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Este domingo es el día más corto en el Hemisferio Norte y el más largo en el Hemisferio Sur. Es el día del solsticio de invierno o del solsticio de verano, un evento astronómico relacionado con la inclinación de la Tierra sobre su propio eje y con su movimiento y órbita alrededor del Sol, como lo define el portal earthsky.org.

 

La Facultad de Ciencias Espaciales de Honduras recalca que el solsticio de invierno “provoca que el día tenga menos horas de iluminación para los que vivimos en el hemisferio norte, y lo contrario para los del hemisferio sur, que es el día con mayor cantidad de horas de claridad”, según un reporte de El Heraldo.

 

El director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN) de España, Rafael Bachiller, en un trabajo especial publicado en el diario El Mundo, explica por qué: “El invierno entra en el Hemisferio Norte, y el verano en el Sur, el día 22 de diciembre a las 0h3m, hora peninsular. Es entonces cuando el Sol alcanza el Trópico de Capricornio en su posición más austral posible. El emplazamiento del Sol a mediodía no cambia apreciablemente en el cielo durante varios días, y de ahí proviene el término ‘solsticio’ que significa ‘Sol quieto’. Ese día, el más corto del año en el Hemisferio Norte”.

 

Sin embargo, añade, “por extraño que parezca, el día más corto del año no es el día en que el Sol sale más tarde y se pone antes”. Esto se debe a que “la órbita de la Tierra es una elipse y que el eje de esta elipse no tiene nada que ver con la inclinación del eje terrestre que define las estaciones”. Este invierno boreal “durará 88 días y 23 horas, y terminará el 20 de marzo de 2015, fecha en la que se producirá un eclipse de Sol”.

 

La Tierra, recuerda Bachiller, estará más cerca del Sol el 4 de enero de 2015, cuando esté “a unos 147 millones de kilómetros del Sol”.

 

En ese trabajo especial el investigador recalca que diciembre es “el mes perfecto para observar una de las constelaciones más bellas y más sobresalientes del cielo: Orión. Es una constelación que puede ser observada tanto desde el Hemisferio Norte como desde el Sur, por lo que ha sido conocida por las culturas de todo el planeta”. En Orión “se encuentran algunas de las nebulosas interestelares más espectaculares, grandes nubes de gas y polvo que abarcan casi toda la constelación. Se encuentran a unos 1.500 años luz de la Tierra y constituyen la región más cercana donde puede observarse la formación de estrellas masivas”.

 

Entre esquinoccios y solsticio

 

En el transcurso de un año “el Sol se ubica justamente encima del ecuador de la Tierra en dos oportunidades: el equinoccio de marzo y el equinoccio de septiembre”, sintetiza un trabajo del Centro de Investigaciones de Astronomía (CIDA) del estado Mérida.

 

“La palabra equinoccio viene del latín antiguo y se refiere a las ‘noches iguales’ porque solo en esta época el día y la noche tienen la misma duración. En el momento del equinoccio el centro del Sol pasa por el ecuador celeste en su movimiento aparente anual que lo ubica desde los 23 grados y medio norte hasta los 23 grados y medio sur”.

 

Las estaciones son una consecuencia del giro de la Tierra sobre su eje de rotación y su desplazamiento alrededor del Sol. “Como el eje de rotación de la Tierra se encuentra inclinado 23,44 grados respecto al plano de su órbita alrededor del Sol (eclíptica), esto ocasiona, por ejemplo, que en el verano el polo norte de la Tierra se incline hacia el Sol y el hemisferio norte recibe mucho más luz solar que el hemisferio sur”, resalta la institución. Esta situación “se invierte en el invierno. Estos puntos extremos se conocen como solsticios y marcan el inicio del verano o el invierno dependiendo del hemisferio en que vivimos”.

 

Durante la época de los solsticios “en las zonas ubicadas alrededor de los polos terrestres el Sol o nunca se pone o nunca sale. Por ejemplo, en el solsticio de diciembre el Polo Norte se encuentra en noche permanente mientras que en el polo sur el Sol nunca se pone”.

 

No es solo una cuestión de astronomía

 

Pero -como lo recuerda National Geographic- el solsticio no es solo una cuestión de astronomía. “Desde tiempos ancestrales los solsticios han influido enormemente en las culturas y las tradiciones religiosas, por lo que no es ninguna casualidad que las festividades modernas se solapen con celebraciones paganas”, confirma.

 

Distintas culturas a lo largo de la historia han tomado el solsticio como un momento propicio para la renovación y para la celebración de la vida.

 

(CO)