Nuestra invitada es falconiana de nacimiento, de allí que su primer patio de juegos fue, nada más y nada menos que Los Médanos de Coro.
Por una circunstancia del destino se mudó a Mérida contra su voluntad… Allá fue donde aprendió música, pero hizo carrera en Caracas, la capital del país.
Su talento para el canto de la música tradicional venezolana le permitió que rápidamente pudiera ganarse el respeto de todos los cantantes y músicos que de niña admiraba: Cecilia Todd, Lilia Vera, Francisco Pacheco, Aquiles Báez, Gualberto Ibarreto…
Hoy la cantante Ana Cecilia Loyo se sienta en El Sofá.
—Ana Cecilia, corazón, bienvenida… ¿Cómo estáis?
—Gracias, gracias. Súper contenta de reírme de tus chistes. No, de verdad, muchas gracias. He venido siguiendo todos los programas. Y de verdad que los he disfrutado muchísimo. Estoy un poquito nerviosa porque yo no sé. Yo soy tan llorona, pero tú me prometiste que no me ibas a hacer llorar.
—No, no, no vamos a llorar… Vos sos de Coro, ¿verdad?
—¡Vos sos loco, sos de Coro! Sí, sí, sí. Mi esposo dice que yo soy mejor persona cuando paso Los Médanos de Coro. Que cambia mi energía…
—Pero ¿de Coro, de la capital?
—De la capital, nací en coro. Toda mi familia es de la sierra. De Churugüara y de Santa Cruz de Bucaral.
—Mira, mi abuelo es de Churugüara…
—…Capaz y somos familia.
—Ana Cecilia, coriana que se respete tuvo que haber visto ya la película de Ali Primera…
—Ay, sí, sí.
—¿Qué te pareció?
—Me encantó. La he visto tres veces. Ok. La primera vez lloré, pero creo que era por la emoción. Esa fotografía de ver a Coro, a Falcón, lo árido. La sensualidad de lo árido, ¿no? Sí. Las ánimas de Guasare. Esa conexión fue maravillosa porque nadie habla de eso. Todo el mundo habla de José Gregorio Hernández, habla de las vírgenes, de la Chiquinquirá en Zulia, por ejemplo, pero Falcón, Paraguaná, respeta mucho eso de las ánimas del Guasare. Y no es tan conocido en toda Venezuela.
De lo que más me atrapó de la película, aparte de toda la historia de Alí y su profundidad, fue eso, o sea, el tema de las ánimas de Guasare, lo espiritual, lo fantasioso, que además lo manejaron muy bien, y esos actores a quienes conozco y amo profundamente.
—¿Te encontraste con mucho de tu infancia en esas imágenes?
—Sí. A mí me gustó mucho la fotografía. Me pareció que, entre otras cosas, es un trabajo…Un puñito para Juan Carlos Yegres.
—Ana, cuando piensas en tu infancia en Coro, ¿qué es lo primero que se te viene a la mente?
—Mis hermanos. Tengo unos vecinos con los que jugaba y todavía son mis amigos y son mis hermanos. Somos de Las Velitas. Eso queda ya en la salida como para La Vela…. (respira) Me dijiste que no iba a llorar y me hiciste llorar… (respira) Mi mamá era directora de la escuela básica Simón Bolívar, ahí cerca, y yo jugaba con mis amigos. Era al lado, literalmente en el mismo bloque. Después unas amigas se mudaron, pero seguía la amistad, sigue la amistad. La familia Álvarez y la familia García. Realmente conocí el concepto de la amistad. Y a los seis años sí me fui a Mérida, donde también tengo grandes amigos…
—…Ya vamos a hablar de eso…. ¿Tu formación musical comenzó en Mérida?
—En Mérida, sí. En Coro no hice nada de música. En casa mi papá es escritor, poeta, y sí tocaba el cuatro y mi mamá cantaba. Eso para mí se hizo familiar….
—Pero estudiaste Guitarra y Canto en la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez de Mérida…
—Sí, fíjate. Mi profesor fue Julio Marín. Mi hermana mayor me regaló una guitarra. Ya yo desde chiquita quería estar en un coro. Pero bueno, no se pudo por circunstancias. Y mi hermana mayor se empeñó… ¿Quieres estudiar? y yo… dale… Yo estaba en la secundaria en cuarto o quinto año. Pero desde chiquita siempre he cantado y escrito. Yo decía que le iba a escribir canciones a Salserín.
—¿Ah, sí?
—Porque yo veía muchachos tocando, cantando, como de mi edad. Y yo decía, ah, bueno, pero mira, están componiendo. Yo también voy a componer. Entonces se hizo natural, era un juego, que se fue naturalizando. Grabábamos, esos cassettes. Grabábamos una amiga, mi hermana y yo. Hacíamos una especie de programas en los que yo cantaba, y yo le hacía canciones.
Para mí la música fue principalmente un juego. Se me hizo muy natural, por tenerlo ahí con mi mamá y mi papá.
—¿Y te fuiste a Mérida con toda la familia o te fuiste tú a estudiar?
—Con toda la familia. Y yo, yo recuerdo ese rencor que yo le tenía a mi papá y a mi mamá. Porque cómo es posible que nos vamos a ir a Mérida. Mi familia, o sea, mis amigos. Mi cercanía. Lo que más me pegó fue eso. Mis grandes amistades. Pero luego, o sea, ha sido el regalo más maravilloso vivir en Mérida. Una infancia inigualable. Unos amigos maravillosos. Además, estudié en la universidad, Mérida tiene duendes, pues.
