https://youtu.be/bCR5wAwbX20

Franklin González es internacionalista y doctor en Ciencias Sociales y desde esa ubicación académica ha estudiado los temas de la posverdad y las fake news, que prosperan muy eficazmente en estos tiempos de predominio de las redes sociales como principal medio de comunicación. Reconoce que se trata de plataformas dominadas por quienes ejercen el poder político y económico global, pero convoca a los pueblos a usar esos mismos instrumentos para desenmascarar las mentiras y desmontar las operaciones de odio que a través de ellos se montan.

González, quien además fue embajador en Uruguay, Grecia y Polonia, paso revista a la situación del continente durante una entrevista en la sección Cara a cara. A continuación, una versión de ese diálogo:

-En América Latina hubo un brote de descontento popular y avances de la izquierda, seguido de una tremenda reacción de la derecha con el golpe en Bolivia, las nuevas apelaciones a la judicialización en Argentina y Brasil y hasta algunos movimientos contra México. ¿Cómo ve el panorama general?

-Sí, la judicialización también se está aplicando en Ecuador, con la persecución al vicepresidente Jorge Glas, quien está detenido. En un artículo que escribí, tome la frase del filósofo actual neomarxista Slavoj Zizek para decir que América Latina vive tiempos interesantes. Tenemos que decir que Lula está libre, no totalmente porque sigue pendiente el juicio que le montaron. El día que Lula fue liberado, el 8 de noviembre, se produjo el golpe de Estado contra Bolivia, la economía más sólida de América Latina, contra el país que tenía los resultados económicos y sociales más importantes del continente. Es decir, que quienes abogamos por la redención de los pueblos y de los gobiernos progresistas, ese día tuvimos esos dos impactos: uno positivo y uno negativo. Tuvimos otro impacto positivo cuando el neoliberalismo más libresco de América Latina, el que desarrolló Mauricio Macri, fue derrotado en las urnas, con lo que vuelve el kirchnerismo y el peronismo, fuerzas que al menos han levantado la bandera del antineoliberalismo, y eso es positivo para los pueblos. Ahora hemos recibido la noticia, que no era nada extraña, de lo que ha ocurrido en Uruguay, donde el Partido Nacional, en alianza con el resto de las organizaciones, ha logrado triunfar sobre el Frente Amplio, por poco, pero triunfaron. Eso, visto desde el marco general de América Latina y, sobre todo, desde Venezuela, no es una buena noticia porque seguramente tendremos a Uruguay ahora del lado del Grupo de Lima, reconociendo al gobierno ficticio que han montado en Venezuela. Paralelamente a eso vemos que las protestas en Chile no disminuyen, hay un sentimiento nacional en ese país de que no es por la vía del neoliberalismo ni del presidente Piñera que se van a solventar los problemas que sufren los chilenos. Ese oasis de democracia y de país ejemplo a seguir en el campo económico fue toda una burbuja y un fiasco. Aquí al lado, en Colombia, la cosa no está fácil para el señor Duque ni para quien lo manda a él, Álvaro Uribe Vélez. En cuanto a México, López Obrador ha venido manteniendo una posición de respeto a la independencia, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, en particular respecto a la situación venezolana. Él también tiene sus detractores empeñados en generar problemas, pero en todo caso, creo que en un balance sobre la situación de América Latina tenemos que afirmar que estamos en presencia de un horizonte que tiene nubarrones, pero la luz que nos alumbra se ha convertido en un faro para muchos otros pueblos.

-En países como Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, tanto los aparatos diplomáticos como los medios de comunicación han actuado como encubridores de la represión contra los pueblos, al contrario de lo que han hecho cuando ocurren episodios parecidos en Venezuela o Nicaragua. ¿Qué peso tienen esos dos factores?

