I. El shock visual y la revelación ideológica

​El Comando Sur de Estados Unidos (USSOUTHCOM) desata una controversia ideológica internacional este 8 de diciembre. A través de sus canales oficiales, el comando junto al Departamento de Guerra de EEUU publicaron un flyer promocional de la Operación Southern Spear (Lanza del Sur), una campaña militar en el Caribe que se caracteriza por ataques cinéticos letales y que ya contabiliza alrededor de 87 muertes.

​La imagen no muestra la bandera estadounidense. En su lugar, el casco del operador militar está coronado por un gran emblema de la Cruz de Jerusalén. Este no es un simple detalle ornamental; es una declaración directa que transforma la operación de un ejercicio geopolítico a una auténtica alegoría de la conquista y la supremacía occidental.

​II. El símbolo de la cruzada: fascismo y neocolonialismo en la retórica militar

​La gravedad del hecho comunicacional radica en la carga histórica y contemporánea de la Cruz de Jerusalén. El símbolo, también conocido como Cruz de las Cruzadas, no es un emblema de paz, sino un «relic of conquest».

​A. El mensaje de dominación:

La Cruz de Jerusalén simboliza históricamente la dominación cultural e ideológica. Está ligada a las masacres de 1099, cuando los Cruzados irrumpen en la ciudad, masacran a sus habitantes y profanan el territorio. Al adoptar esta iconografía en una campaña militar dirigida al hemisferio, USSOUTHCOM proyecta una narrativa de «reconquista» que valida las acusaciones de que la intervención es de naturaleza neocolonial y dogmática.

​B. El vínculo con el liderazgo extremista:

El simbolismo está íntimamente ligado al liderazgo actual. El secretario de Guerra, Pete Hegseth, minimiza el emblema, describiéndolo como «simplemente un símbolo cristiano». Sin embargo, Hegseth lleva el tatuaje de la Cruz de Jerusalén junto a la frase en latín Deus Vult («Dios lo quiere»), que fue el grito de guerra de la Primera Cruzada. Esta adopción consciente de la iconografía de la guerra santa por parte de la cúpula militar intensifica la percepción de que la acción de Southern Spear es una guerra ideológica.

​C. Simbología de supremacía encubierta:

El uso de este emblema también resuena directamente con la ultraderecha. Los grupos de supremacía blanca y neo-Nazis evolucionan constantemente para utilizar símbolos que, aunque son menos reconocibles para el público general, comunican claramente su ideología de exclusión a sus seguidores. Al difundir la Cruz de Jerusalén en su comunicación oficial, el Comando Sur no solo intimida, sino que envía un mensaje cifrado de apoyo a sectores ideológicos internos que promueven la xenofobia y el racismo. La operación, dirigida formalmente contra el narcoterrorismo, se convierte así en una guerra con estandarte fascista.

​III. El contexto de hostilidad:

El castigo al migrante Venezolano

​Este despliegue militar bajo un símbolo de conquista se produce en medio de una escalada de políticas xenofóbicas y racistas dirigidas precisamente a las víctimas de la crisis.

​La administración estadounidense suspende los procedimientos pendientes de asilo y la tramitación de inmigración para nacionales de Venezuela y otros 18 países. Organizaciones como Human Rights Watch condenan estas acciones, señalando que se basan en la «hostilidad punitiva» y contienen una «corriente inconfundible de racismo».

​Hostilidad Injusta: La revocación del estatus migratorio, como el Temporary Protected Status (TPS), es calificada como una decisión «cruel, devastadora y profundamente injusta» para los refugiados venezolanos que no pueden regresar a su país.

​Instrumentalización: Las críticas apuntan a que estas políticas «no se tratan de seguridad,» sino de la «estigmatización oportunista» para justificar medidas discriminatorias, utilizando a los migrantes como «chivos expiatorios».

​La ironía es flagrante: el Comando Sur enarbola el símbolo de la reconquista ideológica mientras el gobierno castiga con xenofobia y racismo a los ciudadanos venezolanos desplazados por la propia crisis que esta agresión externa intensifica.

​IV. El cierre irónico: La paz que aplaude la lanza

​El clímax de esta grave contradicción geopolítica se alcanza con un evento ceremonial que tiene lugar a solo dos días de la publicación de la Cruz de Jerusalén.

​Este 10 de diciembre, la líder de la ultraderecha venezolana, María Corina Machado (MCM), recibe el Premio Nobel de la Paz 2025 en Oslo. La condecoración, anunciada en octubre, premia su supuesto «incansable trabajo» por una «transición justa y pacífica».

​Lo curioso, y profundamente sarcástico, es que el Premio Nobel se otorga a la figura que es la principal promotora nacional de la agresión militar que publicita SOUTHCOM.

​Promotora de la guerra económica: Machado tiene un historial de abogar por la imposición de sanciones de todo tipo ante potencias extranjeras. Estas sanciones estrangulan la economía y causan perjuicios por aproximadamente 140 mil millones de dólares al país.

​Promotora de la invasión: Su historial documenta solicitudes directas de intervención militar extranjera. Más recientemente, en septiembre, respalda públicamente el despliegue militar estadounidense en el Caribe, una acción calificada como «amenaza directa» a la soberanía.

​Historial de violencia: El galardonado historial de paz incluye la promoción de la violencia, como las «guarimbas» de 2014 que resultan en la muerte de más de 43 personas.

​El Premio Nobel de la Paz se convierte en el blanqueamiento institucional del militarismo.

Mientras el Comando Sur difunde el estandarte de la conquista y la muerte, el comité de Oslo honra con el máximo galardón de la paz a la figura política que más ha impulsado la confrontación militar y el bloqueo económico. El Nobel, por lo tanto, no celebra la paz, sino que legitima la agenda de guerra y el sufrimiento de un pueblo.

​La ecuación de este diciembre es clara: el fascismo enarbola la lanza mientras la ultraderecha cosecha la paz, consolidando una peligrosa redefinición del conflicto donde la agresión se santifica como un mandato moral.

(Nota de prensa)

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