martes, 16 / 09 / 2025
– Publicidad –

Francisco de Miranda, héroe de la Revolución Francesa: Por Carmen Bohórquez

Publicado el

En el conjunto de las grandes transformaciones históricas del acontecer humano la Revolución Francesa, iniciada en 1789, ocupa un lugar primordial en el contexto del mundo occidental; y esto a pesar de la reversión que representó posteriormente Napoleón.

En primer lugar, porque allí se pone fin, por primera vez, a la tesis de la fundamentación divina del poder monárquico. En segundo lugar, porque la aristocracia, organizada en torno al Rey y que venía ocupando, con carácter también hereditario, tanto los cargos públicos como la producción de bienes, es desplazada radicalmente del poder por una nueva clase social: la burguesía, surgida del agotamiento del feudalismo y organizada en torno a un nuevo modelo económico que responderá a la formación de ciudades o burgos, así como a nuevos medios de producción y distribución de bienes; de los cuales, esa burguesía tomará las riendas. Y, en tercer lugar, porque el pueblo en general deja de auto percibirse como siervo y reclamará su derecho a ser protagonista de su propia historia. En resumen: la Revolución Francesa representó un verdadero cambio de época, con consecuencias, incluso, en la concepción de lo que hoy se entiende por democracia.

Francisco de Miranda no sólo fue testigo de excepción de los inicios del movimiento revolucionario, al pasar por París en junio de 1789, a escasos días de la Toma de la Bastilla; sino que también llegará a ser un protagonista real del mismo cuando, en 1792, decepcionado de los vaivenes del Primer Ministro inglés, William Pitt, respecto a financiar su expedición libertadora de América, y entusiasmado por la posibilidad anunciada por los líderes de la revolución en Francia, de extender estos radicales cambios hacia España y sus posesiones coloniales, decide trasladarse a París a fin de asegurarse de que las acciones hacia América no se fueran a transformar en una nueva sujeción colonial.

En contraparte, se hace ciudadano francés y acepta incorporarse, dada su experiencia militar, como integrante del Ejército Revolucionario Francés que deberá defender los cambios radicales que se venían dando, de los ataques que las monarquías vecinas habían emprendido contra la revolución en marcha; buscando restaurar la monarquía en Francia y poner fin a esas peligrosas transformaciones que podrían contagiar a sus propios súbditos.

A tal fin, el 5 de septiembre Miranda recibe su nombramiento como Mariscal de Campo y es asignado al Ejército del Norte, comandado por el General Charles Dumouriez. Incorporado al mismo el 11 de septiembre, es puesto de inmediato al frente de la división del ala derecha del ejército, que muy pronto habrá de enfrentarse y vencer a una división prusiana. Tras esta victoria, se le encomienda dirigirse con su división a Valmy; donde se sumará al Ejército francés allí acantonado e integrado en su mayoría por soldados que servían por primera vez o tenían poca experiencia en batallas, pero que, a pesar de ello, deberá enfrentarse en condiciones de gran inferioridad numérica a un gran ejército prusiano; dirigido por el Duque de Brunswick, considerado el heredero militar del rey Federico de Prusia.

Aunque normalmente se ha descrito esta batalla como un gran cañoneo mutuo que el 20 de septiembre terminará por hacer retirar, para asombro de Europa, al ejército prusiano y la convertirá en un logro decisivo para la Francia revolucionaria, necesario es subrayar, sin particularizar actuaciones heroicas de otros defensores de la Revolución, que la Batalla de Valmy consagró a Miranda como un gran militar.

