En plena Caracas, en la parroquia San Juan, ha surgido una coalición de organizaciones populares que está trabajando por la liberación de una de las peores formas de dependencia que sufre el país: la que nos ata a la semilla de maíz importada y transgénica.
En efecto, la Comuna de San Juan, una empresa de propiedad social que integra consejos comunales, comunas propiamente dichas, comités de tierra y cooperativas, se ha enfocado en la producción de la semilla de maíz Guanape, una especie autóctona que podría romper con el sometimiento que sufren los productores nacionales respecto a grandes corporaciones que utilizan la manipulación tecnológica para eternizar esa dependencia.
Wilfredo Jiménez, presidente de la Comuna de San Juan, explicó en entrevista con LaIguana.TV cómo desde la efervescencia de lo urbano llegaron a ese proyecto agrícola de alcance nacional y también de qué manera la semilla Guanape está ayudando a producir también más y mejor organización del Poder Popular.
De seguidas, una versión del diálogo que Jiménez sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:
-¿Qué es la EPS La Comuna de San Juan y cómo ha sido su experiencia?
-Nacimos hace catorce años. Todavía no había leyes para construir una empresa de propiedad social. Nos organizamos 36 consejos comunales. Tuvimos que registrarnos en un Registro Mercantil porque no había una institución específica para este tipo de organizaciones. Nos exigían estar registrados para poder establecer convenios con los organismos públicos. Fue una pelea dura. Comenzamos desarrollando varios proyectos en el campo ambiental, como poda y corte de árboles y limpieza de torrenteras. Luego decidimos meternos en el tema productivo, con los alimentos porque ya intuíamos que venían problemas con eso y sabíamos que teníamos que ser capaces, como pueblo, de resolver esos problemas. En paralelo fuimos trabajando con la organización popular. Con Jorge (Rodríguez, en su tiempo de alcalde del Municipio Bolivariano Libertador) impulsamos los gobiernos parroquiales. Personalmente asumí la responsabilidad de ser el enlace entre la Alcaldía de Libertador y el Poder Popular. El que tomaba las decisiones era el Poder Popular. Fue una experiencia muy hermosa porque gestionamos, hicimos gobierno local. Tocamos el poder. Esa experiencia nos llevó a seguir avanzando. Tenemos 36 trabajadores con cargos estables, desarrollando proyectos de diversos tipos. Debatimos mucho y llegamos a la conclusión de que desde la ciudad era imposible desarrollar procesos productivos reales porque siempre estamos en la fase última del proceso, que es el intercambio y la distribución de las mercancías. Aquí se hace presente la lógica perversa de multiplicación de capital, propia del viejo Estado burgués, que causa el aumento constante de los precios. Nosotros decidimos caminar hacia donde está la solución del problema: el campo. No hay otro lugar. Lo hicimos y empezamos a encontrarnos con nuestro pueblo productor, nuestro pueblo campesino. Hicimos alianzas con ellos. Por ejemplo, tenemos una distribuidora de queso, La quesera del pueblo, en la avenida José Ángel Lamas, que vende el queso más económico de toda Caracas. Allí vendemos más de 14 mil kilos de queso por semana, además de carne y pollo. Hemos hecho muchas cosas desde nuestro propio esfuerzo. Aprendimos que no se trataba de organizarse para elaborar un proyectico, presentarlo a una institución y sentarse a esperar a ver si lo aprueban. Nosotros siempre hemos dicho que el plan A es nuestro propio esfuerzo, sin la institución, y plan B es la organización del pueblo.
-Algunas organizaciones populares, como la Plataforma de Luchas Campesinas, dicen una cosa es la palabra del presidente Maduro y otra muy distinta es lo que pasa de allí para abajo. ¿Cómo ha sido la relación de ustedes con las autoridades, con la gente que tiene poder de decisión para impulsar los proyectos?
-Para organizarnos pasamos casi tres años debatiendo sobre cuál era la figura adecuada: unos hablaban de cooperativa, otros de empresa del Estado… había mil formas. Nosotros insistimos que el tema era la empresa de propiedad social, entendida como del pueblo organizado. Siempre hemos tenido un gran respeto por nuestro gobierno, porque es nuestro gobierno, y apostamos porque esas instituciones pudieran dar su aporte, a pesar de que puedan ser burocráticas e ineficientes, ya que pertenecen al viejo Estado opresor y burgués. Eso debemos tenerlo claro. La idea es cómo podemos organizarnos, como pueblo, para constituirnos en Estado. Esa es la tarea que tenemos por delante. Chávez lanza la comuna para eso y nosotros hemos visto que hay algunas instituciones que funcionan, en las que fluye la comunicación, el debate, el respeto. Hay otras que, ¡mira, ni que te asomes! En algunos casos, antes de alguna reunión, alguien me aconsejaba: “No menciones la comuna, esto está prohibido aquí”. Yo les respondía que cómo no iba a mencionarla, si ese es el objetivo de la Revolución… Pero esto es parte de la transformación que está viviendo nuestra sociedad, y por eso es que nuestro plan A somos nosotros mismos, organizar la fuerza. Nos guiamos por lo que dice un viejo revolucionario, que “la política es razón y fuerza”, y el Poder Popular no es cosa de una sola persona, sino un poder consciente del ejercicio de sus funciones. Entonces, en cuanto a las autoridades, hay unas buenas, otras más o menos y otras que no sirven, pero ahí va caminando la cosa…
-Ustedes consideran al trabajo como un fenómeno social, no solo un derecho, sino también un deber. ¿En el área de influencia de la Comuna de San Juan está prohibida la vagancia?
