurridos», arguyó.

A su parecer, hay que apostar «por la pluralidad de civilizaciones» en lugar de contentarse con otorgar el papel de antecedentes a las culturas que, en sí mismas, dejaron importantes legados a la humanidad.

«El proceso civilizatorio ha sido completamente multilineal y esas múltiples líneas han interactuado. Gracias a ello tenemos ahora una situación donde vemos culturas importantísimas en África (…), pueblos a los que nadie les atribuía una importancia cultural, ni siquiera ecológica. Ahora estamos viendo que se trata de un proceso múltiple, del cual también formamos parte», puntualizó.

¿Qué hace el mundo para revitalizar sus lenguas?

Monsoyi comparte que iniciativas como la designación de la lengua mapoyo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad son muy importantes en el proceso de revitalización de lenguas.

En sus cálculos, en unos 10 años estos esfuerzos ya mostrarán sus primeros frutos e incluso se podrá revertir «la mal llamada extinción de culturas y lenguas», que sin ser perfecta, sí sería perfectible y, «seguramente» evolucionará en la perspectiva «correcta».

El especialista acotó que su apreciación no se sustenta en optimismos exagerados, sino que está respaldada en los resultados de las medidas que se han tomado para frenar la desaparición de lenguas y culturas, así como en su propia experiencia en tanto lingüista.

Para concluir precisó que en el proceso de revitalización del caribano están involucrados el Centro Nacional de Historia, la Universidad de las Artes (Unearte), la gobernación del estado Miranda, el Ministerio de la Cultura, entre otras instituciones, a las que los interesados pueden acercarse para aprenderlo.

(LaIguana.TV)