Sin decirlo literalmente porque está prohibido, el emperador de Japón, Akihito, informó este lunes que considera la posibilidad de abdicar por su avanzada edad y la dificultad para hacer cumplir sus deberes en el futuro cercano.
“Me preocupa que pueda convertirse en algo difícil para mí llevar a cabo mis responsabilidades como símbolo del Estado, tal y como he venido haciendo hasta ahora”, aseguró Akihito en un mensaje televisado de 10 minutos que fue grabado en el Palacio Imperial.
El emperador, quien tiene 82 años, se mostró preocupado de que “algún día” no pueda realizar sus funciones como jefe de Estado, lo cual “podría tener efectos adversos para la sociedad” nipona.
Dado que la legislación de la Casa Real japonesa no estipula el proceso de abdicación, Akihito evitó referirse de forma explícita de la posible cesión de soberanía.
Por tal, el anuncio se erige como un hecho memorable en la historia reciente de Japón. Y para Akihito fue apenas su segundo mensaje público en más de 20 años, desde marzo de 2011 cuando se refirió a las secuelas del terremoto.
Uno de los primeros en responder a las palabras reales fue el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien manifestó que su Gabinete tomará “seriamente” las palabras de su majestad.
“Teniendo en cuenta los deberes del emperador, así como su edad y el peso (de su trabajo), tenemos que mirar con firmeza lo que podemos hacer”, afirmó Abe.
En contexto
La última vez que un soberano nipón abdicó fue hace dos siglos, cuando el emperador Kokaku dejó su cargo en 1817.
Para habilitar la opción de la renuncia real, el Parlamento japonés debería aprobar una reforma del marco legal vigente.
Desde 1990 Akihito lidera el imperio nipón, y de abdicar, sería en favor de su hijo el príncipe Naruhito.
(teleSUR)