domingo, 15 / 06 / 2025
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¿Quién le robó el tetero al Niño Jesús?: intento de respuesta a ciertas preguntas mayameras (+Clodovaldo)

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Mientras en California y otros rincones de Estados Unidos está armado el zafarrancho en respuesta a la vil cacería de gente ordenada por el magnate anaranjado, los venezolanos de Miami protestan también, pero a su manera: dan una rueda de prensa en un local emblemático de aquellos lares (donde venden nostálgicas arepas sifrinas) y dejan en el aire unas preguntas que, ¡caramba!, hay que responder.

Como estamos en tiempos muy audiovisuales, recomiendo a las lectoras y los lectores que, si no lo han hecho, vean esa puesta en escena, porque hay cuestiones histriónicas que difícilmente logran transmitirse mediante la palabra escrita. Pero, si usted no puede o no quiere mirar ese capítulo, que parece obra de alguno de nuestros talentosos libretistas de telenovelas (casi todos, también migrantes o “exiliados”), acá haremos el esfuerzo por contárselo.

La protagonista del episodio es una “doñita del Cafetal”, caracterización que nos permitimos utilizar porque dejó de tener una connotación despectiva, justamente desde que la utilizaron en una teleserie que pretendió ser ligera y reivindicativa. La señora Helene Villalonga, le pregunta —reprimiendo a duras penas un sollozo— a Donald Trump: “¿Qué le hemos hecho para que nos quiera causar tanto daño?”.

Es, sin duda, un giro dramático de la narrativa mediática (ya fuera de la ficción de la TV dramática) porque, he allí que Trump se ha convertido en el supervillano, luego de haber sido, para el segmento de la colonia venezolana del que estamos tratando acá, el protagonista del guion original, el muchacho de la película (bastante otoñal, pero ya sabemos que billete mata galán), el superhéroe gringo que iba a salvar a esa gente del Armagedón castro-chavista-madurista que los mantiene sometidos a inenarrables sufrimientos.

Un primer asunto que debemos acotar acá es que los connacionales representados por la señora Villalonga habían tardado en entrar en la onda del descontento de los migrantes. O, mejor dicho, hasta ahora habían fijado posición a través de su ausencia, de una discreción que legitimaba las barbaridades que el supervillano comenzó a hacer desde el primer día de su regreso a la Casa Blanca, al estilo Conde de Montecristo.

Algunos de los integrantes de la colonia mayamera incluso aplaudieron el cruel capítulo en el que Trump le entrega a su mozo de espadas centroamericano, Nayib Bukele, a 252 venezolanos tatuados, sin derecho a la defensa ni juicio previo, para que los veje públicamente y los meta en la que él (el mozo, digo) presenta, orgullosamente, como la peor cárcel del mundo-mundial.

Pero, sería inexacto decir que los venezolanos-floridenses son actores nuevos en esa trama. No debe olvidarse que tuvieron su rol estelar en la primera temporada de Trump en Washington, cuando lo amaron como sólo pueden amar (en las telenovelas nuestras, ahora rematrizadas en México) las doncellas campesinas que se enamoran del hijo más buenmozo y buenote de la familia multimillonaria de la que son sirvientas, criadas o cachifas (el apelativo varía según la época en la que esté ambientado el relato).

Y en ese antecedente, no tan lejano, puede encontrarse parte de la respuesta a la pregunta de la doña Villalonga, aunque lo que debería hacerse, más bien, sería una interrogante autodirigida: “¿Qué le hemos ayudado a hacer al honorable señor Trump?” o, tal vez, en modo horario restringido: “¿Qué le hemos ayudado a hacer a este malparido?”.

Porque mire usted que la rama opositora a la que pertenece casi en su totalidad (nota: el casi es meramente prudencial) la colonia venezolana en esa zona de EEUU es la misma que hizo de todo, durante las décadas pasadas, para hundir el barco con el propósito de que se ahogara la tripulación que no les gustaba. Y para ello buscaron y tuvieron siempre el apoyo no solamente del superhéroe Trump, sino de todos los anteriores capitanes América, desde el gozón Clinton hasta el afroblanqueado Obama, pasando por el hijo de papá Bush. Y con el intermedio de Biden, el de los amigos imaginarios.

Los líderes nacionales y estadounidenses de esa raza del exilio mayamero fueron coautores de la guerra económica interna, mediante la cual crearon una tal desesperación generalizada que condujeron a grandes masas populares a cometer dos grandes desaguisados: votar por la derecha en las elecciones parlamentarias de 2015 y dejarse seducir por la campaña según la cual había que irse de acá porque en cualquier otro país se vivía cien veces mejor.

[Este es un tema aparte, pero ¿no es acaso cierto que nuestros connacionales de Westonzuela y Doralzuela son admiradores irredentos de Lorenzo Mendoza, uno de los cabecillas del desabastecimiento artificial de aquellos años, el mismo que ahora se queja de competencia desleal porque ya no tiene el monopolio de la harina precocida ni de otros de sus productos estrella?].

