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Una bañera especial las espera a las 8:30 de la mañana cuando María Gracia depierta a María de los Ángeles o viceversa. Estar una dormida y otra despierta es imposible pues son las siamesas Parra Ugarte, quienes nacieron unidas por el tórax y el estómago y, según los últimos estudios médicos, comparten un mismo corazón.

Mañana cumplirán tres años de nacidas. Por eso, este miércoles les presentamos una crónica especial de cómo es un día con estas niñas, quienes se desarrollan normalmente muy a pesar de su condición. 

 

“Todo se lo debemos al Señor. Él nos prometió separarlas y cumplirá porque no es hombre para mentir ni es hombre para arrepentirse”, expresa la madre de las niñas, Ana María Ugarte de Parra, con una convicción fuertemente cristiana.

Aunque las nenas se levantan a las 8:30 de la mañana, la jornada de Ana es de 24 horas al día, es decir, es una mamá a tiempo completo. Sale de su cama muy temprano para que ellas tengan todo listo cuando se despierten y pasa el día completo pendiente de las siamesas. “¡Foto! ¡foto!”, gritan las niñas sonriéndose ante el lente de la cámara. Son muy entendidas, se saben las vocales y los números del uno al veinte así como todas las canciones de comiquitas como Pepa, Dora la Exploradora y El mundo de Luna.

Los especialistas señalan que su único corazón bombea sangre a ambas y los padres esperan una ayuda de Corpozulia para sacarlas del país a hacerle nuevos exámenes.

 

“Los médicos de aquí han hecho todo lo que conocen, pero no han sido instrumento hasta ahora para la separación de nuestras hijas. Nos han dicho que los exámenes no dan un pronóstico para la separación, pero lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios, y Él nos ha revelado que serán separadas a través de su obra”, asevera la madre.

 

Tanto Ana como Emilio Parra, el padre, tienen que prepararse para las seis comidas que consumen las pequeñas cada día.

 

Apenas termina la ducha se toman un tete de leche. “Es una leche especial. Se llama Progress Gold», comentan los padres, mientras las niñas, miran con la curiosidad de todo pequeño lo que les rodea.  

 

Las siamesas se encuentran rozagantes. Sus ojos son ávidos y atentos. Derrochan vida en sus movimientos y son testimonio de la fe del hogar. Una luz especial se irradia a través de la mirada alegre e inquieta de las pequeñas, quienes buscan, anhelantes, como todo bebé, explorar alrededor y observar, con una especie de curiosidad angelical, a quienes no son visita frecuente en su casa.

La risa es una constante en las bebés, mientras las visten, con dos vestiditos de broche para que puedan abarcarlas a las dos.

Luego la tarea es caminar en una andadera que Bandesir (Banco de Sillas de Ruedas) elaboró especialmente para las siamesas.

Se mueven a un lado y al otro, recorren toda la casa y a media mañana toman zapote con leche, pues aunque ambas cuentan con todos los dientes tienen el hábito de sacarse de la boca toda comida sólida que les llegue.

“La nutricionista le indicó a las princesas suplementos alimenticios ya que lo que no comen eso lo sustituye. Se llaman Proteinex y Enterex Karbs o Fantomalt, cualquiera de estos tres, además el Proteinex y todos son difíciles de conseguir”, expone Ana. 

Resonancia, arteriografía, tomografía computarizada, electrocardiograma, ecocardiograma y anginoresonancia cardíaca forman parte de los múltiples estudios a los que han sido sometidas las siamesas.

A las 2:00 de la tarde les toca otro tete de leche; a las 5:00 pm compotas de frutas y vuelven a la cama a las 11:00 de la noche luego de tomarse otro tetero de leche. Son de piel muy sensible y su mamá les aplica tres veces al día una crema especial que, al igual que el jabón, se llama Cetaphil.

Es un encanto verlas mirar con atención la televisión y entretenerse con sus juegos dinámicos mediante los cuales se puede notar su habilidad mental pues ya saben diferenciar los colores y juegan con gracia y agilidad.

Ambas pesan 21 kilos y van del cuarto a la cocina, de la cocina a la sala y de la sala a la bañera con su andadera, aunque también se paran solas.

La presión y la curiosidad de la familia y amigos no se hizo ni se ha hecho esperar. La de la prensa tampoco. Si compartían o no el corazón fue algo que oficialmente nunca se les dijo a los padres. Pero que inevitablemente conocieron a los dos meses del nacimiento.

Su vocabulario es variado y abundante. Sus cabellos lacios y adornados con lacitos de colores, sus dientes completos, blancos y siempre dispuestos a una sonrisa.

“A veces pelean por una toallita que se les coloca cuando van a dormir. Aunque las abarca a las dos, María de Los Ángeles la quiere solo para ella, es la que más busca pelea”, describe, con humor, Adriana Liseth, de 11 años, la hija mayor de Ana María.

 

Cuando nacieron la sociedad marabina se conmovió y cuando se hizo público que compartían un mismo corazón proliferaron los comentarios de que apenas durarían meses, pero hoy los padres se encuentran en un verdadero corre corre organizando la fiesta que realizarán el próximo sábado para celebrar el tercer cumpleaños de lo que ellos consideran un milagro de Dios que llegó a sus vidas. ¡Feliz cumple, siamesitas!
 

(Panorama)

 

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