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El vertiginoso ascenso de la “tasa de guerra”, como el gobierno venezolano califica la cotización paralela ilegal del dólar estadounidense, está determinado por el cambio implícito de las importaciones complementarias de alimentos y productos esenciales desde Colombia y Brasil, especialmente a partir del mes de septiembre.

 

A esto hay que agregar la presión de la demanda estacional de la temporada de fin de año, así como la escalada de la confrontación política que es usada para justificar el ya prolongado ataque a la moneda con base en el cambio fronterizo semiformal que el gobierno colombiano permite en el eje fronterizo del departamento Norte de Santander.

 

Estas son las claves del fenómeno que ha llevado el dolar paralelo desde los 1 mil bolívares al inicio de octubre, hasta la cifra de 1.758 para este viernes.

 

1. El valor del dólar o el peso colombiano usado implícitamente para definir los costos y precios de los productos del llamado Plan de Abastecimiento Complementario (PAC) se convirtió en un marcador de la tasa de cambio anclada en transacciones de la economía real, incluso sin que sea representativa por sus bajos volúmenes.

2. Las primeras importaciones, realizadas desde el mes de marzo, procuraban impulsar un proceso de repatriación de capitales, estimulado por una “cristalización del margen de ganancia” con base en una tasa cambiaria intermedia entre el dólar DICOM y el paralelo ilegal. Eso provocó una caída de la “tasa de guerra” y luego una situación de estabilidad que se puede apreciar, según la data histórica, entre el 11 de mayo y finales de septiembre.

3. El mecanismo, desarrollado por iniciativa del gobierno del estado Zulia, tenía un carácter regional, era temporal, se limitaba a muy pocos productos y estaba dirigido a comerciantes establecidos cuyo negocio fuera la actividad mercantil y no la especulación cambiaria. Adicionalmente, carecía convenientemente de estabilidad jurídica, fiscal y operativa que le permitiera convertirse en algo permanente.

4. Hasta agosto el mecanismo mantuvo ese carácter reducido, cuando el Ministerio de Salud dictó una resolución que autorizó “la libre venta y consumo en el territorio nacional” de unos 1.500 productos tanto nacionales como importados como harina de maiz de Colombia, productos lácteos de Nicaragua y Perú y harina de trigo de EE.UU., por citar algunos. Eso le dio un estatus permanente y nacional al programa y estimuló su masificación relativa entre septiembre y octubre.

5. En octubre se verificó la venta más a menos generalizada en todas las entidades del país, y con auspicio de entes públicos diversos, de rubros importados como harina, pasta y aceite, así como artículos de aseo personal y del hogar. Lo llamativo fue que casi todos los rubros y marcas ofertadas tenían precios que superaban hasta en un 50 por ciento el costo inicial en las entidades fronterizas.

6. El dato indica que para estas fechas la cristalización del margen de ganancia no se realizaba como consecuencia de la actividad comercial sino de la propia especulación cambiaria. Por lo tanto cabría sospechar que tras la desregulación sanitaria y la masificación del mecanismo, se incorporaron a la actividad capitales de carácter especulativo y probablemente conectados con los planes de desestabilización político-financiera.

7. Un dato ilustrativo del fenómeno es la caída estrepitosa del bolívar frente al peso en el cambio de frontera. Sólo esta semana que termina la moneda venezolana cayó de 1,95 pesos por bolívar a 1,40 según la cotización de apertura. Voceros “especializados” pronostican que en semanas se alcanzará la paridad bolívar-peso.

8. La devaluación desde Cúcuta primero permitía a los contrabandistas adquirir más productos venezolanos (subsidiados con divisas preferenciales por el gobierno de Nicolás Maduro) con menos pesos. Ahora el esquema opera a la inversa aunque su efecto sobre la moneda venezolana es el mismo: los exportadores colombianos obtienen más bolívares con menos productos.

9. Hay un factor de desestabilización política, potenciado tanto por las amenazas recientes de protestas y acciones violentas por parte de la oposición venezolana, como por el avance de la extrema derecha colombiana, expresada en el uribismo, tras el triunfo del NO en el plebiscito sobre los acuerdos de paz.

10. La cercanía de la temporada navideña, con el aumento estacional de la capacidad de compra de la población, genera una importante presión sobre la demanda que trae como consecuencia un incremento de los precios, incluyendo el de la moneda.

 

(LaTablablogspot.com)