A propósito del 40 aniversario del Viernes Negro, una fecha que partió en dos la historia económica de Venezuela, el periodista Clodovaldo Hernández entrevistó para su espacio Cara a Cara a la economista y profesora universitaria Judith Valencia.

Aunque la debacle cambiaria se produjo el 18 de febrero de 1982, Valencia cifra sus orígenes hacia 1964, cuando comenzaron a emerger dos fracciones de la burguesía nacional: una que pretendía mantener su alianza con el Estado y otra que pugnaba, de más en más, por su internacionalización.

Así, el rastreo de fuentes históricas ubica a personajes como el banquero Pedro Tinoco a la cabeza de una importante Comisión para la Reforma del Estado en 1964 durante el gobierno de Raúl Leoni y luego, en 1989, figura como uno de los líderes del extinto Cordiplan, organismo extinto donde se diseñaban los Planes de la Nación.

De esto, la especialista desprende que se trata no solo de un miembro de la burguesía emergente en alianza con el Estado, sino de un operador político que es capaz de poner las agendas públicas al servicio de los intereses de su clase.

Del lado del partido socialcristiano Copei, la otra pata del bipartidismo cuartorrepublicano, la figura fue Abdón Vivas Terán, economista de la izquierda cristiana que sería el arquitecto de la política económica del presidente Luis Herrera Campins, en la primera magistratura cuando los eventos del Viernes Negro.

Empero, Judith Valencia va más lejos y asegura que estos planes, siempre imperiales, se concatenan con la exclusión de Brasil del proyecto de integración de América Latina de la posguerra con el derrocamiento del gobierno de Joao Goulart y la desarticulación de otras formas de cooperación regional que no resultaran convenientes para los intereses de Washington.

De allí que, para ella no exista la menor duda de que la fuga de 30.000 millones de dólares entre diciembre de 1982 y febrero de 1983, detonante de la devaluación, el establecimiento de controles de cambio, la inflación y una crisis económica que apenas ha dado respiro en cuatro décadas, fue una jugada fríamente calculada para forzar que la burguesía nacional se transforme en una burguesía centrada en la inversión extranjera, una de las piedras angulares del proyecto neoliberal que ya avanzaba desde la década anterior.

Además insiste en que el proceso de contracción también fue una operación planificada a través del endeudamiento –que también cataloga como un «proyecto de expansión imperial»– durante la así llamada Gran Venezuela de CAP, pues era evidente que quien le sucediera en el cargo no tendría cómo hacer frente a las demandas sociales, pues su presupuesto estaría atado al pago de los intereses fijados por la Reserva Federal.

Valencia sostiene que la concomitancia de estas dos situaciones –salida de capitales y contracción económica profunda– fueron las condiciones de posibilidad para garantizar que tanto CAP como Rafael Caldera, cabezas del bipartidismo nacional de entonces, se aseguraran un segundo mandato, ya no a favor de las agendas de sus organizaciones políticas sino al servicio de la burguesía emergente.

La especialista insiste que los efectos de la contracción económica son bien conocidos por la población venezolana, ampliamente sometida a ellos salvo unos pocos años durante el gobierno del comandante Hugo Chávez, por lo que lo importante es tener claro que esta estrategia que ocasionó el Viernes Negro hace 40 años sigue vigente y, en última instancia, explica el presente.

Puede disfrutar del resto de esta esclarecedora entrevista en el video adjunto.

(LaIguana.TV)