No ha sido necesario que ejerza de verdad el gobierno para que Juan Guaidó demuestre que carece de visión de estadista y de sentido nacionalista en el manejo de los asuntos internacionales. Tal es la conclusión del constituyente Earle Herrera, tras analizar las relaciones peligrosas del autoproclamado “presidente encargado” con los narcoparamilitares colombianos, y las afirmaciones de su “embajadora en el Reino Unido”, Vanessa Neumann, en las que recomienda no hablar de “el Esequibo de Guyana”.

 

Herrera conoce el tema de la interacción de Venezuela con sus países vecinos, pues su tesis de grado como Licenciado en Comunicación Social fue una obra que se ha convertido en referencia importante para el análisis de los asuntos limítrofes: ¿Por qué se ha reducido el territorio venezolano?

 

Periodista y profesor universitario de larga trayectoria, Herrera dialogó con LaIguana.TV acerca de estos temas. A continuación, una versión de este diálogo:

 

 -¿Cómo fue el proceso del Laudo de París de 1899, según lo que usted investigó para el libro?

 

-Este libro es para mí un poco extraño. No es exactamente el más querido porque fue un compromiso académico, mi tesis de grado. En esos días le estaba haciendo un trabajo al doctor Carlos Ramírez Farías, ya fallecido, sobre los problemas fronterizos con Colombia. Él me pidió que le investigara todo ese proceso en la Cancillería y en los diarios de debates del viejo Congreso Nacional. Estudiaba el último año de la carrera y el profesor Federico Álvarez nos mandó a hacer un reportaje y yo aproveché de hacerlo sobre ese tema. El profesor me preguntó por qué no trabajaba ese tema para la tesis de grado, ampliándolo con las fronteras con Guyana y Brasil. Lo hice, y el libro corrió con mucha suerte porque no solo recomendaron su publicación, sino que además lo publicaron. Eso es raro porque siempre recomiendan publicar y nunca publican. La primera edición se agotó rápidamente, quizá por el lenguaje periodístico. Lo pidieron en los liceos y en las escuelas militares, y me convirtieron en un experto en fronteras sin yo serlo, sin tener la menor intención. Me llamaron para que diera un posgrado en la Facultad de Humanidades. No acepté, les dije que cómo iba a dar clase en un posgrado si yo mismo no tenía un posgrado. Me respondieron que lo importante es que yo era especialista en la materia. Tuve que hacerme un poco especialista porque, además, es un tema que se va escribiendo todos los días. Cuando no es el Esequibo, revienta lo del golfo de Venezuela, que es una vieja reclamación de Colombia sobre las áreas marinas y submarinas. Con respecto al Esequibo, las fechas cardinales están allí, hay mucha más bibliografía sobre este tema que sobre el de Colombia. Esos libros hablan de cómo fue despojado el país mediante ese Laudo de París de 1899, en el que Venezuela no tuvo representantes. La representaron unos abogados estadounidenses. Uno de ellos (Severo Mallet Prevost) después se arrepintió. En cambió, el Reino Unido sí tuvo su representación directa. Esa era la contraparte de Venezuela en ese momento porque Guyana era una colonia, la llamada Guayana Inglesa. Con ese laudo se concretó un despojo de 159 mil 542 kilómetros cuadrados que Venezuela reclamó a todo lo largo del siglo XX. En 1966, en lo que muchos denominan un  momento estelar de la diplomacia venezolana, se logró que el Reino Unido aceptara debatir sobre el problema, con lo cual, hasta cierto punto, reconocía que el Laudo de Paría fue írrito. Pero, una vez que se firma lo que se conoce como el Acuerdo de Ginebra, Inglaterra le concede su independencia a la colonia, que pasó a llamarse República Cooperativa de Guyana. Eso cambió hasta la percepción internacional del conflicto porque ya no era la Venezuela pequeña y pobre que reclamaba ante el imperio británico por un territorio que le fue arrebatado, sino que era la Venezuela rica y petrolera que le quería quitar un pedazo, dos tercios según los guyaneses, a una pequeña nación que apenas se asoma a la independencia. Eso fue un cambio de percepción, pero la esencia del problema es la misma: antes o después de la independencia de Guyana, el país que fue despojado de ese territorio al margen izquierdo del río Esequibo, es Venezuela.