De acuerdo al Plan General se debían ocupar los desfiladeros de Argonne, para evitar el avance del enemigo. Algunas de las bocas de este desfiladero habían sido ya ocupadas por distintos oficiales franceses, entre ellos Miranda; pero no ocurrió lo mismo con el desfiladero de Croix-aux-Bois, el cual terminará siendo tomado por los prusianos, obligando con ello a la retirada de los franceses. Esta retirada se complicaría aún más por la falta de disciplina de buena parte del ejército francés, que actuaba influido más por las emociones que por su deber; lo que llevó a una gran desbandada que le hizo temer a Dumouriez que todo estaba perdido. De acuerdo al historiador Adolphe Thiers (1797-1877), Dumouriez se dirigió al galope al punto de peligro para tratar de detener la desbandada; pero cuando llega, encuentra al “peruano” Miranda y al viejo general Duval, “quienes sable en mano y con grande energía, detienen a los fugitivos y restablecen el orden en las filas”. Hecho que también es confirmado por el historiador Jules Michelet (1798-1874): “Cuando fueron sorprendidas y expugnadas las famosas Termópilas de la Argonne… cuando sobrecogido por el pánico el ejército se retira en confusión y en desbandada, Miranda acude a retaguardia, y con admirable serenidad hace frente al enemigo. Poco en armonía estaba con el carácter francés, tan heroica y altiva impavidez.”

Por esta acción, el Consejo Ejecutivo se apresuró a recompensar los servicios prestados por Miranda en esa campaña que libró a Francia de la primera invasión monárquica, ascendiéndolo del grado y empleo de Mariscal de Campo, con el que entró a servir, al de Teniente General. Después del triunfo de Valmy, Miranda seguiría cosechando victorias: en Jemappes, el 6 de noviembre; con la ocupación de Bruselas el 20 de ese mismo mes; y, coronando la gesta, dirigiendo el sitio de la ciudad de Amberes, el 29 de noviembre; donde además de la toma de la ciudad, se capturan 102 cañones y muchos otros pertrechos, con muy pocas pérdidas de vida. Victorias que le serán recompensadas encargándole la vanguardia del ejército y reconociéndole, en la Capitulación redactada y firmada con los austríacos, sus grandes dotes de filósofo y de republicano. Con estas victorias sucesivas de Miranda, se completó la ocupación de toda Bélgica.

Por esta brillante actuación tanto en la muy decisiva Batalla de Valmy, como en las que siguieron hasta completar la ocupación de Bélgica, es por la que Miranda es reconocido en Francia como uno de los más destacados Generales que sirvieron durante la Primera República francesa (1792– 1804); razón por la cual será incluido entre las 660 personas cuyos nombres están inscritos en el Arco de Triunfo, en París, Francia. Arco construido entre 1806 y 1836 por orden de Napoleón Bonaparte, para conmemorar la victoria en la batalla de Austerlitz y como homenaje tanto a los mejores Generales de la Revolución Francesa como a los del Primer Imperio francés (1804–1815).

Vale subrayar que el nombre de Miranda es el único nombre no europeo inscrito en el Arco del Triunfo de París, lo cual prueba su brillantez como protagonista de un acontecimiento histórico que cambió la faz del mundo y que atrajo a militares de muy diversa procedencia. También por esa actuación, su retrato forma parte de la Galería de los Personajes en el Palacio de Versalles y en 1930, financiada por donantes franceses, se erigió una estatua que lo representa en el propio Campo de Valmy; donde comparte honores con el Mariscal Kellerman. Toca hoy a Nuestra América saldar su deuda con Miranda, retomando con fuerza el ejemplo de su heroica vida y del profundo amor por su patria suramericana: Colombia, por la que “el vivir es agradable y el morir glorioso”.

(Carmen Bohórquez)


Más noticias y más análisis de LaIguana.TV en YouTube, X, Instagram, TikTok, Facebook y Threads.

También para estar informado síguenos en:

Telegram de Miguel Ángel Pérez Pirela https://t.me/mperezpirela

Telegram de Laiguana.tv https://t.me/LaIguanaTVWeb

WhatsApphttps://whatsapp.com/channel/0029VaHHo0JEKyZNdRC40H1I

El portal de Venezuela.

Comentarios

Artículos relacionados

Continue to the category