Este miércoles 7 de diciembre el Congreso de Perú aprobó la vacancia del presidente Pedro Castillo por «incapacidad moral» y los efectivos policiales procedieron a su detención, horas después de que el primer mandatario declarara la disolución del parlamento, en medio de la crisis política que atraviesa el país andino.

Se trata de un nuevo golpe de Estado perpetrado en la región, en el que -para muchos- sale a florecer el papel de la Organización de los Estados Americanos (OEA), liderada por Luis Almagro.

Recordemos que el pasado 19 de octubre Castillo solicitó ante la OEA la activación de la Carta Democrática Interamericana, para frenar los reiterados intentos de golpes de Estado y resolver la coyuntura política.

Un mes más tarde arribó a Lima una delegación de la OEA de la que participaron funcionarios y exfuncionarios de media docena de países, cuya misión era supuestamente estabilizar la situación interna de Perú. Dicha visita generó controversia y un sinfín de reacciones tanto de seguidores como de detractores del Gobierno peruano.

No en vano, países como Bolivia han manifestado en reiteradas oportunidades su desconfianza plena en la intervención de la OEA dentro de la situación política en Perú, tomando en cuenta que este organismo fue el que impulsó el golpe de Estado perpetrado contra Evo Morales en 2019.

«Desde mi experiencia, sugiero al compañero Castillo no confiar en la OEA ni en Luis Almagro. Todas las instituciones y la comunidad internacional deben respetar el resultado de la voluntad soberana del pueblo peruano», escribió el propio Morales en su cuenta de Twitter luego de que el primer mandatario de Perú resultó electo como presidente en 2021. 

(LaIguana.TV)