 

-Cuando se acordó el laudo, Venezuela era tratada como un país subnormal, que necesitaba se tutoreado por una potencia. Estados Unidos asume esa tutoría. En este momento, las negociaciones secretas que estaba haciendo el llamado gobierno de Juan Guaidó, parece que iban en esa misma onda de la tutoría internacional.

 

-Sí, ciertamente, las declaraciones de la representante de Guaidó en el Reino Unido, Vanessa Neumann, son lamentables y torpes. Como dice la famosa frase: “más que un crimen son una estupidez”. No es algo nuevo. Ya en el siglo XIX, la oligarquía le pedía al Reino Unido que asumiera el control de la Guayana completa, siempre y cuando enfrentara a las tropas de Ezequiel Zamora y aplastara la Guerra Federal que amenazaba sus intereses. Según los abuelos de esta “embajadora”, los Amos del Valle, Venezuela no estaba en capacidad para administrar esa gran porción de territorio de la Guayana venezolana, incluyendo el Esequibo. La historia se repite porque es una hija de esa oligarquía la que pide ahora lo mismo, y dice: “No hablen del Esequibo de Guyana”… Hace poco, yo citaba el libro de Domingo Alberto Rangel La oligarquía del dinero, que es como una biblia sobre el capitalismo en Venezuela. Allí está el Grupo Neumann, igual que los otros grupos: Boulton, Zuloaga, los dos Mendoza, el de la Polar y el de Protinal… Allí está la descripción minuciosa de cómo se formó el capital en Venezuela. Allí aparece el grupo Neumann, que era el de las pinturas Montana, del Grupo Corimon.

 

-Poniendo el tema en la actualidad: Guyana ejerce soberanía sobre ese territorio, pero además pretenden ejercerla sobre las áreas marinas y submarinas que no están delimitadas,  otorgando concesiones a empresas petroleras como la ExxonMobil. Es un detalle importante…

 

-Es importante y preocupante porque son situaciones de hecho. Cuando se firmó el Acuerdo de Ginebra, era relativamente nuevo el Derecho del Mar. Estaba en plena discusión lo que se conoce ahora como plataforma continental y mar territorial. El Derecho del Mar es lo que ha generado también el conflicto con Colombia por los derechos que le podrían corresponder por ser un país ribereño del golfo de Venezuela. Eso ocurrió, por cierto, gracias también a un despojo y a que firmamos una famosa acta de Castilletes, que se trajo la frontera desde el Cabo de la Vela hasta Castilletes. Si la frontera se hubiese mantenido en el Cabo de la Vela, como lo establecía un tratado aceptado por Colombia y rechazado por el Congreso venezolano (el Tratado Pombo-Michelena), toda la península de La Guajira sería venezolana. Pero eso ya es parte de la historia, como se dice, clavo pasado. Siempre se ha hablado de las grandes riquezas petroleras del subsuelo del golfo, igual que ahora se dice de las áreas aledañas al Esequibo. Las concesiones que hace Guyana son, en parte, actos de provocación, tienen mucho de propaganda sobre lo que han conseguido en materia de yacimientos. Lo que quieren es convertir a Venezuela en un país agresor. Venezuela debe moverse allí como un esgrimista para evitar caer en esas provocaciones. En este momento, potencias como EEUU y Reino Unido están esperando que Venezuela haga lo que hizo Irak con Kuwait para actuar de inmediato. Hasta ahora, Venezuela ha actuado con prudencia, sin dejar de hacer sentir su presencia. La Armada venezolana ha repelido las incursiones de barcos tanto de la ExxonMobil como otros que supuestamente han estado haciendo estudios oceanográficos. El petróleo es también allí manzana de la discordia, como lo ha sido en todos los conflictos importantes de los siglos XX y XXI.

