Los 16 días de competición en los Juegos Panamericanos de Toronto (Canadá) han dado, como suele ocurrir en cualquier evento deportivo de estas características, para muchas anécdotas de todo tipo: desde una edición especial de condones a un caso de varicela pasando por robos y olas de calor.
Un día antes de la inauguración oficial, la futbolista mexicana Charlyn Corral enfermó de varicela, por lo que tuvo que ser sustituida por una compañera y obligó a tomar precauciones en la Villa de los Atletas.
A su llegada a dichas instalaciones, ese mismo día, la delegación brasileña se enteró de que en el aeropuerto de Sao Paulo les habían robado al menos veinte maletas con equipos deportivos. Afortunadamente, viajaban con repuestos.
Antes de que arrancase la ceremonia de inauguración también se supo que la abanderada uruguaya, Deborah Rodríguez, no podría desfilar por un retraso en su vuelo, según denunció en una red social la propia deportista.
Y una vez empezada las pruebas, la Policía de Toronto tuvo que intervenir el día 12 para sacar de una transitada autopista a nueve ciclistas brasileños que utilizaban la carretera para entrenarse.
Ese mismo día, se conocieron varios robos de equipos a fotógrafos en las instalaciones deportivas lo que obligó a la organización a advertir de los hurtos y recomendar que los tuviesen controlados en todo momento.
Otra recomendación, el 18 de julio, instaba a atletas y público a extremar las medidas de precaución por una ola de calor provocada por la combinación de un fuerte aumento de las temperaturas y alta humedad en la ciudad.
En las primeras horas de ese día, dos deportistas afectados por el calor tuvieron que ser trasladados a centros hospitalarios.
En la Villa de los Atletas, un total de 125 perros especialmente adiestrados fueron empleados para ayudar a los atletas a relajarse con su compañía antes y después de las competiciones.
Otro animal, en este caso un puercoespín bautizado como Pachi, ha sido la mascota oficial de los Juegos.
En la Villa, donde se han estado alojando miles de atletas, se habilitaron 7.150 colchones, se reservaron 75.000 litros de helado para los deportistas, alrededor de 35.000 hamburguesas y se tenía previsto servir unas 464.000 comidas.
Y entre esos atletas, las diferencias han sido extremas. Cuando la jugadora de bádminton guayanesa Priyanna Ramdhani nació, el jinete canadiense Ian Millar ya llevaba seis Juegos Olímpicos a sus espaldas. Once lustros han separado a la deportista más joven (13 años) del participante de mayor edad (68).
Una nadadora mexicana, Fernanda González, denunció las amenazas de la jefatura de misión de su país para obligarla a usar un traje de baño específico en sus pruebas de natación, lo que generó polémica en las redes sociales por sus declaraciones, en la que aseguraba que quemaría la prenda.
Otro problema distinto, relacionado con sus visados, fue el que afectó a la selección de béisbol de Nicaragua, que se quedó sin jugadores suplentes en su debut por un error del comité organizador, según su propia versión.
Y la “Panamanía” que ha vivido la ciudad canadiense estos días ha llegado hasta los condones especiales que se han repartido de forma gratuita a residentes, visitantes y atletas. Con referencias deportivas en sus envases, fueron diseñados por seis grafiteros de la ciudad.
La decisión de Toronto 2015 de “tener los Juegos Panamericanos más incluyentes y diversos de la historia”, incluyó la apertura del primer ‘PrideHouse’ de la competición, que abrió sus puertas para que los atletas homosexuales del continente tuviesen estos días un ambiente “seguro” para competir.
(EFE)