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Cuanto suceda en Venezuela alrededor de los apellidos Chávez Frías, no dejará de despertar la atención de propios y extraños. Así sucede desde el 4 de febrero de 1992, cuando el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías se hizo responsable por la insurrección cívico-militar que aquel día intentó desplazar del poder al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, representante por entonces del manto oligárquico que imperó desde 1958, año del derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.

 

Asumir la responsabilidad de aquel insurgente movimiento bolivariano en un país en el que pocos admitían el peso de las consecuencias de sus actuaciones, hicieron de aquella identidad una marca, reforzada en lo inmediato tanto con las sucesivas victorias electorales del militar llanero a partir de 1998, como con el carácter definitivamente telúrico que aplicó a su gestión hasta 2013, momento en el que se produjo su deceso.

 

El pasado domingo 17 de julio,  ambos apellidos de nuevo fueron noticia. En horas de la mañana, se confirmó el fallecimiento –en el Hospital Militar, de Caracas- de Aníbal José Chávez Frías (60), alcalde del municipio Alberto Arvelo Torrealba, en el estado occidental Barinas (a 483 kilómetros de Caracas), y hermano de Hugo Rafael.

 

El suceso disparó las alarmas, como era fácil prever. Desde el 5 de marzo de 2013, fecha exacta de la defunción del Presidente socialista, cuanto gira alrededor de ese grupo familiar se convierte automáticamente en motivo de atención. Máxime, si de salud se trata.

 

Una infección estomacal, causada por salmonelosis bacteriana, habría sido la causante de su partida terrenal pero las hipótesis, bien o mal intencionadas (como sucedió y sucede aún con la desaparición física del líder de la Revolución) han ido brotando para “explicar” lo sucedido a quien fuera docente de profesión y mandatario municipal de Sabaneta, tierra en la nació y se levantó junto a su familia inmediata.

 

¿Una sola víctima?

 

El menos exigente de los rastreos al banco de datos depositado en la red cibernética, ofrecerá incalculable número de páginas referidas al deceso de Hugo Chávez, hace tres años. Un alto grado -asimismo incontable- de autores que niegan la tesis de su muerte natural por cáncer, coincide en la presunción del homicidio.

 

De hecho, una comisión que profundice en aquel acontecimiento fue ordenada el 14 de junio de 2016, por el presidente Nicolás Maduro. “He designado una comisión por ahora secreta, después lo diré, para investigar los documentos y las evidencias del asesinato del comandante Hugo Chávez”, reveló durante la transmisión del programa Contacto con Maduro.

 

Las suspicacias sobre la naturaleza de aquella tragedia, como la denomina el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, brotaron incluso antes del momento fatal. Sin cifras demostrativas a la mano, pero bajo el amparo del sentir colectivo, se podría advertir que una importante cuota de la población coincide en que se trató de un magnicidio. Un meticuloso magnicidio.

 

“¿Qué estará pasando con la familia Chávez?”, fue la pregunta, que a modo de comentario, lanzó Elizabeth Carrillo al ser abordada por el portal www.latabla.com.

 

Carrillo, cuya inquietud no provino de su condición de trabajadora de la salud –labora como enfermera de un hospital del oeste de Caracas-, sino como militante de la Revolución Bolivariana, ubica su interrogante de forma paralela a otras suscitadas desde el propio domingo.

 

Una de ellas, dirigida a plantear el estado de salud de quienes usualmente compartían con el alcalde sus momentos para alimentarse, partiendo de que muy pocas veces personalidades con altas responsabilidades desayunan, almuerzan o cenan sin compañía alguna.

 

Tales encuentros se desarrollan, muy usualmente, en el marco de la dinámica laboral diaria.

 

Si el líder local fue blanco mortal de salmonelosis bacteriana, ¿también fueron severamente afectados quienes degustaron a su lado los mismos platos? ¿por qué los medios de comunicación bajo control privado no se han hecho eco de esto, en caso de que así haya sido? ¿algunos organismos son menos inmunes que otros a la bacteria Salmonela?

 

Una pregunta más, a riesgo de que figure pedante: ¿no se supone que la dieta de quienes conformen los llamados cuadros medios de la dirigencia política en el poder en cualquier parte del mundo, es especialmente tratada como parte de las medidas de seguridad que deben rodearla?

 

El colmo: esa entrevista

 

La reacción de opositores a la Revolución venezolana, vía redes sociales, no se hizo esperar luego del lamentable anuncio. Calentarlas con todo tipo de improperios contra el proceso político de izquierda y cuanto le es afín, resultó fácil al extremo. No obstante, un “detalle” resaltó en medio de la maquinaria insultante: esas mismas redes se esforzaban en hacer un llamado a la calma.

 

Una extraña y apurada apretada campaña de prevención, sugiriendo normas básicas de higiene a lo que se sumó una explicación sencilla pero efectiva sobre la bacteria mencionada, causaba “ruido” en medio de aquel rabioso fondo contrarrevolucionario y obligaba a plantearse más preguntas:

 

¿Por qué no se manipuló el momento para repotenciar la explotación de la supuesta crisis humanitaria, que con exagerado ahínco se pregona desde que la Asamblea Nacional fue asumida por la derecha en enero de este año?

 

¿Por qué en esta ocasión la Salmonela sí respondió a una lamentable derivación de alimentos mal procesados, en lugar de un desprendimiento directo de la presunta inexistencia de fármacos?

 

¿Por qué no se fue lo suficientemente artero para demostrar que la presunta carencia de principios activos, aunado al “grave” deterioro de la red hospitalaria pública, ataca incluso a la dirigencia política gubernamental supuestamente blindada ante escenarios de esta naturaleza?

 

Con el correr de los días, ha sido notorio el posicionamiento emprendido desde redes controladas por adversarios del socialismo criollo, de una entrevista que al portalwww.unidadvenezuela.org (órgano de la derechista Mesa de la Unidad Democrática), brindó el martes, Julio Castro, a quien identifican como médico infectólogo al servicio del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela. La publicación, como en el caso anterior, también invita a la formulación de interrogantes:

 

¿Fue producto de la ingenuidad desaprovechar la ocasión para agudizar la campaña mediática que galopa desde hace seis meses?

 

Si previamente manejaban la información de lo que expondría el galeno, ¿por qué procedieron con el trabajo periodístico, que no sumaba elementos que constituyeran denuncia alguna contra instituciones como el Ministerio del Poder Popular para la Salud?

 

La difusión del material sorprendió, incluso, a quienes lo siguen por su filiación político y partidista. No es habitual que en ese espacio se ventilen temas ajenos a la diatriba ideológica.

 

¿Por qué ahora sí sucedió? ¿por qué en ese tono pedagógico y escasamente polémico?

 

¿Alguien sabe algo que trasciende la apariencia de la cotidianidad clínica y pretende desviarlo justamente a esto último?

 

Parafraseando a Elizabeth Carrillo: ¿pasa algo con la familia Chávez de lo que ni la familia Chávez se haya enterado?

 

(LaTabla.com)

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