Un pueblo sin pasado es un pueblo sin historia, por cuanto lo vivido aporta elementos que sustentan lo que hoy existe como país, luchas y batallas que consolidan la identidad patria.
Es así como podemos recordar lo acontecido hace cinco años, el 23 de febrero de 2019, en la frontera colombo-venezolana, con la llamada “Batalla de Los Puentes”, en donde la intención fue vulnerar a una nación soberana bajo la excusa de la supuesta “ayuda humanitaria” y con un “show musical” como tela de fondo. No podían ocultar, sin embargo, las nefastas intenciones de la derecha apátrida y sus aliados internacionales.
Pero veamos cómo hilaban finamente el plan contra Venezuela en 2019, cuando la oposición comenzó el año “unida” bajo el liderazgo de un desconocido para el pueblo venezolano llamado Juan Guaidó, quien se proclamaría posteriormente presidente a finales de enero y planteaba un desafío político al presidente constitucional Nicolás Maduro. A pesar de la importancia del gesto, con los meses, su intención de presionar al gobierno bolivariano perdió fuerza y Maduro consiguió mantenerse en el poder.
Nicolás Maduro, victorioso en las elecciones del 2018, se juramentaría días después ante el Tribunal Supremo de Justicia nuevamente como presidente de Venezuela, tal y como dicta la Constitución. Sin embargo, el entonces secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo condenó la juramentación de Maduro, a quien señaló de incurrir en una “ilegítima usurpación de poder”.
Algo, sin duda, estaba “cocinando” la Casa Blanca cuando el 11 de enero, Guaidó anunció que se apegaría a los artículos 333, 350 y 233 de la Constitución para, en sus palabras, “lograr el cese de la usurpación y convocar elecciones libres con la unión del pueblo, Fuerza Armada y comunidad internacional…”.
Con mucha maña
Fue así como Juan Guaidó, el 23 de enero de 2019, tuvo la osadía de autoproclamarse como “presidente encargado” de Venezuela, de tal forma de servir la escena para un “febrero conspirativo”, con un plan que estaba siendo orquestado por sectores de la derecha venezolana, el imperio estadounidense liderado para el momento por Donald Trump y sus “acólitos” mandatarios Sebastián Piñera, por Chile; Iván Duque, por Colombia; y Mario Benítez, por Paraguay.
Logrado esto, Guaidó dio otro paso el 6 de febrero, cuando la oposición venezolana había previsto utilizar el Puente Internacional Anastasio Girardot -conocido también como puente de Las Tienditas- para traer “ayuda humanitaria al país”. El presidente Nicolás Maduro rechazó la ayuda exterior, diciendo que “no somos una nación de mendigos”, entendiendo perfectamente que la intención opositora era la del derrocamiento a fuerza de balas y sangre. De hecho, Guaidó declaró inmediatamente “que no descarta buscar la ayuda de los militares de Estados Unidos para sacar al presidente Maduro del poder”.
Unión cívico-militar
Tras la narrativa de esa supuesta crisis humanitaria se intentaba promover enfrentamientos internos que derivaran en una guerra civil, para justificar la invasión militar, típico artilugio del manual de guerra no convencional de Estados Unidos, aplicado en otras naciones como Irak, Libia y Siria.
Como preludio, el 22 de febrero de 2019 se celebró en la fronteriza ciudad de Cúcuta el concierto Venezuela Aid Live, ayuda en vivo cuyo significado lo cambiaron por el de ayuda en libertad, organizado por el magnate Richard Branson. Un show mediático para disfrazar las verdaderas intenciones y que tuvo una cobertura por parte de medios de comunicación internacionales.
Esa denominada “Batalla de los Puentes” fue el punto de quiebre para la oposición dado que no contaría con la unión- cívico militar que defendería la paz y la soberanía de Venezuela con un solo objetivo: que ninguna nación extranjera invada el suelo de Bolívar.
Una de las protagonistas de ese muro de contención que se logró en la frontera fue la diputada tachirense Iris Varela, quien para el momento era ministra para el Servicio Penitenciario.
“Derrotamos al imperialismo estadounidense que amenazaba con ingresar al país con unas tropas para hacer una incursión. Pero el valiente pueblo venezolano fue a cuidar la frontera. Estuvimos varios dirigentes, resistiendo junto al pueblo que no cesó en dar su vida por la patria”, afirmó al recordar que han pasado cinco años del acontecimiento.
Recordó que se vivieron momentos de mucha tensión en ambos lados de la frontera, pero desde el lado venezolano “era más la convicción de proteger a la patria, impedir cualquier violación territorial y enfrentarles, que la intención que había del otro lado, que era esperar alguna paga que vendría de la mano, quizá de los presidentes en ejercicios que se prestaron para ello, Piñera, Benítez y, sobre todo, Duque…”.
De allí, el fracaso
Es un hecho que más allá de la derrota militar, los sucesos posteriores convirtieron el show de la supuesta ayuda humanitaria y el concierto en un escándalo internacional.
Los envíos de la presunta carga coordinada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) fue quemada del lado de Colombia para ocultar el fracaso del golpismo.
El propio diario The New York Times, durante una investigación, se horrorizó al revelar días después su contenido, detallando que apenas una parte era alimentos o medicinas, el resto lo componía material para armar a grupos terroristas pagados para crear violencia en la frontera.
La parlamentaria recordó que la idea era que la misma “se propagara por otros estados como Barinas, Apure, Falcón y Bolívar”.
Pero el fraude, la malversación de fondos, el desvío de los recursos enviados por Washington, solo favorecieron las arcas de la derecha venezolana y se convirtieron en un boomerang para Colombia. Además, que políticamente Trump, el secretario general de la OEA, Luis Almagro; el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliot Abrams, Guaidó y sus promotores, fueron los perdedores de entonces, mientras que el amor por la patria fue el gran vencedor de la jornada.
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