Históricamente, la Copa Libertadores se caracterizó mucho más por la paridad y los partidos trabados, sobre todo en las finales: de los 14 partidos que se habían jugado en las siete finales del certamen continetal más recientes, ninguno había tenido más de tres goles. Si a esa histórica tendencia se le suma que, este año, la definición la disputan Boca y River, la lógica indicaba que la serie comenzaría con un encuentro cerrado. Sin embargo, en La Bombonera, el Xeneize y el Millonario disputaron un partido de Champions League.

El 2-2 final, que deja complatemente abierto el resultado de cara a la revancha del sábado 24 en el Monumental, tuvo de todo: el local se puso arriba dos veces, el visitante reaccionó dos veces, los arqueros tuvieron apariciones fundamentales y no faltaron los roces. En definitiva, por lo que se vio dentro del campo de juego, el empate parece haber sido el resultado más acorde a lo que sucedió dentro de la cancha.

(goal.com)