 

-Las concesiones ilegales de Guyana en esa zona marítima compromete también la boca del Orinoco y la salida de Venezuela hacia el Atlántico. ¿Es así?

 

-Sí, esa salida queda, para utilizar un lenguaje coloquial, “taponeada” si Guyana sigue otorgando concesiones y asumiendo un mar territorial que no le corresponde, como tampoco le corresponde el territorio Esequibo. Surge el debate sobre el Derecho del Mar, que allí no ha sido delimitado. Eso forma parte de la provocación. Otro aspecto clave acá es que ese señor autoproclamado, Juan Guaidó, está asomando cuál sería su política exterior. Uno de las características que ha tenido la política exterior en Venezuela, es que no ha sido una política de Estado sino de gobiernos y por lo tanto cambia con los gobiernos  e, inclusive, cambia en tiempos electorales. En eso somos diferentes a Brasil y hasta a la misma Colombia. Itamaratí, que es el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, mantiene su visión geopolítica, como gigante de Suramérica, aunque cambien los gobiernos. En Colombia, más o menos, siempre prevalece la visión de la oligarquía que mira hacia el Caribe, hacia el golfo de Venezuela, hacia el Atlántico. Nosotros tenemos siempre una política cambiante. Por eso fue que en Venezuela se rechazó el Tratado Pombo-Michelena. Había enfrentamientos entre las facciones políticas del momento. Por eso se firmó el Acta de Castilletes. El gobierno de turno dijo que lo firmaba porque Cipriano Castro venía entrando por la frontera a tomar el poder. Era verdad, él entró, pero por eso no había que firmar un tratado que comprometió el territorio y la soberanía. Esa fue la excusa. Cuando se firma el Tratado de 1941 con Colombia, la excusa del gobierno fue que Venezuela no tenía condiciones para una guerra con ese país y había que firmar. En lo que respecta al Esequibo pasó igual: en 1970 se firmó el nefasto Protocolo de Puerto España para congelar durante doce años la reclamación. Años después, el doctor Rafael Caldera dijo que lo hizo porque los colombianos estaban presionando con respecto al Golfo y había que establecer prioridades. Tener un solo frente. Guyana en 1970 era una excolonia que todavía no se había consolidado como República independiente en la esfera interna, en la conciencia de su población. Era con ese país con el que debía discutirse, en lugar de darle doce años para que se creara una nacionalidad, una conciencia de país y una posesión del territorio. Eso no es cualquier cosa. Hoy en día, este presidente paralelo, y autoproclamado, interino, irresponsable toma decisiones sobre política exterior cuando todavía ni siquiera es gobierno. Esta señora (la “embajadora” Neumann) es la representante del presidente de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. No lo es del presidente interino, porque eso no existe, pero sí del presidente del Parlamento, porque Guaidó lo es, quiera uno o no quiera, pues ganó unas elecciones y fue designado presidente de la Asamblea Nacional. Es un cargo reconocido mundialmente. Y esa opinión de su representante en Reino Unido pesa en cualquier tribunal. Cuando ella reconoce que ese territorio es de la de República Cooperativa de Guyana, compromete la responsabilidad del señor Guaidó. Uno tiene que preguntarse si él tiene visión histórica de dónde se encuentra parado, del país, de la República Bolivariana de Venezuela, de sus problemas en el mundo, si tiene una visión geopolítica para ser un estadista, para dirigir un país. Esas dudas surgen no solo por lo de Guyana, sino también por su actuación personal en el caso de Colombia. Hay que considerar que él pasa hacia el otro lado con el apoyo de fuerzas irregulares que decretan un toque de queda para facilitarle la entrada. Se trata de un grupo, los Rastrojos, que si se hace una antología del horror y del crimen, en cualquier página entran ellos. Y que quien se dice presidente interino de este país diga que no sabía con quién se retrató porque él se retrata con quien sea… El punto no es que se haya retratado, sino que pasó con ellos. El punto es que con Colombia tenemos 2 mil 219 kilómetros de fronteras calientes y un diferendo limítrofe… Entonces, es con dos países, con Guyana y con Colombia que este señor actúa irresponsablemente.

