El filósofo Miguel Ángel Pérez Pirela señaló que el acuerdo entre los gobiernos de EEUU y México que permite la deportación de migrantes venezolanos que ingresen irregularmente a través de la frontera terrestre, devolvió a los grandes titulares el drama de la migración económica a través de la selva del Darién, considerado uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo. 

Pérez Pirela precisó que la administración Biden anunció que otorgará 24.000 visas humanitarias anuales para venezolanos que cuenten con un patrocinante en territorio estadounidense, que no hayan ingresado irregularmente a México o a Panamá y que no hayan sido expulsados de Estados Unidos en los últimos cinco años. 

A su parecer, la resolución dejó al descubierto el uso instrumental de una migración derivada de las políticas de la Casa Blanca hacia Venezuela y el criterio aporofóbico de Washington, como apuntara el periodista Clodovaldo Hernández en una reflexión publicada este domingo en LaIguana.TV bajo el título: “Si usted es pobre, por acá ni se asome”: Los gringos se sinceraron con la diáspora (+Clodovaldo), del que procedió a leer algunos fragmentos. 

“Un tuitero muy asertivo semánticamente, dice que toda la nueva normativa de Estados Unidos para los connacionales aspirantes a vivir allá se puede resumir en la frase: ‘No se aceptan venezolanos pobres’. 
 
Como suele ocurrir, la realidad suena más real cuando es expresada con extrema crudeza, como lo hizo este audaz traductor de la palabrería burocrática gringa. Esa es la verdad desnuda. Lo demás es eufemismo, disimulo, circunloquio o –como decimos en este trópico– pura paja. 
 
Lo que ha ocurrido es que tanto las autoridades estadounidenses como muchos inmigrantes venezolanos que ya tienen cierto tiempo allá (y algunos se sienten ‘americanos’, en la acepción gringa del gentilicio) empezaron a ver con horror que el Arca de Noé se les estaba llenando de especímenes indeseables. Uy. 
 
Y entonces tomaron medidas para reservarse el derecho de admisión, basándose en el principio de soberanía, el mismo que Estados Unidos les niega a los demás países, incluyendo sus amigotes europeos (pero ese es otro tema). 
 
Y la medida fundamental, como bien lo resumió la persona indicada arriba, es que si no tienes plata –o un amigo con plata– no te vistas que no vas. O puedes ir, pero te van a rebotar en la entrada como a cualquier otro hispano sospechoso. 
 
Se acabó el idilio de la Migra con las madres que, según reseñas de los medios, pasaban a nado el río Bravo con un bebé en brazos y del lado de allá las agentes femeninas las esperaban con pañales y teteros calientes. O las historias de los señores que, al coronar la faena, besaban llorosos la tierra de la libertad. 
 
Ahora, se inventaron una muy propia de esa sociedad de corporaciones y grandes negocios: para ser bien recibido allá debes tener un patrocinante, alguien que pague una especie de fianza anticipada, no vaya a ser que tú pongas la torta en casa ajena. 
 
No puede estar más claro que con ese sistema solo podrán ir a disfrutar su ‘modo americano de vida’ los que tengan dinero suficiente para conseguir su sponsor. Florecerá el negocio (ya debe estar floreciendo) de pagarle a alguien que tenga la ciudadanía para que se declare patrocinante. Y seguramente los niños de pecho de la oposición golpista venezolana van a llevarse la mejor tajada. Ellos son así». 
 
Tras citar a Hernández, enfatizó que no se trata de una opinión aislada, sino de una denuncia que alcanza a todo el continente desde hace largo ayer, aunque tendenciosamente ahora solo parezca vestir ropajes venezolanos, como se ha pretendido decir. 

(LaIguana.TV)