-Sí, sí. En las asambleas hay compañeros que llegan, sobre todo la primera vez, con la idea de descargar sus frustraciones. La misma gente los rechaza. Los compañeros les dicen que aquí venimos a producir ideas, a organizarnos, a fortalecernos. No podemos ponernos toditos a llorar y a esperar a ver si alguien viene a darnos la manito porque “pobrecitos nosotros”. No hacemos eso porque sabemos en qué terminan esas actitudes. Estamos convencidos de que el trabajo es un instrumento de liberación. Cuando trabajas bajo esa concepción, eres un hombre o una mujer libre, y de eso se trata: de liberarnos.
-La Comuna de San Juan ha sido una promotora de la semilla de maíz Guanape. ¿De qué se trata?
-Es una historia muy bonita. Nosotros no somos los únicos que andamos en la onda de la liberación, del hombre nuevo, de una sociedad justa y amante de la paz, como la que se plantea en la Constitución. Al principio queríamos desarrollar numerosos proyectos: porcinos, de gallinas ponedoras…y adonde íbamos a nivel nacional nos encontrábamos que faltaba alimento, era costosísimo, manejado por la gran industria, y los recursos del Estado iban a parar a manos de esa gran industria. Había que hacer algo. Algunos proponían pelear con el ministro, pero veíamos que las peleas se habían casado y no se había logrado nada. Algo teníamos que hacer, no podíamos quedarnos esperando. Estuvimos investigando y supimos del trabajo de Pablo Characo, un indígena campesino de oriente que recuperó una semilla. Lo buscamos por cielo y tierra. Lo encontramos hace cuatro años y medio. Estuvimos conversando largo tiempo. Él nos miraba con recelo, así como son nuestros indígenas, porque había ido mucho pico e’ plata para allá a tomarse fotos con él y a hacer eventos, pero de allí no pasaban. Lo convencimos de que nosotros éramos comuneros y él aceptó poner su proyecto con la condición de que no se venda la semilla. Desde entonces hemos estado trabajando en eso con varias comunas, como la Pío Tamayo, del estado Lara.
-¿Cuál es la ventaja de esta especie de semilla?
-Lo primero es que rompemos la dependencia a la que estábamos sujetos. Uno de los objetivos fundamentales del Plan de la Patria es lograr la verdadera independencia, y nosotros, desde el punto de vista alimentario, dependemos mucho del exterior. Somos un país de sembradores de maíz, de hombres de maíz, venimos de esa historia, pero estamos comprando semilla transgénica, tratada genéticamente para tenernos controlados. ¿Cómo? Bueno, esa semilla no se reproduce: nació y allí murió. Además, es tratada con bioquímicos que enferman a la gente y a la madre tierra. Por eso tenemos un pueblo enfermo. Por eso hay tanta diabetes en Venezuela, incluso en niños. Nos cambiaron el maíz y el fororo por refrescos, enlatados y comida chatarra. Eso, sumado a los dólares que nos quitan, hablan de un antro de corrupción. Por eso decidimos dar un paso al frente con el compañero Characo con esta semilla que se puede reproducir por tiempo indefinido, como hicieron nuestros ancestros. Ellos no necesitaron de la Monsanto ni de insumos químicos. Ellos vivieron y se desarrollaron gracias al maíz, que fue el aporte de América al mundo.
-¿El maíz que surge de esa semilla es, a su vez, semilla?
-Sí, nunca deja de ser semilla. Además que por su contenido de vitaminas y proteínas, es muy superior a todas las especies de maíz que hay hoy en Venezuela.
-¿El maíz que se produce con la semilla Guanape sirve para hacer harina precocida?