—¿Y dónde entró el cuatro en esta historia? Porque dice que tú ya te fuiste a guitarra y canto…
—Mi papá. Mi papá le enseñaba a mi hermana mayor y mi hermana mayor nos enseñaba a las demás. Entonces, con estos cuadernos de practicar, poco a poco me ponía con mi papá a aprender canciones. Yo no soy cuatrista. Yo respeto mucho a los cuatristas, pero me encanta el cuatro. El cuatro venezolano me fascina. Me encantaría ser cuatrista….
—Ana Cecilia, yo nunca te vi con una guitarra. Nunca te vi en un concierto con una guitarra…
—¿No me has visto serenatear con las canciones de Shakira?
—Eso estaría buenísimo…
—Bien. Entonces, empezaste en Mérida a estudiar música, ¿cierto? Y en Mérida grabaste un disco por primera vez… ¿Qué edad tenías?
—Ya estaba en la universidad, en los primeros años. Fue con la agrupación Venezuela Inmensa. Fue una agrupación que se formó en la Casa de la Cultura de Juan Félix Sánchez con varios muchachos que estudiábamos ahí. Tocábamos música tradicional. Fue súper emocionante porque éramos de 17, 19 años. Chamitos. Todos haciendo música, tocando en paraduras.
La mayoría éramos mujeres y eran tres hombres, para arriba y para abajo. Éramos una familia. Y estudiábamos las referencias, por supuesto, de Un Solo Pueblo, las voces risueñas de Carayaca. Lilia y Cecilia, por supuesto, como la voz de la mujer venezolana. Pero, por ejemplo, para mí particularmente, Amanda y Marisela Querales, que eran de Un Solo Pueblo y venían de Zaranda, fueron como realmente la referencia. Porque las estudiábamos.
—¿Nunca te planteaste que ibas a hacer música de otro género?
—Sí, o sea, cuando estudiaba guitarra, pues había un librito que me regaló mi hermana que era de Shakira y la canción: para amarte…Una canción que salió en ese momento y entonces era como el boom: Shakira.
Pero en la Casa de la Cultura, creo que entre Julio Marín, entre Javier Gutiérrez, que eran los profesores, los guías, siempre estuvo la música tradicional y nos apasionamos con eso.
Luego, para el segundo disco de Venezuela Inmensa, me proponen escribir. Yo ya escribía, pero me dicen: atrévete a componer temas de música. Y bueno, me soltó.
—¿Y escribiste para ese disco?
—Sí, sí, claro, claro. Arbolito se llama ese tema. O sea, yo componía desde chiquita, pero de esas cosas guardadas.
—Mira, empezaste en Coro, estudiaste música en Mérida. ¿Cuándo te lanzaste para Caracas?
—En el 2011. Después de terminar la universidad, hice una maestría de diseño. O sea, yo me gradué de diseño industrial. Hice una maestría en diseño, no sé para qué. Cuando me vine a Caracas, fue un guayabo porque… Bueno, esa agrupación Venezuela Inmensa duró 10 años. Fue mi escuela. Me costó soltarla… pero… Bueno, no estaba generando recursos. Me sentía como estancada. Y el guitarrista Pedro Colombet, me dice, mira, ahí está la propuesta de que hagas un disco. Yo le digo, claro, con Venezuela Inmensa sería el tercero. Y me dice, bueno, está bien… Después me llama otra vez. Mira, la propuesta es para ti. Y yo le digo, por qué yo… era algo que no me planteaba en ese momento.
Bueno, Héctor Molina un día me llama. Mira, yo voy a producir un disco. ¿Tú le echas pierna? Bueno, dije que sí. Y ahí, entre la llamada de Pedro Colombet, la llamada de Héctor Molina, dije, bueno, ¿cuál es el miedo? Y una persona clave que me ofreció trabajo me dijo, mira, vente a Caracas para que grabes el disco. Mientras trabajas, te pagas tus cosas, vas grabando el disco. Veinte por tres meses nada más. Eso fue así… y ya llevo trece años aquí.
—¿Era un viaje nada más para grabar el disco?
—Sí, para hacer platica y a comenzar el disco. El plan siempre fue volver a Mérida, pero llevo trece años planeando mi regreso a Mérida. Cada vez que voy a Mérida es una cosa que parezco una niñita llorona, así que no me quiero regresar.
—¿Tú recuerdas cuando te tocó cantar por primera vez al lado de Cecilia? O de Lilia, por ejemplo.
—Con Lilia fue primero. En el 2010, era un concierto de La Mujer y Luis Badraco me invita a Barquisimeto. Yo estaba en Mérida, me dice, mira, ¿quieres participar como solista? Yo, ¿qué? Por supuesto, dije. Lilia fue como mi graduación. O sea, cantar con Lilia. Además, que es una maravilla de persona también. Cumplimos el mismo día. Me acuerdo clarito de la emoción.
Después con Cecilia, bueno, más todavía….
La entrevista con la cantantautora venezolana Ana Cecilia Loyo es más extensa y sabrosa que lo publicado en este texto. Todo lo demás está en el podcast El Sofá, de Laiguana.tv, que puedes ver en vivo en nuestras redes sociales y en nuestro canal de Youtube: https://www.youtube.com/@LaIguanaTV-Television.
(Ernesto J. Navarro / Laiguana.tv)
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