“El hecho de pensarte, de leerte, de escucharte, de estudiarte, de soñarte, de recordarte y sobre todo de recordar tu infinito amor, me devuelve la fuerza para continuar”.

Con estas sentidas palabras, desde el Cuartel de la Montaña, en el 23 de Enero, el pasado 5 de marzo Rosinés Chávez, homenajeó a su papá Hugo Chávez.

La más pequeña de las hijas del Comandante participó desde ese mismo lugar en el podcast del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, para reflexionar acerca de las virtudes del Comandante, hombre que se anclo en el corazón de todo un pueblo.

Con sentimiento profundo recuerda los abrazos, las risas y el cariño que de niña recibió de su padre, el mismo que cultivo en ella la semilla próspera de la lectura.

Aunque de niña afirma que no recordaba algunas cosas, señala que con las acciones de su papá quedaba más que claro cuál era su camino.

Hoy ya más adulta, se desenvuelve con seguridad, se muestra curiosa y atenta a cada anécdota que asome nuevamente la personalidad generosa de Chávez.

Rosinés reflexiona acerca de las vivencias que forjaron su carácter amable, pero férreo, porque reconoce que el legado de “Chávez” está en pie, sigue fuerte, pero necesita de fortaleza y de trabajo duro para seguirlo elevando.

Relata con vehemencia las vívidas imágenes de su infancia junto a él y comparte la bendición personal que le daba.

“Dios te bendiga, te cuide, te favorezca toda la vida, que seas una mujer grandota, linda, bella, muy inteligente y sobre todo muy valiente como el abuelo Maisanta”. Recordó.

Rosinés, risueña como se muestra en las fotos que comparte con sus seguidores en redes sociales, lleva la obra de Hugo Chávez como la poderosa bandera que une a todo un país en la esperanza de una Venezuela mejor.

Así, ya da pasos firmes en la misma senda que su padre le inculcó, el amor por los demás.

Con esa dirección clara, asume que aunque físicamente no está, se aferra a su indeleble recuerdo, tal como lo expresó en su discurso del 5 de marzo, con el dolor a flor de piel.

“Ese mismo dolor intento transformarlo día a día en impulso, impulso para la vida misma, impulso para ser mejor persona, para crecer y dar lo mejor de mi, impulso para ayudar, para luchar por un mundo mejor”.

Rosinés reconoce que su papá construyó un camino a pulso, que le dio vida a un pueblo dormido, que estaba en penumbra y así escribe, para ella, para él y para todos.

“Te escribo por esas miles y miles de personas que en tu luz vieron esperanza, que en tus ojos vieron amor, que en tu andar vieron camino, que en tu accionar vieron ejemplo y compromiso, y en ti vieron a un líder, a un padre, a un amigo”.

(Nota de prensa)


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