viernes, 8 / 08 / 2025
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Día internacional de los pueblos indígenas: De la resistencia ancestral a la batalla global

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En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, es imposible hacer caso omiso a una de las heridas más profundas que la humanidad arrastra desde hace siglos: la dominación colonial, que lejos de haber quedado en el pasado, hoy muta, se camufla y se extiende bajo nuevas formas. En un mundo globalizado, el neocolonialismo ya no se impone con armas ni con coronas, sino con algoritmos, sanciones, guerras informativas, blockchain y plataformas que modelan pensamientos, borran memorias colectivas y silencian voces auténticas. A través de discursos supuestamente civilizadores, se homogeneizan culturas y se condena a pueblos enteros a la invisibilidad.

«En un mundo globalizado, el neocolonialismo ya no se impone con armas ni con coronas, sino con algoritmos, sanciones, guerras informativas y plataformas que modelan pensamientos, borran memorias colectivas y silencian voces auténticas».

Rusia y Venezuela, naciones soberanas con el legado de resistencia y dignidad, no aceptan ese destino para sus pueblos. Frente al intento de imponer un modelo único de civilización, luchamos por una causa común: la defensa del derecho de cada nación a preservar su identidad, su voz, su espiritualidad, su lengua y su visión del mundo. Y es precisamente en este día, dedicado a los pueblos originarios, que reafirmamos nuestro compromiso con un orden verdaderamente justo, donde todos los pueblos –grandes o pequeños en número– tengan el mismo derecho a existir, desarrollarse y ser escuchados.

En la Federación de Rusia, país multinacional por esencia, conviven más de 190 grupos étnicos que han contribuido a la formación del Estado, la cultura y la memoria colectiva rusa. Un lugar especial lo ocupan los pueblos indígenas del Norte del país, Siberia y el Lejano Oriente: comunidades que durante siglos han vivido en armonía con la naturaleza, transmitiendo de generación en generación sus saberes ancestrales, su cosmovisión única y una forma de vida basada en el respeto a la tierra y al prójimo.

«En la Federación de Rusia, país multinacional por esencia, conviven más de 190 grupos étnicos que han contribuido a la formación del Estado, la cultura y la memoria colectiva rusa».

La política rusa hacia estos pueblos no es retórica: es acción, legislación y protección concreta. La Constitución garantiza sus derechos; se implementan programas de desarrollo sostenible adaptados a las realidades extremas de sus territorios; se crean jardines de infancia y escuelas móviles para niños nómadas; se desarrollan materiales didácticos en sus lenguas nativas; se forman docentes y líderes comunitarios en universidades especializadas como el Instituto de los Pueblos del Norte en San Petersburgo. Más aún, Rusia ha sido el primer país del mundo en establecer un Comité Nacional para el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022–2032), declarado por la ONU, trabajando activamente para que estas lenguas vivan también en el espacio digital: desde tipografías y traductores automáticos hasta aplicaciones móviles y tecnologías de reconocimiento de voz.

Pero los desafíos persisten. El cambio climático, la presión económica sobre los territorios del norte, el éxodo juvenil hacia las ciudades… todo esto amenaza la transmisión de conocimientos, oficios y valores que han sustentado la identidad de estos pueblos durante siglos. Por eso, en la política estatal rusa adquieren nuevo sentido el fortalecimiento de la familia tradicional, el rol de la mujer-madre como pilar cultural, y la conexión entre generaciones como salvaguarda de la identidad.

Hoy, como ayer, la cultura es blanco de quienes buscan dominar. Desde 2014, las fuerzas bajo control del régimen de Kiev han llevado a cabo sistemáticos ataques contra el patrimonio cultural en las regiones del Donbás y en territorio ruso. Entre el inicio de la operación militar especial y diciembre de 2024, al menos 457 sitios culturales fueron dañados —sin contar los religiosos. Más de 740 iglesias, capillas y edificios eclesiásticos han sido afectados; 164 de ellos destruidos de forma irreversible.

Estos crímenes contra la cultura no son casuales: forman parte de una campaña de aniquilación identitaria. Se bombardean museos, se ocupan templos con tropas, se borra de la faz de la tierra el patrimonio ancestral. Todo en abierta violación a la Convención de La Haya de 1954 sobre la protección de bienes culturales en caso de un conflicto armado. Kiev, apoyado por el silencio cómplice de sus patrocinadores occidentales, ha pisoteado además la Convención de la UNESCO de 2005 sobre la diversidad cultural, prohibiendo la lengua y la cultura rusa y persiguiendo brutalmente a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana.

Paradójicamente, mientras se acusa infundadamente a Rusia de borrar identidades, es Rusia quien reconstruye templos, museos y bibliotecas destruidos por estas agresiones, defendiendo el derecho de los pueblos a recordar quiénes son.

En Venezuela, esta lucha también es incansable y abnegada. La Constitución Bolivariana consagra los derechos de los pueblos originarios, reconoce sus tierras, lenguas y formas de organización. Frente al acoso económico, político y mediático del sistema neocolonial moderno, el pueblo venezolano – heredero del sueño de Bolívar y Chávez – reafirma su soberanía desde lo más esencial: su raíz.

Nuestros países no están solos. Cada día más pueblos se alzan en la defensa de su historia, de su espiritualidad, de su dignidad. El Movimiento “¡Por la Libertad de las Naciones!” crece como expresión de una necesidad global: construir un nuevo orden internacional donde prevalezcan el respeto mutuo, la solidaridad y la diversidad cultural como riqueza compartida, y no como amenaza a ser neutralizada.

Hoy no solo rendimos homenaje a los pueblos indígenas del mundo. También alzamos la voz por ellos. Rechazamos los intentos de imponer jerarquías culturales, tecnológicas o ideológicas. Nos oponemos al uso de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial para crear nuevas formas de segregación digital o colonialismo de datos. Exigimos reglas equitativas en el acceso al conocimiento, la innovación y la verdad.

«El Movimiento “¡Por la Libertad de las Naciones!” crece como expresión de una necesidad global: construir un nuevo orden internacional donde prevalezcan el respeto mutuo, la solidaridad y la diversidad cultural como riqueza compartida, y no como amenaza a ser neutralizada».

Porque la verdad también se coloniza cuando solo unos pocos tienen derecho a contarla. Y por eso, Venezuela y Rusia trabajan juntas en el campo de la comunicación, la educación, la memoria histórica y la resistencia cultural.

En este Día Internacional de los Pueblos Indígenas, reafirmamos nuestro compromiso conjunto: proteger lo que somos, defender lo que hemos heredado y construir juntos un mundo donde ningún pueblo vuelva a ser oprimido y silenciado.

(Sergey Mélik-Bagdasárov, embajador de Rusia en Venezuela)


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