cuadro-slaas.jpg

Escrito está. A 172 kilómetros de Caracas se erige el enclave que vio de cerca la batalla que determinó el fin del dominio español. Valencia, capital del estado Carabobo, ciudad donde se concentra una parte de la élite del país, y donde, como si de una dinastía monárquica se tratara, gobernó durante muchos años una familia: los Salas. Hoy viven en Estados Unidos, retirados de la política y, al parecer, amnésicos sobre las empresas que, estando en Venezuela, abrieron a través del bufete Mossack Fonseca en su sede de las islas Seychelles, conocido paraíso fiscal. Antes de que acabe esta nota, negarán las empresas 3 veces.

 

Henrique Salas Römer (Puerto Cabello, 1936) no es neófito en el mundo de los negocios. Fue empresario, y trató rubros tan dispares como aires acondicionados o canteras en San Carlos. Hasta que entró formalmente en política en 1983, cuando fue electo diputado del antiguo Congreso de la República. Desde joven tuvo carnet de Copei, partido con el que, en 1989, y tras la decisión presidencial de que los cargos de gobernadores y alcaldes fueran por elección directa y no a dedazo, llegó a la Gobernación de Carabobo. Y se inició el reinado. Estuvo en el cargo hasta 1995, momento en que abdicó y pasó el testigo electoral a su hijo, Henrique Fernando Salas Feo, coloquialmente conocido como el “Pollo”.

 

Salas Römer se postuló como candidato presidencial en la campaña de 1998, aquella que dio la victoria a Hugo Chávez. Lo hizo con Proyecto Venezuela, partido fundado por él. Mientras, Salas Feo continuaba el legado en el feudo carabobeño, hasta que en 2004 perdió las elecciones contra Luis Felipe Acosta Carlez. Salas Feo regresó a la gobernación en 2008 y entregó su cargo al actual mandatario, Francisco Ameliach, en diciembre de 2012.

No falta quien dice que, durante el mandato de Salas Feo, el que en realidad estaba al mando era el padre. “No tenía autonomía. El gabinete entero lo escogió el papá”, cuenta un asistente cercano a ambos, de esa época, que prefiere mantener el anonimato. En los corrillos de la política valenciana se dice que ambos, juntos, eran la llave perfecta. Salas Römer padre tenía el talento y el Pollo tenía el carisma que al otro le faltaba para tratar a la gente. También fueron la llave perfecta para los negocios.

 

Primera negación

 

Henrique Salas Römer estableció relaciones con el bufete Mossack Fonseca en su sede de las islas Seychelles en 2005. Según se lee en los correos internos que salieron a la luz gracias a la filtración del diario alemán Süddeutsche Zeitung, que coordinó el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y a los que tuvo acceso Armando Info, el 6 de julio se emitió el certificado número 2 de emisión de acciones de la compañía Kendville Consultants INC, que luego pasó a llamarse Adamont Consulting LTD. El titular de las acciones es Henrique Salas Römer, con 50.000 acciones de US$ 1 cada una.

 

Mirabaud Planification Financiere S.A., de Ginebra, Suiza, que entonces manejaba los intereses financieros del clan Salas, giró instrucciones a Mossack Fonseca para que traspasara las acciones de padre a hijo. Las acciones previamente pertenecían a Nomihold Securities Inc, quien las tuvo en su poder desde el 7 de octubre de 2003.

 

En los mismos documentos, aparece cómo Salas Römer, a través de Mirabaud Planification Financiere S.A., traspasó las acciones a su hijo Henrique Fernando. Es el certificado número 3 de la empresa y se emitió el 1 de septiembre de 2005. Unos meses después, el 5 de marzo de 2007, se cedieron a la compañía Lemania International, un año y medio antes de que empezara la campaña para las elecciones a gobernadores que Henrique Fernando ganó.