-Estamos viviendo en la época en la que el principal medio de comunicación son las redes sociales. Allí anida la posverdad y dentro de ella las fake news, las falsas noticias. Resulta que de acuerdo a eso, Nicolás Maduro es un dictador aunque asume la presidencia de Venezuela después de un proceso electoral que hubo el 20 de mayo de 2018 porque, según ellos, viola los derechos humanos y aposenta terroristas en el territorio nacional, todas acusaciones sin evidencias ni demostraciones algunas, pero a Iván Duque, que asesina estudiantes, no lo tocan ni con el pétalo de una rosa, y tampoco a Piñera o a Lenín Moreno en Ecuador. A (Michelle) Bachelet se le olvidó el papel que tiene en defensa de los derechos humanos… Es parte del mundo en el que estamos viviendo, donde se construye opinión a través de las redes sociales favorable a quienes manejan esos medios, el poder económico. Está del lado de los pueblos utilizar esos recursos para desenmascarar las mentiras, el odio que se inocula por esos instrumentos. Tenemos que denunciar el cerco mediático que han tratado de crear respecto a la situación de Bolivia. Está en nosotros, en los luchadores sociales, en los que creemos que son los pueblos quienes tienen que dirigir los procesos políticos, utilizar estos medios para hacerle conocer al mundo lo que realmente está pasando: que en Bolivia es donde hay ahora una dictadura y que donde hay gobiernos que no respetan a los pueblos es en Colombia, en Chile, en Ecuador y no en Venezuela, donde la oposición hace y deshace sin que le pase nada.

-Una de las posverdades que más se repiten es que Venezuela es el elemento perturbador, el que está causando las protestas en esos otros países. ¿Cómo responder a eso?

-Sí, las llaman las brisas bolivarianas. Bueno, una de las consignas de la mayoría del pueblo venezolano es justamente la espada de Bolívar que recorre América Latina. Más allá de esos lemas, lo que está en el ambiente es que los pueblos se están rebelando, y entonces los positivistas, que no entienden el papel de los pueblos, tratan de explicar y justificar sus acciones contra los pueblos diciendo que son manipulados u orientados por Venezuela. A propósito de eso, en Chile, un medio muy importante de allá, publicó que las protestas eran impulsadas por Miguel Díaz Canel y Nicolás Maduro. Luego, cuando les preguntaron de dónde sacaban esa información, aclararon que era de fuentes de inteligencia del gobierno de Chile. Eso prueba una vez más que el propósito de las posverdades convertidas en fake news es imponer una idea, no importa que luego se desdigan. En el fondo eso es una demostración de desprecio a los pueblos. Por fortuna, está claro que los pueblos son muy sagaces, muy inteligentes, y quiérase o no son los pueblos los que deciden los destinos de cada uno de nuestros países.

-Usted decía en una entrevista, unas semanas antes de que estallara todo esta ola latinoamericana, que en la región se estaba jugando el ajedrez mundial entre los intereses de Estados Unidos y los de las potencias que están emergiendo en esta zona del planeta, como China y Rusia. ¿Estas situaciones de protestas populares y respuestas de la derecha son una expresión más de ese mismo ajedrez?

-Sí. EEUU en el siglo XXI ha perdido todas las guerras que ha emprendido sobre la base del intervencionismo, de la agresión militar. Les pasó en Afganistán, Irak, Libia y Siria. En Afganistán fue derrotado no solo EEUU, sino la OTAN completa. En Irak hay ahora tres Irak: el chiíta, el sunita y el kurdo. Libia es una diáspora de tribus. En Siria están derrotados, tal como lo admitió el mismo Donald Trump. Eso es lo que les ha pasado con las guerras de primera, segunda y tercera generación, pero les ha ido muy distinto con las guerras de cuarta, quinta y sexta generación, que son las que están desarrollando en América Latina. Esas guerras les están dando algunos resultados y por eso debemos estar atentos, sobre todo en Venezuela porque la Revolución Bolivariana se ha convertido en el hueso duro de roer. En los otros casos han logrado sus propósitos. Lo lograron con Jean Bertrand Aristide, lo secuestraron y se lo llevaron; lo lograron con Zelaya, a quien también secuestraron; lograron sacar a Fernando Lugo con un golpe parlamentario; lograron sacar a Dilma Rousseff con un golpe parlamentario; lograron infiltrarle el movimiento a Rafael Correa e imponerle un hombre al que trabajaron por un largo tiempo. Y ahora tenemos lo que acaban de hacer en Bolivia a través de una institución demodé como la OEA. Debemos recordar que acá también lo lograron en 2002, cuando derrocaron al presidente Chávez. Lo que pasa es que no contaron con la astucia, diría Maquiavelo, pero no del Príncipe, sino del pueblo venezolano que reaccionó y logró restituir a su presidente. Ellos han seguido y siguen en sus intentos de ver como revierten los procesos de cambio en América Latina, y especialmente en Venezuela, porque entienden que en la Revolución Bolivariana está es hueso duro de roer. Si lograran trastocar nuestro proceso, tendrían el camino abierto para lograr el dominio total de América Latina. Lo necesitan ahora más porque le han salido dos competidores, Rusia y China. Ellos no compiten por el dominio porque ya son países dominantes, sino que están disputándole la hegemonía a EEUU. Esa hegemonía no la tienen muy clara en el resto del mundo, pero sí la siguen teniendo en América Latina y por eso van a hacer todo lo posible para evitar que China y Rusia los desplacen. Esperemos que tarde o temprano nuestros pueblos, como ya lo están haciendo, logren desplazar esa hegemonía gringa en este lado del mundo.