-Sí, ya hemos hecho pruebas. Nos dedicamos con las otras comunas a ver todo el proceso. Esa fue una de las cosas que nos inculcó el comandante Chávez: no dejar ningún eslabón por fuera. Si no vemos la totalidad del proceso productivo, estamos muertos. Por eso decidimos dejar otros proyectos, dar un paso atrás y enfocarnos en la semilla, que es donde nace este proceso. Todo proyecto debe buscar su origen, su historia. Nosotros somos hombres de maíz y nos toca comenzar a producir la semilla. Desde allí avanza todo el proceso cultural e histórico que venimos desarrollando. Esta semilla puede producir 7 mil kilos de maíz por hectárea, cuando el promedio es de 4 mil. Se puede pasar a una fase de escalamiento impresionante. También hemos empezado a trabajar con el tema de los bioinsumos, para quitarnos también ese yugo. Igualmente, tenemos que ir a la fase de la transformación, hacerlo nosotros mismos como pueblo para que le campesino no se vea obligado a entregarle su esfuerzo y su trabajo a una industria que le da el 2% mientras ella se enriquece. Nosotros tenemos actualmente la posibilidad de una planta de la comuna Pío Tamayo, que crearon una planta con capacidad para producir 2 mil kilos diarios. Allí el maíz se trata en dos procesos nada más: se le quita la concha y se muele. Mientras tanto la Polar somete al maíz a procesos y más procesos para extraerle el aceite, los minerales y otros productos, y luego, con el ripio es que hacen la harina industrial precocida. Por eso es que en el paquete dice que está enriquecida con vitaminas y minerales. Ellos primero se los quitan y luego le ponen una gotica. La harina que hacemos nosotros es de maíz de verdad, fororo artesanal y alimentos balanceados para animales a base de maíz. La experiencia con el fororo es muy hermosa. Aquí en m la casa hogar Luis Ordaz, en San Juan, les entregamos un saco de fororo a los abuelitos. Bueno, a los quince días me tocaron la puerta porque se les había acabado y querían más.
-¿Dónde se cultiva la semilla Guanape: en lugares específicos o la gente lo hace en sus casas?
-Mayormente lo estamos trabajando en los espacios que la gente disponga. Por ejemplo, en una escuela de los Jardines del Valle tienen sembradas 290 plantas. Están animadísimos con su parcela. Luego, esas semillas las vamos a intercambiar con productores que están en los alrededores de Caracas. Les entregamos semilla no a una persona sino a una organización (consejos comunales, grupos de mujeres, milicianos, jóvenes) porque la idea es apostar por el desarrollo de la comuna, que es la base del nuevo Estado. Ellos tienen que unirse, planificar y ejecutar. El terreno es común. No se trata de que cada quien tenga una hectárea y se ocupe de lo suyo, sino que la responsabilidad sea de todos. Con esta semillita se están encontrando para organizarse. Así planifican quién la va a sembrar, quién la va a regar, quién la va a cuidar de noche, porque hay el gusano biológico, pero también el gusano cabeza negra que, después que la mazorca está bien bonita, va y se la agarra. Este tipo de trabajo nos une como pueblo, no muestra la necesidad de estar cada vez más organizados. El uso de esta semilla baja los costos porque se evitan los gastos en dólares en los que deben incurrir los productores. Y la forma de trabajo baja los costos de la mano de obra. Cuando el maíz va al proceso de transformación es más económico y baja los precios de los productos para la alimentación de las personas y de los animalitos. Esto significa que el nuevo modelo económico lo estamos determinando nosotros mismos. Ese es nuestro aporte. Ahora estamos trabajando también con el maíz Cariaco porque hemos hecho estudios que indican que la harina precocida del maíz Cariaco sustituye a la harina de trigo. Esto es muy importante, tomando en cuenta la dependencia que tenemos del trigo importado y la cantidad de enfermos por el gluten.
-El discurso opositor sataniza a los colectivos. ¿Esta organización que tú has estado dibujando acá es un colectivo?
-Sí, como no, claro. Una organización es un conjunto de seres humanos que se reúnen para debatir sobre un tema. Nosotros siempre nos hemos considerado y llamado colectivo. Lo que pasa es que la derecha sataniza todo lo que tiene que ver con el socialismo. Antes decían que los socialistas comíamos niños y que asesinábamos gente. Esa siempre ha sido la historia de ellos, eso no es nuevo. No me mortifico porque ellos han repudiado todo lo que venimos planteando como pueblo, desde el punto de vista histórico desde que Bolívar, y antes Guaicaipuro, señalaron el camino. Es la misma lucha que ellos emprendieron y que hoy nosotros hemos asumido.
-¿Cómo pueden ponerse en contacto con la Comuna de San Juan las personas que estén interesadas en incorporarse a esta campaña del maíz Guanape?
-Pueden llamarme a mi teléfono, 0414 304 06 57. En el Distrito Capital pueden buscarnos en la calle El Matadero, entre las avenidas José Ángel Lamas y San Martín, o preguntar en La Quesera del Pueblo, que está en la José Ángel Lamas, diagonal a Ipostel. En Lara está comuna Pío Tamayo; en Portuguesa está la comuna Agroproductiva La Yaguara; tenemos compañeros en Tinaco, estado Cojedes. Nuestro plan es liberar a Venezuela de compra de semilla importada. Vamos poco a poco porque somos pequeños, pero si el año que viene tenemos semilla para sembrar 200 o 300 mil hectáreas de maíz amarillo, sin gastar divisas, será una gran victoria.
(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)