 

La dirección que colocó Salas Römer para estas acciones es la Quinta Soray, 2nda Avda. Castillo, Alta Florida, Caracas. Si se busca en Google Maps no existe. Habrá que ir hasta la Avenida 2 El Casquillo para conseguir la Quinta Soray, una casa de altos portones de rejas. En el descansillo hasta la entrada de la casa, hay una silla vacía de plástico blanco, oscurecida por el tiempo. En el suelo, una revista abierta y un cuaderno doblado dan la sensación de que el vigilante no debe andar lejos. El timbre, desgastado y sin ninguna indicación o nombre, no suena fuera, pero al poco aparece aquel que abandonó su atalaya de cuatro patas.

 

Se abre la puerta principal de la casa y se entrevé en el frontón de una pared interior en letras negras –o plateadas, la penumbra y la lejanía no permite mayor nitidez– un nombre: Strategyum. Es la empresa de análisis de entorno político-económico del político nacido en Puerto Cabello. Atiende Luisa Bel quien, siempre a través del portón de rejas, niega que esa casa tenga nada que ver ni con Salas Römer ni con su hijo desde hace dos años.

 

Se le repiten los nombres una y otra vez “Kendville Consultants – Adamont Consulting”. Y de brazos cruzados y mandíbula apretada, contesta. “No tengo ni idea, nunca las había oído y llevo toda la vida aquí. Aquí sólo hay una asociación civil”. Cuando se le informa que son datos que aparecen en los documentos del bufete Mossack Fonseca, reacciona: “¿Con quién ha hablado, quién le dio esta dirección?”. La conversación no dura más de 5 minutos.
-No sé de dónde ha sacado esa información, pero no es.

 

Segunda negación

 

Los Salas perdieron poco a poco su influencia en el feudo carabobeño. El continuismo sin reformas, sin nuevas políticas y con los mismos cogollos de poder desgastaron a la dinastía. El último gran impacto que tuvieron fue de la mano del padre, artífice del denominado “Capoldo”. El 24 de enero de 2012 Leopoldo López retiraba su candidatura para las primarias de la oposición y se unía a Henrique Capriles. El periodista Víctor Amaya, del diario Tal Cual, aseguró entonces que fue Salas Römer quien acercó las posturas de ambos candidatos y logró el acuerdo.

 

En los comicios de 2012 Salas Feo perdió la Gobernación frente a Francisco Ameliach, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Al día siguiente, Henrique Fernando se fue a Estados Unidos. No volvió a medirse hasta las primarias de la oposición de agosto de 2015 para elegir los candidatos a diputados para las elecciones del 6 de diciembre. Perdió. Igual que hizo antes, ese mismo día, tras apenas una semana en Valencia, regresó a Estados Unidos.

 

En 2014 el entonces presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello acusó a Henrique Salas Römer de idear un supuesto plan magnicida contra el presidente Nicolás Maduro. Desde entonces pesa sobre él un proceso judicial con orden de captura que lo llevó al exilio, en Estados Unidos. Este episodio le pasó factura porque, desde entonces, no volvió a pisar Venezuela. Es en Aruba donde al parecer, en ocasiones, celebra algunas reuniones políticas.

El 19 de enero de 2015 se creó Tannembaum LTD. El primer certificado de acciones está a nombre de Henrique Salas Römer, que le da la propiedad de 50.000 acciones por valor total de US$ 50.000. El director de esta compañía es Mariano Gómez quien, a pesar del nombre tan castizo, posee nacionalidad suiza, según el pasaporte que se adjunta para las operaciones con el bufete.

 

Cuando a un empleado de Mossack Fonseca le pidieron investigar sobre esta empresa y su principal accionista, saltó el resorte del magnicidio acusado por Cabello. En febrero de 2015 advirtió que había “información adversa” sobre el cliente que acababa de sumar otra compañía a sus bienes, según se lee en los correos internos.

 

La respuesta que dio Salas Römer al due dilligence, el proceso de protocolo que investiga en profundidad a los clientes denominados PEP (Personas Expuestas Políticamente, por sus relaciones directas o indirectas con cargos de la Administración Pública) fue de antología. “For now, it would be good if its compliance department has an education as to what is happening in the country. I’ll be back next week Suisse”. (Por ahora, sería bueno que este departamento tuviera educación sobre lo que está pasando en el país. Estaré de regreso en Suiza la próxima semana”.)

