En los países latinoamericanos, aunque sin proponérselo expresamente, se dicta cátedra de pensamiento decolonial, y un ejemplo de ello fueron las políticas del comandante Hugo Chávez”, expresó la activista Houria Bouteldja, integrante de la Partido de los Indígenas o Partido Decolonial francés.

 

Bouteldja visitó Caracas para participar en la IV Escuela de Pensamiento Decolonial que sesionó en la capital venezolana entre el 21 y el 25 de octubre, con la temática de las vías para construir un nuevo modelo civilizatorio. Al final de estas actividades, concedió una entrevista para el segmento Cara a cara de LaIguana. TV.

 

-El modelo civilizatorio está en crisis. ¿Es la crisis más profunda que ha sufrido? ¿Puede significar su final?

 

-No sé realmente si es su crisis final, pero es una crisis muy importante. Lo que sí puede afirmarse es que se trata de una agonía. Eso queda demostrado con lo que está ocurriendo en muchos lugares del mundo: en Chile, en Ecuador, en Argelia ya van ocho meses de manifestaciones, en Haití, Líbano, Togo, Guinea, Marruecos… el mundo está en ebullición. Esto es en lo que se refiere a los países del sur global, pero también podríamos hablar de los países del norte. Tenemos el caso de de Catalunya, en España, donde hay enormes movilizaciones de masas y es lo que podemos ver también en Francia con los Chalecos amarillos. Podemos decir que hay también una crisis en los países ricos. Para concluir, no sé si será el final de la civilización colonial, pero sí espero que lo sea y tenemos que ver con qué vamos a reemplazarla.

 

-Justamente quería enfocarnos allí. Cada vez que el sistema ha entrado en sus crisis más profundas, ha derivado hacia una guerra mundial. ¿Pudiera, en su opinión, presentarse una nueva situación de guerra mundial?

 

-No soy adivina, pero soy pesimista. Pienso que sí estamos yendo hacia una guerra generalizada.

 

-Durante el siglo pasado, cuando se hablaba de la crisis del modelo capitalista, había una alternativa, la soviética, la comunista. En este momento pareciera que no hay alternativa. ¿Por qué entonces esta época sería más propicia para un cambio?

 

-La alternativa, efectivamente, no existe. Eso es algo muy inquietante. Lo que pienso es que la alternativa surgirá con los pueblos que están ahora sublevándose. Porque esos pueblos van a ser parte de ese cambio. Cuando se analizan las reivindicaciones que se reclaman en todo el mundo, se encuentra que hay exigencias de justicia y exigencias de igualdad. Es verdad que no hay alternativas de envergadura, pero sí hay algunos elementos que pueden encontrarse en el marxismo. Lo que hemos analizado en la Escuela de Pensamiento Decolonial es que lamentablemente, la traducción política del marxismo durante mucho tiempo fue demasiado eurocéntrica.  Ramón Grosfoguel, un gran militante descolonial, con quien compartimos esta opinión, es que será necesario encontrar una síntesis entre el marxismo y el movimiento decolonial. Lo que nos falta es una nueva utopía, estamos lejos de conseguirla. Pero lo que sí está claro es que esa utopía pasa por el final del imperialismo. Es urgente que los pueblos del sur puedan reencontrar su soberanía, y digo esto siendo alguien que vive en el norte. Nosotros, en el norte, dejemos de hacer depender nuestro nivel de vida de la explotación de los pueblos del sur.

 

-Junto a este renacer de la rebeldía de los pueblos en diversos lugares del planeta, también hay un resurgimiento del fascismo, de las corrientes políticas más conservadoras. Esto se ha dado tanto en el imperio propiamente dicho y en países del norte, como en naciones del sur. ¿Cómo contrarrestar ese fenómeno?

 

-Da mucho miedo el ascenso del fascismo en el mundo, y en particular en Europa y Estados Unidos. La particularidad de ese fascismo es que en primer lugar reivindica la supremacía blanca y pretende continuar con el proyecto colonial imperialista. En Francia somos víctimas de ese resurgimiento del fascismo. La clase dirigente francesa, la burguesía francesa, participa de ese fenómeno porque tienen mucho miedo de la rebeldía de los pueblos, de movimientos como el de los Chalecos amarillos y de todo lo que viene de esa inmigración poscolonial, los negros, los árabes, los romaníes.

 

-El movimiento decolonial es muy joven, tiene apenas quince años, pero es el éxito político más grande desde la caída del Muro de Berlín. Lo es porque pone en cuestión una de las separaciones más importantes que suelen hacerse en este campo, que es la separación entre la izquierda y la derecha. El movimiento decolonial lo que propone es una nueva lectura que tiene mucho que ver con lo racial. Es animado por la gente, las poblaciones que vienen de la historia colonial. Existe una red internacional que se denomina Decolonial International Network. Existen movimientos políticos decoloniales, además de en Francia, en Países Bajos, Portugal, España, Inglaterra y Australia.

 

-Aun cuando en países como Venezuela se han realizado las reuniones de la Escuela de Pensamiento Decolonial, estas ideas siguen siendo muy abstractas para todos nosotros. ¿Cómo hacer para darles cuerpo?

 

-No conozco exactamente la situación de Venezuela. Pero lo cierto es que en la Escuela hacemos siempre referencia a pensadores y militantes decoloniales que son de América Latina. Pensamos que en esta región del mundo se está haciendo política decolonial, sin saber que se está haciendo. Ramón Grosfoguel afirma que el pensamiento de Hugo Chávez era una apuesta decolonial. Por eso me parece que nosotros, los que vivimos en los países del norte, somos los que tenemos que aprender de las experiencias del sur, que al contrario.

 

-Así como existe esa política decolonial que se lleva a cabo sin saber, también hay un pensamiento colonial que florece en la mente de los colonizados, profundamente enraizado allí. ¿Cómo combatirlo si existe una industria cultural tan fuerte como la que posee el imperialismo?

 

-Ciertamente, estamos profundamente colonizados en lo interior. Creo que es un error estar fantaseando con culturas o situaciones que ya no existen. Yo, que soy de origen argelino, puedo decir que el pueblo de Argelia ha sido desposeído de su cultura. Pero la resistencia logró crear un argelino nuevo que está buscando su espacio ante el modelo occidental. La única forma de escapar a esas presiones coloniales es, justamente, la capacidad de resistir, y esa resistencia depende de pensar y de crear una utopía. Mientras no se tenga otra utopía, la única que existe es la del modelo occidental.

-¿Qué conclusión se lleva de las reuniones de la Escuela de Pensamiento Decolonial celebradas en Caracas?

 

-Es la segunda vez que me invita. Puedo decir que es una experiencia extraordinaria de la que destaco especialmente la calidad de las intervenciones del público.  Lo que se siente en este tipo de espacios, que existen en Caracas y en muchos otros lugares, es que se está creando esa utopía imprescindible.

 

(LaIguana.TV)