-Entre esos organismos de otros tiempos que se están reactivando para esta lucha internacional, aparece el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que nuevamente se invoca contra Venezuela. ¿Con los cambios de los últimos días, cómo queda el balance al respecto?

-El TIAR es otra institución demodé. Representa la política del miedo, del terror. Lo que pretenden es generar miedo en el gobierno venezolano y, sobre todo, dirigido hacia los militares para tratar de producir aquí algo parecido a lo que lograron en Bolivia, que los militares se rebelen contra el gobierno bolivariano. Debemos tener en cuenta que ya EEUU no está dispuesto a enviar a sus militares a otros países, sobre todo después de perder esas guerras convencionales. Lo que tienen son empresas privadas en las que forman a los mercenarios. Pero eso tiene un costo económico muy grande. También debemos tener en cuenta que la administración actual de EEUU, el señor Trump y su equipo, no las tienen todas consigo, no solo por los resultados externos, sino también por la situación interna que confronta. El juicio político que se le está siguiendo en la Cámara de Representantes tiene como principal impulsor al Partido Demócrata, pero vemos como cada vez salen más confidentes a narrar los hechos que son gente vinculada a su gobierno lo que podría significar que cuando llegue al Senado tenga también apoyo de los republicanos. Eso los entretiene sobre todo en un año preelectoral porque Trump aspira a la reelección en 2020. Dependiendo del resultado podríamos tener un Trump reelecto o podríamos tener un Trump destituido u obligado a renunciar. Pero tampoco soy muy optimista en relación a un posible cambio porque la llegada de un demócrata a la presidencia no significa que la situación vaya a cambiar para Venezuela. No creo que en este momento EEUU tenga en su agenda una operación militar directa de invasión contra Venezuela, aunque ellos mismos digan que todas las opciones están sobre la mesa.

-Como profesor de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, que mantiene contacto con la oficialidad, ¿qué posibilidades le otorga a que tenga éxito una operación como la ocurrida en Bolivia, donde altos mandos fueron infiltrados y comprados por el golpismo?

-Bueno, acabo de terminar un seminario en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, sobre el tema del azar en las relaciones internacionales. Allí estudié algunos casos en los que el azar opera en este campo… Como no soy pitoniso ni Nostradamus ni futurólogo, no me atrevo a afirmar algunas cosas, pero sí puedo decir que el presidente Chávez creó una doctrina bolivariana en el seno de la Fuerza Armada. EEUU ha logrado comprar militares en Bolivia, descaradamente lo dijeron, y han tratado de hacerlo en otros países, incluso en Venezuela, pero creo que esa doctrina, esa convicción, esa filosofía absolutamente distinta se ha desarrollado hacia el encuentro cívico-militar. Esos militares entienden que están uniformados, pero son pueblo. Entonces, me parece que difícilmente lo que ocurrió en Bolivia puede ocurrir en Venezuela, pero, ¡ojo, hay que estar mosca!

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)