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Deivis Cuello dijo que satanás hace cuatro años se le presentó y le dijo que caminara con él pero le advirtió que algo malo le iba a suceder.

 

Fue entonces cuando en marzo de 2012, unos de sus hijos de cinco meses, Joel Cuello, murió electrocutado al tocar el cable de un ventilador dentro de su casa en el barrio Sol de Maracaibo, detrás de la urbanización Altos del Sol Amado. “El diablo me puso a prueba y me quitó a mi hijo… me lo había advertido y por eso creo en él”, reveló sin ningún rubor este hombre conocido como un “palero”, brujo y santero, en el sector donde vivía con dos de sus hijos de su primera unión conyugal, una niña de doce años y Deivi Cuello, de nueve, a quien le quitó la vida tras darle una paliza por estar jugando en la calle el domingo 12 de julio.

 

Deivis Cuello tiene 27 años y es de origen colombiano. Estos dos infantes de su primera mujer, se los trajo a Maracaibo desde Ciudad Bolívar.

 

En la barriada Sol de Maracaibo inició una nueva vida con una mujer a quien los vecinos la conocían como Lilibeth, pero le llamaban “la loca”. Con ella tuvo otros tres niños y el menor fue quien falleció electrocutada al momento que esta lavaba una ropa. Hace seis meses se marchó con sus dos hijos y le dejó los otros dos.

 

Cuello trabajaba descargando camiones de mercancía en Mercasur pero todos lo conocía por sus “trabajos con los muertos” en una especie de altar que tenía en su casa. “Yo estoy tranquilo… pasa lo que los muertos quieren”, habría dicho en medio de su traslado a los tribunales.

 

Desde hace seis meses inició una relación con una mujer de nombre Yamileth, conocida como “La catira”. Con ella la niña de doce años y el niño de nueve se sintieron bien pues la mujer los trataba bien y Deivis redujo la frecuencia de las palizas.

 

Pero esta nueva relación no era constante. Según vecinos “La catira” estaba unos tres días y luego dejaba de venir. “Tiene más de quince días que no la vemos por aquí”, comentaron.

 

Quienes lo rodeaban no supieron explicar a exactitud que hacía Deivis Cuello. “Él fumaba tabaco afuera de su casa, bebía casi todos los días y ponía su música. Luego que lo detuvieron vimos una calaberitas; como cabecitas de muertos”, aseguró un miembro de esa comunidad que echó un ojo en la vivienda luego que el CICPC la allanara.

 

Triste fue el relato de la vida que llevaban los dos niños que a duras penas estudiaban en el colegió José Alí Lebrún del barrio La Pradera. Tenían marcados síntomas de desnutrición y generalmente se la pasaban solos. A veces días, pues su padre hacía maletas y se marchaba. De vez en cuando le decía a un vecino que le echara un ojo a la casa.

 

“Esos niños daban lástima… eran muy tranquilos, no eran groseros y agarraban la calle cuando tenían hambre. Se dejaban correr hasta cualquier vecino y se le metía la mano para ayudarlos.  La hembrita, quien hoy permanecía en una casa de refugio, cuenta que su padre les pegaba con un cable que tenía colgado en la pared. La última paliza se la dio a David hace más de una semana porque jugaba en la calle”, relató una dama.

 

Otro hombre dijo que a la una de la madrugada del pasado lunes Deivis salió con su hijo y él lo llevó a un CDI y luego al hospital materno de Cuatricentenario. A la hora fue que se enteró que el niño había muerto por maltrato. Unos policías arrestaron en el propio hospital materno a Cuello.

 

Hasta este mediodía la madre de la víctima no había llegado desde Ciudad Bolívar por lo que el cadáver aún permanecía en la morgue. La comunidad del barrio Sol de Maracaibo dijo que está dispuesta a retirarlo y darle sepultura si su madre no llega a tiempo.

 

(NAD)

 

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