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Con su obra, recreó magistralmente nuestra gesta emancipadora. Martín Tovar y Tovar realizó a través de sus lienzos un ejercicio histórico de gran valor artístico para legarnos, como páginas de crónicas, las batallas, el territorio donde tienen lugar, los ejércitos en confrontación, y a los héroes en plena acción de lucha. Según el escritor y crítico Juan Calzadilla, este pintor, “(…) es producto de una de las voluntades artísticas más claras e inteligentes que dio la pintura venezolana en su tiempo”. Destaca a su vez que Tovar, “(…) divide al siglo; pone fin a una época y comienza lo que será la etapa heroica de nuestra pintura (…)”.

 

Por su parte, el crítico de arte Alfredo Boulton escribió: “Tovar y Tovar es una de las mayores glorias de nuestra pintura y fue el primero en abordar la temática histórica con brío, con grandeza y con la monumentalidad que esos motivos merecían, y lo hizo de manera sobresaliente”.

 

Sus obras se caracterizan por su gran habilidad técnica, su capacidad para agrupar figuras y recrear geografías. Agrega Calzadilla, que la obra de Tovar y Tovar podría definirse como “clásico en la forma y romántico en el contenido”, ya que, “Tovar trata de fundir la concepción lineal y escultórica propia del Neoclasicismo con la exaltación cromática y el movimiento de las formas propugnados por los románticos”.

 

En 1867 obtuvo medalla de oro en la Exposición Universal Internacional de París, y en 1872 participó en la “Primera Exposición Anual de Bellas Artes Venezolanas”, organizada por James Mudie Spence; y en la “Exposición Internacional Anual de obras selectas de Bellas Artes y Arte Industrial e Inventos Científicos” en Londres, donde sus obras fueron ampliamente valoradas. Con motivo del Centenario del Natalicio del Libertador, participó en la “Exposición Nacional de Venezuela”, donde expuso entre otras obras, la Firma del Acta de la Independencia, por la cual, le otorgaron la medalla de oro en Bellas Artes. Incluso fue reproducida en litografías y representada en los llamados “cuadros en vivo”.

 

Entre sus obras podemos mencionar también Batalla de Carabobo, Batalla de Boyacá y Batalla de Junín. Fue también un excelente retratista de la mujer caraqueña del siglo XIX y de los héroes de la Independencia, a los que se les reconoce “una gran fuerza expresiva”. Algunos de los próceres y personajes emblemáticos que retrató fueron: Simón Bolívar, José Félix Ribas, Francisco de Miranda, Rafael Urdaneta, José María Vargas, entre otros.

 

Pintor caraqueño

 

Nació en Caracas, el 10 de febrero de 1827, justo por esos días en que el Libertador visitó por última vez el país intentando detener el movimiento separatista de la Gran Colombia conocido como La Cosiata. Fue hijo de la caraqueña Damiana Tovar Liendo y de Antonio María Tovar, oficial granadino que estuvo bajo las órdenes de Pablo Morillo.

 

Asombrados por sus inclinaciones artísticas desde temprana edad, sus padres lo llevaron a la casa de Celestino Martínez, Pintor, litógrafo y fotógrafo, donde tomó clases de dibujo. Continuó estudios en la Academia de Dibujo con el pintor y pedagogo Antonio José Carranza y también con el maestro Carmelo Fernández en el Colegio de La Paz. Martín era muy curioso y vivaz.

 

Apasionado por la pintura se hizo amigo de Francis Clément LeBeau, un médico francés con gran conocimiento de la pintura, con quien pasó muchas tardes conversando sobre arte, pintores y tomando algunas lecciones. Ya a los quince años daba clases en colegios de niñas de la época, y en 1844, junto a Carmelo

 

Fernández, Rafael Meneses y Pedro Correa, compró y regentó la célebre litografía de Müller y Stapler; para convertirse en uno de los pioneros del arte litográfico en el país.

 

Viaje a Europa

 

A los veintitrés años se fue a formarse a Europa. Estudió en la Academia de San Fernando de Madrid, donde tuvo como maestro en colorido y composición, al pintor y grabador José de Madrazo y a Federico de Madrazo y Kunz, pintor especializado en retratos románticos, arqueología y ropaje. Afiebrado por conocer más y más sobre la pintura, tomó adicionalmente clases de anatomía pictórica, perspectiva, historia y costumbres, bajo la dirección de Antonio M. Esquivel, Patricio Rodríguez,

 

Francisco José Fabré, Eduardo Cano y de Ramón Rodríguez. Al culminar se fue a París a estudiar al taller de Léon Cogniet, pintor de estilo romántico y neoclásico, con quien practicó la pintura del natural. Por esos días dio clases de dibujo en París para mantenerse.

