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Woody Allen lo tenía claro: el sexo es lo más divertido que se puede hacer sin necesidad de reír. Pero al margen de la diversión hay determinadas cuestiones que nos inquietan a la hora de definir nuestras relaciones sexuales. Por ejemplo, ¿cuánto es el tiempo mínimo establecido que debemos pasar con nuestra pareja en la cama?, ¿todos sentimos deseo sexual? o ¿cuál es el porcentaje real de “amigos con derecho a roce” del que alardean nuestros allegados?

 

En general todos tendemos a adornar un poquito nuestra vida sexual. Pero, con la ayuda de expertos, despejamos estas dudas.

 

Cada vez son más específicos los nombres que describen los distintos tipos de atracciones sexuales (Jessica Durrant – Getty).

 

Orientación: Un mapa diverso

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El tópico de ‘¿prefieres carne o pescado?’ se ha quedado un poco obsoleto a estas alturas.

 

Aunque podemos hablar de heterosexual, homosexual y bisexual como las orientaciones más conocidas, el mapa ha variado mucho en los últimos tiempos y se ha tenido que adaptar a las nuevas maneras de relacionarse. Por ello, “el movimiento asexual se posiciona como una nueva revolución de la sociedad moderna y como la cuarta opción con la que cada día se identifican más personas” explica la sexóloga Nuria Jorba.

 

La experta indica que aproximadamente un 1% de la población es asexual. Además existen dos tipos de asexualidad, según Jorba: “Los que por una mala experiencia eliminan el sexo de sus vidas [también los hay que lo hacen de forma voluntaria]y los que por razones fisiológicas no sienten el impulso sexual. Es como quien ve un trozo de pizza y no siente la necesidad de comérsela”.

 

Son muchas las nuevas etiquetas que definen las distintas formas en las que nos sentimos atraídos sexualmente”
Pero no todo queda en estas cuatro preferencias sexuales:

 

– Demisexuales: aquellos que sienten atracción sexual solo por personas con las que desarrollan lazos emocionales.

 

– Heterocuriosos: hombres heterosexuales que en ocasiones fantasean o se sienten atraídos por otros hombres.

 

– Pansexuales: es la atracción sexual sin importar el género, la edad o el sexo.

 

– Sexetarianos: aquellas personas que solo tienen sexo con vegetarianos.

 

Son solo algunas entre una infinidad de nuevas etiquetas, cada vez son más específicas, para describir los distintos tipos de atracciones que podemos sentir hacia las demás personas. ¿Conoces alguna más? ¡Cuéntanos!.

 

Cada cuánto solemos hacerlo

 

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Lo recomendable y sano para una pareja, según la sexóloga Nuria Jorba, esentre dos y tres veces a la semana, aunque han de tenerse en cuenta variables como si se tienen hijos o personas a nuestro cuidado, en cuyo caso el número desciende.

 

Según un estudio de la Universidad de Colorado asegura que un 40% de las parejas mantienen relaciones sexuales entre 2 y 3 veces por semana, un 28% solo tienen encuentros 1 o 2 veces al mes, y un 6,5% de las personas lo hacen más de 4 veces a la semana.

 

La planificación no tiene porque estar relacionada con la falta de calidad”

La sexóloga y directora del Institut de Sexología de Barcelona, Francisca Molero apunta que “lo importante es sentirte satisfecho. En el caso de parejas con problemas o situaciones estresantes es muy importante la planificación. Hay una idea errónea que lo confunde con rutina, falta de calidad o de espontaneidad, pero al final las cosas que nos preocupan nunca las dejamos al azar”.

 

Los expertos coinciden en que debido al ritmo de vida tan ajetreado que los días predilectos para dejarse llevar por la pasión son sábado, domingo y durante las vacaciones.

 

Cómo preferimos hacerlo

Si hablamos de parejas heterosexuales el coito se lleva la palma. Según The Journal of Sexual Medicine, representa una media del 80% entre hombres y mujeres.

 

“Se busca una sexualidad más coital, más directa. En cambio, la mujer tiene mucho más placer con preliminares, juegos, caricias y contacto, aunque también hay hombres a los que les encanta. Pero parece que el fin es el coito” indica Jorba.

 

Sin embargo, la cosa cambia si hablamos de relaciones homosexuales. La experta afirma que “hay un mayor porcentaje de sexo oral y anal”.

 

Además del tipo de sexo, están las posturas. La guía indicada para encontrarlas es el Kamasutra, que -al igual que el Twister- tiene cientos de posturas. Sin embargo, al parecer, las parejas no son muy aventureras en este sentido: “Cada pareja tiene de media de 3 a 5 posiciones clásicas, pero en cada acto no suele emplear más de dos. Si son tres ya hay fuegos artificiales” nos explica Nuria Jorba.

 

La duración y la satisfacción

 

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En cuanto al tiempo, no se trata poner un cronómetro: la realidad es que el factor de la duración varía mucho según las necesidades de cada uno.

 

Un estudio, realizado por la Universidad de Utah y publicado en elCanadian Journal of Human Sexuality, estima que la mujer tarda una media de 7 minutos en llegar al orgasmo. Mientras que, los hombres -desvela otro estudio de la Universidad de Utrecht- tardan de media 5.4 minutos en llegar al orgasmo con sus parejas.

 

A partir de los 40 o 45 cuando empieza a haber más satisfacción”
 

En cuanto al gozo, Jorba indica que es “a partir de los 40 o 45 cuando empieza a haber más satisfacción”. Esto se debe a que el tiempo hace que nos conozcamos mejor, sepamos cuales son nuestros gustos y busquemos menos la aprobación del otro. Es entonces cuando nace la verdadera comunicación y cuando se comienza a disfrutar: “hay mucho miedo a decir lo que nos gusta, a nosotros mismos nos cuesta asumir lo que queremos probar”.

 

Pero, en relación con la satisfacción, hay un tema que puede llegar a ser algo escabroso y del que todos podemos ser víctimas: los orgasmos fingidos.

 

Las estadísticas de Journal of Sex Research apuntan que las mujeres, a quienes siempre se les ha atribuido dicha practica, fingen un 50% de sus orgasmos. Pero, los hombres no se quedan atrás y fingen un 25%.

 

La doctora Francisca Molero lo atribuye a que “está aumentando la eyaculación retardada porque el rol sexual de los hombres ha cambiado, ahora intentan ser tan buenos amantes y que su pareja disfrute que se olvidan de su propio estímulo erótico. No se dejan llevar, se cansan y no funcionan porque no han llegado. Hay una falsa creencia que una relación resulta más placentera cuando culmina con la eyaculación”.

 

(lavanguardia.com)