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En un mensaje de video de corta duración el jefe rebelde conocido como “Timochenko” reiteró la disposición de la guerrilla de cumplir el compromiso de alto el fuego permanente.

 

“Timochenko”, cuyo nombre real es Rodrigo Londoño, negó que los resultados del referendo sean una derrota política porque la consulta no es jurídicamente vinculante. Consideró que el acuerdo “final” ya ha sido firmado y entregado al Consejo Federal Suizo en Berna como un acuerdo humanitario especial entre partes en conflicto en el marco de la Convención de Ginebra.

 

“Esto le confiere innegable e irrevocable efecto jurídico”, remarcó.

 

Por su parte, el gobierno inició el lunes una cumbre de partidos políticos para buscar una salida tras la impensada derrota del domingo.

 

“El presidente ha mostrado un liderazgo valiente porque prefirió la paz a la inercia de la guerra, valiente porque se sometió a la decisión de los ciudadanos”, dijo el principal negociador por la parte oficial, Humberto de la Calle, en declaraciones a periodistas tras poner su renuncia a disposición del jefe de Estado. Santos no informó si la aceptará o no.

 

Agregó que “hay que buscar un acuerdo nacional”.

 

En lugar de ganar por el margen de dos contra uno que habían anunciado las encuestas los partidarios del acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) perdieron por un estrecho margen, 49,8% de los votos frente a 50,2% de los que se oponen.

 

“La paz no ha sido derrotada, incluso voceros del Centro Democrático han señalado que tienen objeciones sobre aspectos de lo acordado, pero el deseo de paz es universal y unánime”, dijo De la Calle.

 

El Centro Democrático, liderado por el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) fue el principal impulsor de la campaña por el “no” y el más agresivo opositor a las negociaciones de paz que se desarrollaron con la guerrilla en Cuba.

 

Tanto Santos como las FARC, que alcanzaron el pacto tras cuatro años de difíciles negociaciones, prometieron seguir trabajando y prácticamente descartaron la posibilidad de retomar una guerra que dejó 220.000 muertos y ocho millones de desplazados.

 

Uno de los motivos de la inesperada derrota fue la baja participación: sólo 37% del electorado concurrió a votar. Algunos analistas interpretaron el dato como un indicio de que el ambicioso acuerdo no había despertado mucho entusiasmo entre los colombianos.

 

Las fuertes lluvias del huracán Matthew afectaron especialmente la participación en la costa caribeña, donde la maquinaria electoral del gobierno es más fuerte y el “sí” ganó por un cómodo margen de dos dígitos.

 

“No me rendiré, seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato”, dijo Santos en un mensaje televisado en el que pidió calma a sus compatriotas.

 

Pero no está claro cómo hará el gobernante, que ya es impopular, para salvar el acuerdo tras la gran derrota política.

 

Por ahora ordenó a sus negociadores que regresen el lunes a Cuba para reunirse con los líderes de la guerrilla.

 

Una opción para el gobierno sería reabrir las negociaciones, algo que Santos había descartado antes y que De la Calle describió de “catastrófico”.

 

El presidente, al que le quedan poco menos de dos años de mandato, también podría intentar ratificar el acuerdo en el Congreso o convocar una convención constitucional, algo que tanto las FARC como Uribe habían visto con buenos ojos.

 

“Creo que sí pensábamos que se iba a ganar”, dijo “Timochenko” a W Radio. “No significa que ya se ha perdido la batalla por la paz, yo creo que esto antes nos llena de más entusiasmo y nos compromete mucho más”.

 

La derrota del gobierno fue aún más llamativa dado el enorme apoyo internacional al acuerdo. Muchos jefes de gobierno, el secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, estaban presentes cuando Santos y “Timochenko” firmaron el pacto hace menos de una semana en una ceremonia llena de emoción.

 

Noruega y Chile, garantes de la mesa de diálogo en Cuba, expresaron el lunes su compromiso de seguir contribuyendo en el nuevo escenario y el secretario de la ONU exhortó a los colombianos a “mantener la calma y evitar un retorno a la violencia”.

 

Ante la incertidumbre, todos los ojos están puestos en el antiguo jefe y principal rival de Santos: Uribe.

 

Sin la potencia de las relaciones públicas del gobierno, un airado Uribe dio voz a millones de colombianos, muchos de ellos víctimas de las FARC como él, indignados por los términos de un acuerdo de 297 páginas que permitía a los líderes rebeldes evitar el paso por prisión si confesaban sus crímenes y les reservaba 10 escaños en el Congreso.

 

Tras conocer los resultados Uribe pidió “un gran pacto nacional” e insistió en “correctivos” que garanticen el respeto a la constitución y una justicia sin impunidad. Uribe no mencionó si trabajaría con Santos para intentar salvar el acuerdo.

 

Ni él ni sus representantes asistieron a la reunión del lunes con los partidos convocada por Santos pero un comunicado del Centro Democrático expresó que esa fuerza política tiene la “voluntad” de reunirse con los “delegados que el gobierno nacional designe”.

 

“Todo lo que tenían esos acuerdos era impunidades”, dijo Ricardo Bernal, de 60 años. “Todos queremos la paz, pero con reajustes”.

 

En Bogotá cientos de partidarios del acuerdo de paz intentaban asimilar el resultado en medio de la desesperanza.

 

“Al final, el odio hacia las FARC ganó sobre la esperanza por el futuro”, dijo Jason Marczack, experto en América Latina del Atlantic Council de Washington.

 

(AP)