 

Los registros contables de Tannemabum LTD están en Valencia. En la Torre Santos, piso 9, Avenida Bolívar Norte. Pero, como ocurrió en Caracas, esta dirección tampoco existe.

 

La avenida Bolívar Norte es una de las principales arterias de la capital carabobeña. En un recorrido de punta a punta en ambos sentidos no se encontró la Torre Santos. El taxista, valenciano, desconoce la locación de esa torre. Pregunta por la radio a sus compañeros de línea. Ninguno sabe. “¿No estarás buscando la Torre Stratos?”. Se repite de nuevo la dirección, pero no hay modo de dar con ella. Hasta que se contacta a una fuente del empresariado citadino:

 

-¿Sabes dónde es la Torre Santos?
-Eso no existe. ¿No querrás decir la Torre Stratos?
-No. Santos. Busco unas oficinas en un piso 9.
-No existe una Torre Santos. Pero el piso 9 más famoso que hay para el mundillo de la política en la Avenida Bolívar
-Norte es el de la Torre Stratos. Ahí está el cuartel de Salas Römer.

 

En la entrada a la oficina hay una foto del monumento al Espíritu Guerrero de Alberto Lescay, escultura que recibe al visitante a Puerto Cabello. Son las oficinas de Proyecto Venezuela y allí atienden María Eugenia Jiménez, secretaria de la oficina, y asistente de Henrique Salas Römer, y Marianela Faría, la de Henrique Fernando. La primera dice que el padre no está. “Él está perseguido por el Gobierno, no está en la ciudad, ni en Venezuela”. Sobre el hijo no dan más explicaciones, solo que no está tampoco en el país.

 

Cuando se les comunica el motivo de la visita, buscan un cuaderno para tomar notas. La espera en la entrada, en un pequeño descansillo con sillas, es corta. Se repite todo. Panamá Papers. Mossack Fonseca. Tannembaud LTD. Kendville Consultants. Padre, hijo.

-Preguntaré. No me suena nada de lo que dice.

 

Tercera negación

 

La tarde del miércoles 4 de mayo Salas Römer levantó su teléfono en Estados Unidos y escuchó atentamente las preguntas sobre su relación con el bufete panameño y las empresas. “No tengo la menor idea de lo que estás hablando”, dijo pausadamente. Pidió que fueran deletreados algunos nombres de compañías y detalles sobre el monto de las acciones. “No, no me suenan. Para nada, esas no son mías, no tengo ninguna empresa en Panamá y no sé de qué correos me hablas”.

 

K – e – n – d – v – i – l – l – e: Kendville Consultants fue dictada letra por letra en el auricular, pero no lo recordó. La fecha de apertura, según registros del bufete panameño, es 2005. En ese momento ni él ni su heredero Henrique Fernando Salas Feo ejercían cargos de elección popular, pero eran figuras muy activas en la política venezolana.

 

Dijo que era un hombre que, a la par de su carrera política, se dedicaba a negocios privados. Pero no aceptó que alguna de estas, registrada en el archivo privado de Mossack Fonseca siempre con sus dos apellidos, fuera suya. A pesar de los correos que se enviaron a las asistentes, fue imposible conversar con Henrique Fernando Salas Feo para conocer su versión de los hechos.

 

Mucho menos reconoció que hubiera autorizado a cederle a su hijo las acciones de una empresa ni que compartan la propiedad de Adamont Consulting, creada por Mossack Fonseca en las Islas Vírgenes Británicas, otro conocido paraíso fiscal.

 

Lejos de aquella campaña de 1998, cuando Chávez decidió no llamarlo jamás por su nombre y apodarlo “Frijolito”, casi 20 años después el otrora hombre a caballo blanco se dedica a “mis negocios privados”, como prefiere llamarlo. En los registros públicos de Florida hay una empresa en la que funge de director. Sin embargo, ese nombre tampoco le resulta conocido.

 

(panamapapersvenezuela.com)