El fallecido sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, abusó sexualmente de 60 menores de edad, según un informe revelado este sábado por esa congregación católica.

 

La organización indica que, desde su fundación en 1941 y hasta este año, en total hubo 175 menores de edad víctimas de violación sexualcometidas por 33 sacerdotes, incluido Maciel.

 

La «gran mayoría», admiten, fueron niños adolescentes de entre 11 y 16 años.

 

Otros 90 alumnos fueron abusados por 54 seminaristas de los cuales 46 no llegaron a ordenarse sacerdotes, según la investigación titulada «Radiografía de ocho décadas para erradicar el abuso».

 

El documento es el primero reporte histórico en el que los Legionarios de Cristo han reconocido la magnitud del problema al interior de esa organización religiosa, golpeada por los escándalos en las últimas dos décadas.

 

Maciel falleció en 2008 luego de años de escándalos por las acusaciones de pederastia, así como por la paternidad de al menos 4 hijos con varias mujeres.

 

Diversas víctimas acusaron públicamente a Maciel antes de su muerte, la mayoría hombres que pasaron por el seminario de la Legión de Cristo desde la década de 1940 hasta la década de 1960.

 

En ese momento Maciel rechazó las acusaciones vehementemente: «Nunca me involucré en el tipo de comportamiento repulsivo del que me acusan estos hombres», dijo en 2002.

 

«Pedimos perdón a las víctimas, a sus familias, a la Iglesia y la sociedad por el grave daño que miembros de nuestra Congregación han causado», señala el documento.

 

«Reconocemos con honestidad y vergüenza la realidad de los delitos de abuso sexual de menores en nuestra historia, con el deseo sincero de una continuada conversión personal e institucional».

 

También enumera una serie de medidas de prevención, respuesta y supervisión que los Legionarios de Cristo, asegura el documento, han tomado desde 2014 para evitar más casos de abuso sexual.

 

Aseguran que 45 de las 175 víctimas han recibido algún tipo de «reparación o reconciliación», pero que «persiste la gran necesidad de seguir facilitando este camino a las demás».

 

La congregación fundada en México en 1941 actualmente tiene presencia en 21 países, con 961 sacerdotes y 617 seminaristas.

 

«Cadenas de abuso»

 

La investigación interna indica que los 175 casos de abuso sexual son «acusaciones sustanciadas», es decir, casos en los que no queda duda de que ocurrieron por haber sido admitidos por los señalados, porque un tribunal civil o eclesiástico lo determino, o porque hay pruebas «fehacientes».

 

La investigación revela que se dio un fenómeno de «cadenas de abuso», pues una víctima de un legionario «con el pasar de los años se convertía a su vez en abusador, repitiendo sobre otros el abuso que él mismo padeció», dice el informe.

 

«Es emblemático que 111 de los menores abusados en la Congregación fueron víctimas del padre Maciel, de una de sus víctimas o de una víctima de sus víctimas», explica.

 

De los 33 sacerdotes responsabilizados, seis fallecieron, ocho dejaron el sacerdocio, uno dejó la congregación, y los otros 18 se mantienen en el grupo. El número de abusadores representa el 2,44% de los 1.353 religiosos ordenados en 78 años, según la investigación.

 

Los que siguen en activo, 14 no tienen funciones en público, mientras que cuatro lo hacen de manera restringida, pues no realizan actividades con menores en colegios o grupos juveniles.

 

De los 33 sacerdotes responsabilizados, 14 habían sido también víctimas de abuso sexual al interior de los Legionarios de Cristo.

 

Además del padre Marcial Maciel y sus 60 víctimas, el documento detalla el tipo de responsabilidad (sin identificar a los culpables) de la siguiente manera:

 

11 abusaron de entre 2 y 5 víctimas.

 

5 cometieron abuso a entre 6 y 10 víctimas.

 

1 sacerdote abusó de 13 víctimas

 

9 abusaron «repetidamente» de una única víctima.

 

4 cometieron abuso en una sola ocasión.

 

2 por vía virtual (sexting).

 

En colegios de la Legión de Cristo, 33 víctimas fueron abusadas por 7 sacerdotes que, aseguran, ya no tienen vida sacerdotal pública.

 

Otras 3 víctimas fueron abusadas en parroquias de la congregación por igual número de presbíteros, mientras que en el grupo pastoral juvenil un menor fue abusado por un sacerdote.

 

Solo uno condenado

 

De los 33 sacerdotes identificados como victimarios, seis fallecieron sin ser juzgados por la justicia civil, uno está siendo juzgado actualmente y solo uno fue condenado.

 

«Los demás hasta ahora no han sido procesados por diversos motivos, como la situación legal en los diversos países o los plazos de prescripción.

 

La respuesta institucional a los abusos desde 1941 al 2005 «está muy marcada» por la mentalidad general de la época en la que los abusos eran un tabú social y por la misma figura de Maciel como fundador.

 

El sacerdote era el superior general y la autoridad máxima en este periodo y tenía la responsabilidad de todas las decisiones importantes, como nombramientos, admisiones al sacerdocio, sanciones, cambios de lugar, etcétera, precisa el informe.

 

En el seno de la justicia de la Iglesia, 5 fallecieron sin ser juzgados, 15 fueron sancionados, 6 están en curso de ser juzgados, 3 están en investigación previa con restricciones cautelares, uno recibió la dispensa de ministerio sin juicio, y tres fueron denunciados cuando ya habían abandonado la Congregación.

 

El «riesgo común» del seminario

 

La investigación también encontró que los seminarios menores de la congregación han sido el espacio «más vulnerable para los abusos sexuales», pues considera que, en una vida de internado para adolescentes, es un «riesgo común» que se presente este tipo de fenómenos.

 

«Además, confluyeron factores como la poca relación que tenían entonces los alumnos con su familia, directores jóvenes sin formación y acompañamiento suficiente, carencias en la formación afectivo-sexual, una pedagogía muy enfocada en la disciplina», justifica el documento.

 

Indica que el último caso de abuso conocido al interior de un seminario ocurrió en 2012.

 

«Deploramos y condenamos los abusos cometidos en nuestra historia, así como aquellas prácticas institucionales o personales que pudieron favorecer o propiciar cualquier forma de abuso o revictimización», dice la congregación.

 

«Hacer luz sobre el pasado, por doloroso que sea, es liberador y fundamento indispensable para construir el futuro».

 

(BBC)