 

-¿Ese mal de cambiar de que la política exterior cambia con los presidentes afectó también a los gobiernos de la etapa revolucionaria, es decir, a los del comandante Hugo Chávez y el presidente Nicolás Maduro? Se dice mucho que cuando en Guyana había un gobierno afín ideológicamente, Chávez fue más laxo en cuanto a la reclamación. ¿Eso es cierto o se ha mantenido una posición  firme al respecto?

 

-No, yo creo que Chávez siempre mantuvo la misma posición de que el Esequibo pertenece a Venezuela. Es la misma posición que ha sostenido Maduro. No debemos olvidar que el canciller de Chávez por seis años fue Nicolás Maduro. En política exterior existe más o menos la misma posición, con los cambios que pueden marcar los tiempos, las circunstancias, lo que está pasando en Colombia o en Guyana, pero en cuanto a las posturas ante Colombia y Guyana, los dos gobiernos tienen la misma posición.

 

-Volviendo ahora a su rol de periodista y profesor universitario, ¿cómo ha sido el comportamiento de los medios de comunicación venezolanos en estos temas de política exterior?

 

-Cuando la señora Neumann dice que no se debe hablar del Esequibo, uno queda impactado como venezolano, como patriota, como nativo de estas tierras. No es necesario ser chavista para indignarse: basta con tener un poquito de sangre nacionalista en las venas, aunque se sea adeco o copeyano. En el tiempo del libro, yo entrevisté a mucha gente de la IV República y sus posturas no tenían nada que ver con la de esta señora. De hecho, cuando se firmó el Protocolo de Puerto España, el embajador en el Reino Unido, Jorge Olavarría, estuvo en desacuerdo y renunció. Dijeron que fue una renuncia aparatosa… pero eso decían de todo lo que él hacía. Fue la posición de una persona de derecha, pero que se indignó ante ese problema. Los medios de comunicación siempre han mantenido una posición de silencio, de ocultamiento de información, de no lanzar esos temas al debate. Cuando la señora dice que mejor es no hablar “del Esequibo de Guyana” no es la primera vez que eso pasa. En el Congreso de 1941, el joven Andrés Eloy Blanco se paró para pedir más información para el pueblo. Decía que Venezuela debe saber qué forma tiene su madre geografía, dónde empieza y dónde termina la patria. El también joven Rafael Caldera decía que había hablado con los dueños de El Tiempo y de El Espectador de Colombia y que allí trataban los problemas limítrofes abiertamente, mientras en Venezuela no lo hacían porque dicen que se le darían armas al enemigo. Siempre tienen una excusa. En la actual situación, cuando la señora Neumann dice esa barbaridad, que compromete nuestra soberanía, los medios han actuado más bien guiados por su antichavismo, por su enfrentamiento con Maduro, en lugar de hacerlo por los intereses soberanos de la República.

 

-¿Agarraron la línea de no decir nada?

 

-La agarraron. Esa es la línea de la oligarquía: guarden silencio, que de ese tema sabemos nosotros.

 

-¿Qué rol puede jugar la Asamblea Nacional Constituyente en este tema?

 

-La Constituyente ha mantenido una posición de defensa, ha hecho suyo el lema de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana: “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”, que es más que una simple consigna. La posición que han expuesto quienes dirigen las comisiones de Política Exterior y Defensa de la ANC es en defensa irreductible de nuestra frontera por occidente y de un territorio nuestro que es el Esequibo.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)