Los retrasos de la represa Hidroituango y los posibles incumplimientos en otros proyectos estratégicos energéticos podrían dejar al país en déficit energético en los próximos años. En un diálogo con Sputnik, el experto Santiago Arango Aramburo explicó de qué depende que la crisis energética comience a sentirse desde 2027.

Desde la emergencia en Hidroituango el 29 de abril de 2018, en Colombia se instaló la duda sobre cuál sería el futuro energético del país. Este proyecto hidroeléctrico, ubicado en el municipio de Ituango y el corregimiento de Puerto Valdivia, en Antioquia (noroccidente de Bogotá), debía entrar en funcionamiento a finales de 2018 y generar 2.400 megavatios cada hora, representando el 17% de la demanda energética nacional.

Hasta el 30 de noviembre, Empresas Públicas de Medellín, encargada de Hidroituango, tiene plazo para que entren en funcionamiento las primeras cuatro turbinas y generar 1.200 megavatios de energía (a la fecha, falta que se encienda la turbina 4). Y la idea es que para 2027 todo el proyecto, como se diseñó, opere con sus ocho turbinas en un 100%.

Ese 2027 es un año clave para Colombia en términos energéticos. No solamente por las expectativas de cumplimiento en Hidroituango, sino también por otros proyectos necesarios para cumplir la demanda y potencia energética del país.

Con el ánimo de entender la situación energética a partir de 2027 y hacia un futuro, la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín adelantó una investigación sobre el balance de la oferta y demanda, lo que implicó analizar los posibles escenarios para el país en caso de incumplimiento de los proyectos y su compromiso de generación de energía.

Los escenarios

En total son cinco posibilidades que comprometen la capacidad energética. «El escenario base es el que se cumpla con todo lo planeado. De ahí, fuimos poniendo unos escenarios dependiendo de las circunstancias», le dijo a Sputnik Santiago Arango Aramburo, de la Facultad de Minas de la UNAL y quien participó de la investigación.

Además del incumplimiento, las otras eventualidades analizadas fueron los conflictos con las comunidades de incidencia, los retrasos y la dependencia entre proyectos. En ese orden, el escenario ideal, como menciona Arango Aramburo, es cumplir con los 362 proyectos estipulados que tienen la capacidad de potencia instalada para generar energía de 19.234 megavatios.

«El proyecto más importante que se debe de entregar es, sin duda, Hidroituango. Ese es el que nos va a dar potencia. Los otros tienen su importancia dependiendo de las zonas y las necesidades particulares», aseveró.

En el escenario actual del país, en el que el gobierno de Gustavo Petro está empeñado en descarbonizar las energías, el experto hace énfasis en la necesidad de que Hidroituango entre en operación debido al aporte en potencia que este proyecto va a dar.

«Los proyectos sostenibles, como el solar, puede generar energía suficiente para un día o un mes, en términos generales, pero no la necesaria para las horas picos, como las 7 u 8 de la noche, cuando se necesita potencia. Hacer esa transición requiere mirar los planes de potencia. Por eso es importante reiterar que el margen de potencia es diferente al margen de energía», apuntó.

Pese a que se cumpla el escenario uno, el estudio arrojó que el país entraría en un déficit de energía firme (energía eléctrica con la que siempre contamos las 24 horas) a partir de 2034, previendo la demanda para entonces y cualquier eventualidad climática.

El segundo escenario plantea que solo se cumplan con los proyectos que no tienen conflictos potenciales, como es el caso de los que se desarrollan en los departamentos de La Guajira, Cesar o Magdalena (norte de Bogotá). En esta situación, la capacidad instalada ascendería a 15.187 megavatios y se tendría un déficit de energía firme desde 2033 por las mismas razones que en el escenario uno.

En tercer lugar, está el escenario en que entran a operar los proyectos que no han reportado problemas hasta ahora, dejando de lado la segunda etapa de Hidroituango (se deben de instalar cuatro turbinas más para 2027). Con esta posibilidad, la capacidad instalada llegaría a los 15.305 megavatios y se presentaría un déficit de energía firme a partir del 2030.

Los últimos dos escenarios son los más preocupantes. El cuarto estimó que entren en funcionamiento los proyectos que no dependen de otros y en este caso la capacidad instalada sería de 8.572 megavatios. Y el quinto que solamente operen aquellos que tienen obligaciones y compromisos adquiridos, en el que se generarían apenas 3.592 megavatios.

¿Y ahora qué?

Arango Aramburo no llamó a la alarma, sino a la acción. «Estos son escenarios que muestran posibilidades a futuro y ayudan a evidenciar cuándo podría haber dificultades. Son escenarios de análisis para hacerles seguimiento, para impulsar que se hagan los proyectos y buscar estrategias para evitar llegar a estas circunstancias», explicó.

Por ejemplo, los escenarios 4 y 5 llevarían a un déficit de energía firme en 2027. En otras palabras, la potencia de energía hidráulica, térmica y eólica no lograrían cubrir la demanda. Ante esta situación, el experto señala oportunidades en la energía solar. «Aunque es una opción, representa un desafío porque son nuevas formas de operación y funcionamiento, a la vez de que hay que resolver cómo almacenarla para solventar las necesidades de energía en horas pico. Esto se puede solucionar, pero sigue presentándose el problema de costos», subrayó.

Por otro lado, Arango Aramburo también señaló la importancia de que en febrero próximo se realice la subasta del cargo por confiabilidad, pues esta busca resolver qué empresas desarrollarán los proyectos de suministro de energía que el país necesite del 1 de enero de 2027 al 30 de noviembre de 2028. De aplazarse la fecha, esto podría afectar las inversiones en el sector.

«Claro que hay un camino claro, se debe continuar con el seguimiento a los proyectos y que entren en operaciones», agregó el experto. Además de esto, el estudio también recomendó expandir la red de transmisión, y ponerles foco a las iniciativas que hay en Chocó y el Caribe, regiones donde hay más conflictos, retrasos y mayor población de demanda no atendida.

(Sputnik)