Ruptura del diálogo y de la unidad opositora; reelección de Nicolás Maduro; intento de magnicidio; elección de concejales con amplia victoria del chavismo. 2018, desde el punto de vista político puede resumirse en un manojo de hechos, delante un telón de fondo formado por la guerra económica y los esfuerzos del gobierno por enfrentarla; el injerencismo externo; los escándalos de corrupción y las actuaciones de la Asamblea Nacional Constituyente.

 

Como es ya habitual en Venezuela, no fue un año aburrido. Los acontecimientos políticos se sucedieron con gran vértigo y en medio de crecientes amenazas y retos que, por lo demás, siguen planteados de cara a 2019. Veamos esos hechos y sus contextos.

 

Más del contexto: el injerencismo

 

La política injerencista de las fuerzas imperiales y sus aliados ha tenido en el cerco económico su arma fundamental. Pero también se han mantenido a todo tren otros escenarios bélicos de cuarta generación: diplomático, mediático tradicional y de redes sociales.

 

Durante todo el año no han cesado los esfuerzos de EEUU por crear una coalición internacional capaz de cambiar el gobierno de Venezuela sin los costos que tendría para Washington una acción unilateral. En esos esfuerzos han tenido el respaldo de los gobiernos que bien calificó uno de sus emblemas, Pedro Pablo Kuczynski, como “perritos echados en la alfombra de EEUU”. Clave ha sido también la gestión monotemática de Luis Almagro, que ha consagrado a la Organización de Estados Americanos a la causa de derrocar a Maduro.

 

En contrapartida, los hechos ocurridos en otras latitudes han abonado a la tesis, un tanto humorística, de que “el que se mete con Venezuela se seca”, pues varios de los gobiernos adversarios (incluido del de Kuczynski, cabeza del Grupo de Lima) se han desplomado. El propio Almagro termina el año defenestrado por su partido en Uruguay.

 

A pesar de esos reveses, la liga de enemigos de la Venezuela bolivariana no ceja en sus empeños y ya está preparándose para comenzar 2019 con nuevas arremetidas en los campos diplomático y mediático.

 

Una audaz y sorpresiva jugada en el campo geopolítico dejó a muchos mirando anonadados el tablero. Fue la visita de Maduro a Moscú y el envío a Venezuela de cuatro aeronaves militares rusas, incluyendo dos portentosos bombarderos nucleares Tópolev. Los efectos permanentes de este movimiento estratégico aún están por verse, pero en términos inmediatos parece haber dejado claro que al menos uno de los grandes aliados extrahemisféricos (entre los que, además de Rusia, se cuentan China, Turquía e Irán) está dispuesto a cooperar en la defensa de Venezuela más allá del plano retórico.

 

La corrupción es más que un telón

 

Otro elemento de influencia permanente durante 2018 ha sido el de la corrupción.

 

Por una parte, esto puede verse como un síntoma positivo porque el tema ha sido ventilado públicamente y en casi todos los casos, han sido organismos del Estado los que han destapado los asuntos turbios. En el lado negativo, el país ha comprobado que la corrupción se ha convertido en un mal omnipresente, con alarmante presencia no solo en los altos niveles institucionales, sino también en los cuadros medios y bajos, civiles y militares.

 

Un papel importante en el conocimiento público de las irregularidades ha tenido el Ministerio Público bajo la conducción de Tarek William Saab. Su actitud ha puesto en evidencia, además, que la anterior administración de ese organismo tuvo una contribución nula a la lucha contra la corrupción por lo que puede considerarse que fue –por acción o por omisión- cómplice de los grandes desfalcos al patrimonio nacional.

 

La opinión pública valora mayoritariamente que se denuncie y castigue a los corruptos, pero en ella afloran los temores de que solo paguen algunos chivos expiatorios y que, en general, se mantenga vigente el clima de impunidad. Los próximos meses serán cruciales en este sentido.

 

Desempeño de la ANC

 

La actividad política ha estado enmarcada durante todo el año en las actuaciones de la Asamblea Nacional Constituyente, fruto de la que sin duda ha sido hasta ahora la mejor jugada política del presidente Maduro, ejecutada en 2017.

 

La existencia de la ANC, supuestamente ilegal e ilegítima, fue la excusa principal de los grupos de la oposición que rompieron el diálogo con el gobierno. Según el antichavismo, la Constituyente es, a su vez, la causa de la ilegitimidad de las elecciones presidenciales de mayo, ya que fue el organismo convocante. Ese mismo argumento ha servido para no concurrir a las municipales y será la clave de la movida que la oposición tiene previsto realizar en enero.

 

Para el gobierno, la ANC ha sido la solución concreta a las insalvables dificultades que había significado en 2016 y parte de 2017 una Asamblea Nacional con amplia mayoría opositora y resuelta a trabar por completo el funcionamiento del Estado. La Constituyente ha cumplido todas las funciones que corresponden a la AN en el ámbito legislativo y para cumplir las formalidades jurídicas como la presentación de las memorias y cuentas, aprobación de acuerdos internacionales y el presupuesto fiscal. En la controversial fecha del 10 de enero, la ANC será la autoridad ante la cual se juramentará Maduro para su segundo mandato.

 

La ANC tuvo el efecto, tan pronto fue electa, de parar en seco la violencia callejera opositora. Sin embargo, no ha sido efectiva ni en la atención de los gravísimos problemas económicos ni
–hasta donde se sabe- en la tarea de elaborar una nueva Carta Magna.

 

En el epílogo del año, varias voces desde dentro del chavismo se dejaron escuchar con posturas críticas respecto a la ANC: Julio Escalona, Isaías Rodríguez y Elías Jaua, entre otros, expresaron puntos de vista cuestionadores sobre el rol que ha cumplido hasta ahora. La fuerza de sus opiniones pareció abrir un debate interesante y endógeno. Esa podría ser una de las más interesantes herencias que 2018 le deja a 2019, pero todo dependerá, claro está, del interés de la dirigencia política y de los constituyentes.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)