La 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), celebrada en Belém, Brasil, concluyó con la aprobación de la «Decisión de esfuerzo colectivo», un documento que, si bien se adoptó por consenso, fue fuertemente criticado por su falta de ambición y la ausencia de una hoja de ruta concreta para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles.
El acuerdo final se logró tras intensas negociaciones y tras una suspensión de la sesión plenaria provocada por las objeciones de países latinoamericanos inconformes, liderados por Colombia. Para cerca de la mitad de los países presentes la resolución fue una decepción.
El texto principal de la cumbre, presentado por la presidencia brasileña, fue aprobado a pesar de la rotunda negativa de varios países árabes a incluir una mención explícita a los hidrocarburos, la principal causa científica del calentamiento global. Aunque el documento reconoce las decisiones de cumbres anteriores como la «transición» establecida en la COP28 de Dubái, esta ambigüedad generó una gran insatisfacción entre los países con mayores ambiciones climáticas.
Varios países latinoamericanos expresaron su objeción
La sesión plenaria de clausura fue interrumpida por cerca de una hora debido a las objeciones de varios países latinoamericanos, incluidos Argentina, Ecuador, Panamá, Uruguay y Paraguay. Los delegados se quejaron airadamente por un problema de procedimiento, ya que la presidencia brasileña decretó la aprobación de los acuerdos sin haber cedido la palabra a los países que la habían solicitado.
La delegada de Colombia, Daniela Durán, al intervenir tras la reanudación de la sesión, fue enfática: «No nos dejan otra opción que presentar una objeción. Esta es la COP de la verdad y la confianza. No nos dejan otra opción tras los problemas de procedimiento observados en esta sesión plenaria».
Por su parte, la jefa de delegación de Panamá, Ana Aguilar, expresó su «extrema decepción», criticando la presentación «tarde» de nuevos indicadores de adaptación y la falta de metadatos científicos que permitan la medición del cumplimiento. Aguilar calificó de «inaceptable» que un párrafo del acuerdo afirmara que los indicadores no crean obligaciones en relación a la financiación para los países emergentes, asegurando que «sin indicadores no hay financiación, sin financiación no hay implementación».
Petro: «Todo lo demás es hipocresía»
El presidente colombiano, Gustavo Petro, utilizó su cuenta en la red social X para manifestar la rotunda oposición de su país al documento final: «Colombia se opone a una declaración de la COP30 que no diga la verdad científica al mundo».
Petro elevó el tono de la crítica al señalar: «No acepto que en la declaración de la COP30 no se diga con claridad, como dice la ciencia, que la causa de la crisis climática son los combustibles fósiles que usa el capital. Si no se dice eso, todo lo demás es hipocresía».
El mandatario recordó que la vida en el planeta exige «separarnos del petróleo, el carbón y el gas natural como fuente de energía», una propuesta que Colombia llevó a la cumbre junto con el reconocimiento de la biodiversidad como solución climática y la reforma del sistema financiero internacional.
La UE abandona la hoja de ruta
Las negociaciones se extendieron por la insistencia de la Unión Europea (UE) en incluir un lenguaje contundente sobre la eliminación del petróleo, gas y carbón. Sin embargo, para lograr el consenso, la UE hizo concesiones significativas en materia de financiación para la adaptación climática de los países más vulnerables, manteniendo su promesa de triplicar el monto y cediendo en la exigencia de una hoja de ruta clara para el abandono de los fósiles.
El ministro danés, Lars Aagaard, y el comisario europeo de Acción por el Clima, Wopke Hoekstra, expresaron su descontento, pero anunciaron su apoyo al documento porque «al menos, va en la dirección correcta». La ministra de Portugal, Maria da Graça Carvalho, afirmó que el resultado es un acuerdo «sin ambición», aunque «un mal acuerdo es mejor que ningún acuerdo». De esta manera, otro de los bloques con mayor responsabilidad sobre el cambio climático logra zafarse nuevamente de sus obligaciones para con la reparación climática.
A pesar de la falta de consenso en la plenaria, el presidente de la COP30, el embajador brasileño André Corrêa do Lago, prometió tomar una iniciativa unilateral. Anunció que bajo su presidencia se creará una «hoja de ruta» para la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles y otra para revertir la deforestación, objetivos impulsados por el presidente Lula da Silva, pero que quedaron fuera de la decisión oficial final de la cumbre.
El texto final fue calificado por los movimientos sociales y organizaciones ecologistas como «poco ambicioso» y un «retroceso» incluso respecto a la COP28 de Dubái. Carolina Pasquali, directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, describió la decisión como «lejos de ser una respuesta adecuada a la crisis que enfrentamos», ya que no ofrece un «mapa ni una ruta para abandonar los combustibles fósiles y poner fin a la deforestación para 2030», confirmando las sospechas de los movimientos indígenas: «con estas conversaciones no se va a salvar el planeta» si los principales responsables, como Estados Unidos (que no participa en estas cumbres) y otros países desarrollados, siguen abandonando sus compromisos vinculantes.
(teleSUR)
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