Pero, sigamos. Esa gente que ahora llora porque su presidente Trump quiere echarlos a patadas del paraíso terrenal, apoyó acá los intentos de insurrección civil, de golpe parlamentario, de magnicidio, de golpe de Estado, de gobierno paralelo, de blackout eléctrico y paremos de contar. Y esa gente respaldó la política de máxima presión de Trump en su primer gobierno, que se basó en cientos de medidas extorsivas arbitrarias (mal llamadas sanciones) y un brutal bloqueo comercial y financiero. Fueron esas las causas del mayor éxodo de ciudadanos que haya sufrido Venezuela, un país que, como se sabe, más bien había sido receptor de toda clase de migrantes [incluyendo grandes contingentes que vinieron de países que ahora nos piden visa, donde les tienen asco a nuestros compatriotas y que nos ven por encima del hombro. Pero ese también es otro tema].

Entonces, volvamos a la interrogante de la señora Villalonga: ustedes lo que le hicieron a Trump fue pedirle ayuda para que hundiera nuestro barco y pusiera a sus líderes a navegar en las balsas salvavidas, si acaso. Y, paradójicamente, lo ayudaron a llegar de nuevo al poder, sitio desde el cual los ha traicionado feo.

Es decir, que desde la lógica de la derecha, ciertamente, ustedes no le hicieron nada que merezca ese trato. ¡Por favor, si son trumpistas de uña en el rabo! Y, tal como lo subrayó la señora Villalonga en sus quince minutos de celebridad, no pocos empresarios, emprendedores y hasta algunos asalariados precarios, pusieron plata para que el anaranjado ganara. [Y sigo con los temas colaterales: hicieron eso, traicionando a los demócratas que le habían otorgado el TPS, el parole humanitario, la promesa de asilo, la visa provisional o como quiera que eso se llame].

La que sí le ha hecho algo a Trump y a la élite política de la que él forma parte y representa es la República Bolivariana de Venezuela, vale decir, el proceso político que comenzó a gestarse formalmente en 1999 y que ha tenido la insolencia de mantenerse en pie, en contra de la voluntad imperial durante más de 26 años, salvo las 47 horas que duró lo de Carmona en el chinchorro.

La camarilla de EEUU no le perdona a esta Venezuela el haber protagonizado el primer retorno exitoso al poder frente a un golpe de Estado auspiciado por el Departamento de Estado; no le perdona que, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, Suramérica haya vivido una era de gobiernos populares, con vocación de soberanía e independencia; no le perdona que a estas alturas del siglo, siga siendo el “mal ejemplo” para toda la región, mientras han logrado recapturar a otros países, gracias a las traiciones, las infiltraciones, las blanduras y las tibiezas de los movimientos progresistas.

¿Y lo del robo del tetero del Niño Jesús?

Para seguir contándoles el capítulo de la rueda de prensa en El Arepazo, la señora Villalonga trajo a colación otra pregunta, que, a su vez, le había formulado a ella una connacional a la que identificó como de religión cristiana. “¿Será que le robamos el tetero al Niño Jesús?”, inquirió esta segunda doñita, de la que no sabemos si es tipo Cafetal o no. Interpretando la pregunta, se entiende que quitarle el tetero al Niño Jesús es una maldad extrema que trae de vuelta el gran karma que les ha caído encima a los venezolanos-floridianos.

Pues bien, cualquiera que haya permanecido en el país durante todos estos años de bloqueo y extorsiones gringas y europeas, especialmente si estaba en las etapas iniciales de la crianza de sus hijos e hijas, puede responderle a esa cristiana que ustedes, señoras y señores en el “exilio”, ayudaron o, por decir lo menos, estuvieron de acuerdo, con los que les robaron los teteros, no al Niño Jesús, sino a millones de carajitos y carajitas en toda Venezuela. Y fueron cómplices de quienes les quitaron también las compotas, las sopas, los pañales, los juguetes; de los que menoscabaron el derecho de esos pequeños a la salud y a la educación. No es retórica antiimperialista: quien quiera ver los datos sobre el daño específico que se le hizo a esta generación de venezolanas y venezolanos, puede encontrarlos en el libro Infancia bajo asedio, de la periodista y actual jefa del plan Vuelta a la Patria, Anahí Arizmendi.

Seguramente no es el caso de la señora cristiana, pero muchos de los que ahora lloran este giro inesperado del pana Trump, hasta no hace nada estaban propalando la versión del Tren de Aragua como banda terrorista invasora del vergel estadounidense, infamia que le ha servido al gobierno del empresario presuntamente pedófilo para invocar la novísima Ley del Enemigo Extranjero (1798) y justificar la detención y la desaparición forzada de centenares de compatriotas. Por cierto, que en estas operaciones de deportación se ha perpetrado también el secuestro de los descendientes menores de los privados de libertad. Es decir, que en esos casos no se han robado el tetero, sino al niño completo.

El capítulo de la doña Villalonga requeriría de mucho más análisis. Por ejemplo, revisar su papel como empresaria gestora del ingreso de compatriotas a EEUU, señalado por los acuciosos colegas del portal La Tabla, ejemplo del periodismo de datos comprometido. O también el hecho de que en la rueda de prensa la flanqueaba nada menos que José Antonio Colina, un oficial desertor de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana solicitado internacionalmente por el delito de poner bombas en sedes diplomática de Colombia y España y en un edificio del Consejo Nacional Electoral, o sea, un acusado de terrorismo que ha vivido tranquilo por más de 20 años en la tierra que le declaró la guerra al terrorismo.

Todo eso valdría la pena desglosarlo, pero ya este artículo sobre la mediática telenovelesca se ha puesto tan largo como El Derecho de Nacer. Y, siendo fin de semana, no hay derecho a tanto abuso.

(Clodovaldo Hernández / Laiguana.tv)


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