La Operación Especial Anticorrupción desplegada por el Estado venezolano, que ya deja como saldos la revelación de importantes tramas de manejos ilícitos y la imputación de altos funcionarios por su presunta participación en los hechos, motivó al periodista Clodovaldo Hernández a conversar con el psicólogo y cultor José Garcés, autor del libro Psicología de la corrupción», para develar las causas estructurales de este flagelo, pues a pesar de las medidas adoptadas para frenarlo, sigue reproduciéndose.

El especialista, que basó sus conclusiones en los resultados de un trabajo de campo que implicó la evaluación exhaustiva de funcionarios policiales que habían sido sindicados por concusión y corrupción, arrojó importantes pistas sobre el fenómeno, que tiene bastante más de colectivo de lo que podría pensarse a simple vista.

Garcés apunta que la primera condición de posibilidad que favorece las prácticas corruptas, es la existencia fáctica de dos normativas, que coexisten en permanente contradicción: la normativa institucional, a menudo registrada por escrito en voluminosos manuales que suelen caer en el olvido y la «extrainstitucional», conformada por el conjunto de prácticas que conllevan el quebrantamiento de las normas de funcionamiento.

El psicólogo refirió que el primer campanazo acerca del carácter social –y, por tanto, colectivo– que entraña la corrupción se produjo cuando los sujetos que participaron del estudio, lograron aprobar sin problemas las evaluaciones psicológicas integralmente consideradas.

Así las cosas, indicó esta «doble normativa», que ofrece «la posibilidad de que el sujeto por un lado pueda cumplir la norma y, por otro, burlarla, puede dar cobijo a estructuras de tipo delictual, en donde una de esas normas que se burlan puede ser el enriquecimiento ilícito y la corrupción», es decir, pueden desplazarse flexiblemente entre uno y otro marco normativo.

«Ese sujeto que tiene ese tino, que tiene ese olfato para pasar de una normativa a la otra y de identificar al corrupto, es lo que nosotros nos hemos dado a llamar el sujeto delta o la condición delta», una tipología que puede ser detectada a través de una prueba específica que ofrece un margen bastante aceptable de confianza para predecir qué persona tiene más riesgo de incurrir en actos de corrupción.

Otro importante hallazgo que reveló su investigación es que la corrupción «es autorreproductiva», un concepto tomado de la teoría matemática del caos que indica que existen elementos «que empiezan a repetirse, a copiarse a sí mismos».

Dicho en palabras más simples, la corrupción se perpetúa aunque se tomen medidas aparentemente apropiadas para combatirla, porque la doble normativa «pareciera que da las pautas para que pueda mantenerse en el tiempo», con independencia de las personas que están ejerciendo los cargos.

De otro lado, a su parecer tampoco puede dejarse de lado el carácter ideológico que tienen consigo las prácticas corruptas, porque ellas se alimentan de la cosificación del dinero –entendido como propósito vital último– dominante en la sociedad y que en términos concretos, como los actos de corrupción, se expresan en «la búsqueda del dinero y la negación de los derechos del otro», una característica «psicológica» de la corrupción.

«Estamos construyendo una revolución que favorece lo colectivo sobre bases culturales que favorecen el individualismo. Es una contradicción seria que en algún momento vamos a tener que abordar. ¿Por qué? Porque los patrones ideológicos que estamos reproduciendo son patrones ideológicos y culturales del individualismo», advirtió.

Por lo antes dicho, Garcés fue enfático al asegurar que es más probable que una persona con una posición relativamente privilegiada para el ejercicio del poder –incluso en escalas pequeñas– se involucre en actos de corrupción, con el agravante de que cuando los implicados son altos funcionarios, sus detractores aplicarán lo que se conoce como «sesgo de confirmación». Es decir, en el contexto de una sociedad polarizada, cualquier caso servirá para tachar al resto del grupo de corrupto.

«Muchas veces, la posición favorece el ejercicio de la corrupción; muchas veces, los procedimientos no están claros. Los procedimientos de una organización suelen estar escritos en un mamotreto, abandonados en un escritorio y nadie sabe dónde están. Eso da lugar a la improvisación y a formas insospechadas de ejercicio dentro de la organización», abundó el experto.

Para finalizar, Garcés insistió en que como «vivimos en una sociedad altamente ideologizada» donde el valor dominante es el individualismo, todos «somos altamente susceptibles de caer en la corrupción».

«La persona en estos cargos [de responsabilidad], especialmente dentro de la revolución, tiene que ser una persona con unos principios morales firmes, férreos; con un entrenamiento moral y emocional determinante, porque si no… el peligro lo tenemos adentro de nuestra alma», concluyó.

Para disfrutar de la entrevista completa, haga clic en el video adjunto.

(LaIguana.TV)