Con patadas, puños y tirones de pelo, parlamentarias del oficialismo y la oposición en Bolivia chocaron el martes en una sesión pública del Congreso, que discutía la suerte del encarcelado gobernador derechista Luis Fernando Camacho, principal adversario del presidente Luis Arce.

El ministro de Gobierno (Interior), Eduardo del Castillo, fue convocado por el Parlamento bicameral para dar un informe sobre el encarcelamiento a fines de diciembre pasado del gobernador Camacho.

Camacho es acusado de promover el golpe de Estado contra el izquierdista Evo Morales en 2019, tras 14 años en el poder, y su sucesión por la senadora derechista Jeanine Áñez, también presa por similar causa.

Del Castillo, mientras defendía la legalidad de la detención, criticó a los parlamentarios de Creemos, el partido de Camacho, y los calificó de “grupos radicales, ladrones, violentos que vinieron a robar la billetera del pueblo boliviano”.

En medio de la intervención del ministro, un grupo de parlamentarias de oposición mostró pancartas con mensajes como “con presos políticos no hay democracia” y otro con una foto de Del Castillo y la leyenda “ministro del terror”.

Otro mensaje decía: “no fue golpe, fue fraude!”. La oposición asegura que lo ocurrido en 2019 no fue golpe de Estado, sino un fraude de Morales en las elecciones presidenciales de ese año para quedarse en el poder hasta 2025.

En respuesta durante la sesión, un puñado de parlamentarias oficialistas se abalanzó sobre las opositoras para quitarles sus letreros, según imágenes difundidas en las redes sociales.

Entre una veintena de ellas se formó riña por varios minutos en la que intercambiaron bofetadas, puños y tirones de pelo. Unos cuantos hombres de ambos bandos hicieron esfuerzos para apaciguar los ánimos.

El vicepresidente del Estado y presidente del Congreso, David Choquehuanca, anunció que convocará a los bloques políticos para evitar que se repitan estos incidentes.

El presidente de la Cámara de Diputados, el oficialista Jerges Mercado, consideró como “lamentable” y una vergüenza”.

(AFP)