 

En 1955 regresó al país y propuso la creación de un Museo Nacional, para lo cual planteó “copiar” algunas de las obras de los mejores artistas. Su propuesta fue aceptada, ya que para la época, incluso la enseñanza artística se basó en la copia de modelos europeos. Sin embargo, no contó con los recursos económicos para emprender el proyecto. Esa temporada se dedico al retrato, y tuvo gran demanda, incluso el retrato que realizó a su hermana Anita Tovar de Zuloaga ha sido considerado, según Boulton, como “el mejor ejemplo del género dentro de nuestra historia pictórica”. A su vez, entre 1857 y 1859 dirigió la cátedra de dibujo natural y topográfico en el Colegio de Roscio y de dibujo lineal.

 

Regresó a París donde permaneció año y medio, y participó en la Exposición Universal en Londres. Además de la pintura, se aficionó por la fotografía, así que al poco tiempo de retornar a Venezuela, fundó en 1865, en la esquina del Principal, su estudio: Fotografía Artística de Martín Tovar y Tovar, donde realizó “trabajos fotográficos, iluminaciones, además de retratos al óleo”. Según reseñas del diario El Federalista, realizaba exposiciones permanentes de fotografías y de pinturas al óleo. Cuentan que su taller tenía los procedimientos de fotografía más avanzados de la época, llamados “retratos mágicos”. José Antonio Salas, padre del pintor Tito Salas, fue su socio en el estudio.

 

Pintar a los próceres

 

A partir de 1867 obtuvo grandes reconocimientos internacionales y participó en importantes exposiciones nacionales e internacionales. En 1873 el Ministerio de Interior y Justicia le encargó para el Salón Elíptico del Palacio Federal treinta cuadros que “ilustren a los próceres de la Independencia”. Sobre dicha colección, Enrique Planchart escribió: “logró crear en parte figuras tan bien caracterizadas, que la historia y la imaginación popular acaban aceptándolas como auténticas, o por lo menos, como valederos retratos”.

 

Gran muralista

 

Su obra, Firma del Acta de Independencia es considerada la más popular de la pintura venezolana. Sobre ésta, Manuel Cabré, el pintor del Ávila, escribió: “En las colecciones de Versalles hay pocas pinturas de género que puedan compararse con el 5 de Julio de 1811 pintado por Tovar y Tovar”.

 

La Batalla de Carabobo es otra de sus obras valoradas, la cual se presentó en 1888, en el marco de la inauguración del Salón Elíptico del Palacio Federal. En dicha obra, de gran magnitud, podemos ver diversos eventos del combate, como el Libertador dirigiendo la estrategia, Páez en plena batalla, así como la muerte de Negro Primero y de Plaza. Al conocer el trabajo de Tovar y Tovar, el muralista mexicano, David Alfaro Siqueiros señaló: “(…) su mural de la bóveda del Salón Elíptico (…) muestra, sin duda alguna, al más grande muralista latinoamericano del siglo XIX y uno de los más brillantes del mundo”.

 

Según Boulton, ésta obra, “Reconstruye con sumo ingenio las fases y los movimientos principales de la gran escena, y en amplísima vista panorámica, de gran sentido visual, relata los hechos más significativos de aquel día. Ningún otro pintor nuestro tuvo mejor oportunidad para demostrar su talento y ninguno tampoco la supo aprovechar de manera más hábil”.

 

Con su obra, la Apoteosis de Miranda, presentada en 1896, para conmemorar los ochenta años del fallecimiento del Precursor, cerró su producción histórica para dedicarse a realizar paisajes al aire libre en Macuto y Caracas. Para muchos, Tovar y Tovar y Arturo Michelena son los iniciadores de la tradición venezolana del paisajismo académico.

 

A los 64 años de edad, el 17 de diciembre de 1902, murió el pintor. En su homenaje, El Cojo Ilustrado publicó varias entregas con reproducciones de sus obras y dibujos. Sus restos fueron llevados del Cementerio General del Sur al Panteón Nacional en 1983.

 

(Ciudad CCS)

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