A pesar de que los precios de la energía en Europa han bajado considerablemente en los últimos tres meses, el costo del gas y la electricidad siguen siendo exorbitantes. El gas es ahora siete veces más caro que entre 2000 y 2020, mientras que la electricidad es 10 veces más costosa en comparación con los promedios históricos, sostiene el columnista de Bloomberg Javier Blas. 

Sin embargo, no solo los altos precios son motivo de preocupación, sino el tiempo que permanecerán ahí. Además, destaca que la temporada de invierno solo ha empezado, y aún quedan más de los 100 días más fríos del año. «Lo peor de la crisis energética de Europa no ha terminado», afirma. 

La asociación de empresas europeas que gestionan la red de transporte de energía (ENTSO-E), aseguró la semana pasada que «la situación de este invierno es crítica pero manejable«. Sin embargo, ante la inestabilidad de los mercados energéticos, solo unos pocos grados centígrados o unos pocos días sin viento separan a Europa de tener suficiente energía para pasar el invierno, argumenta Blas. 

En este sentido, señala que las redes energéticas se han visto obligadas a apoyarse más en las centrales eléctricas de gas y en el caso de Alemania en el carbón, que la semana pasada llegó a la producción del 40 % de su energía a partir de esta materia prima, lo que llevó a una contaminación similar a la de la India y Sudáfrica. 

Por otra parte, Blas indica que Europa ha gastado 700.000 millones de euros en ayudas para mantener los precios minoristas de la electricidad y el gas por debajo de lo que dicta el mercado, lo que ha permitido a los hogares y a las pequeñas empresas resistir la crisis. No obstante, estas medidas no durarán para siempre y mientras los costos energéticos sigan siendo altos, representan una amenaza para el sector manufacturero. 

El columnista concluye que Europa está lejos de haber pasado lo peor, mientras «los precios de la energía siguen siendo extremadamente altos, el continente está a merced del clima, el costo de los subsidios aumenta a un ritmo insostenible y las empresas advierten sobre la desindustrialización». 

(RT)