Para el periodista Ángel González, la figura de Juan Guaidó como cabeza de la oposición tocará a su fin cuando grandes partidos opositores, como Acción Democrática, den el salto discursivo y decidan participar en las elecciones legislativas de este año.

 

González, articulista de Últimas Noticias, también comentó acerca de la polémica sobre si en las últimas semanas del año 2019 hubo síntomas de reactivación económica o una ilusoria burbuja de prosperidad. Más allá de esa controversia, tiene claro que en Venezuela solo habrá recuperación económica si mejora el ingreso petrolero y la capacidad de producción de Petróleos de Venezuela.

 

González hizo este análisis del contexto nacional e internacional al inicio de 2020, en entrevista para la sección Cara a cara. A continuación, una versión del diálogo:

 

-¿Cómo ves la situación de la oposición al comienzo del año 2020?

 

-Siendo hoy 3 de enero (día de la grabación de la entrevista) es aventurado decir lo que puede pasar el domingo 5. Lo más probable es que Juan Guaidó sea reelegido como presidente de la Asamblea Nacional bajo los términos que ellos mismos han fijado. Lo que sí puede decirse es que 2020 se entiende a partir de lo ocurrido en 2019, que fue auge y caída de Guaidó como líder de la oposición. Sin embargo, como existe otra figura u otro movimiento lo suficientemente fuerte como para asumir un liderazgo alternativo, lo más probable es que la situación se mantenga tal cual estaba a finales de 2019.

 

-¿Tenía razón Gerardo Blyde en que no había tiempo para crear un nuevo líder?

 

-Así es. Por eso creo que al menos en los primeros meses, la situación política será muy similar a como cerró en 2019: el presidente y el gobierno están fortalecidos, mucho más que hace un año, y la oposición está en uno de sus repetidos desiertos políticos. La incógnita es si lograrán o no reencaminarse. Me parece que ellos siempre consiguen mutar y reencontrar su senda política.

 

-La permanencia de Guaidó en ese cargo implica mantener la estrategia de la presidencia encargada de la República y también la postura de no ir a elecciones mientras esté Maduro en el poder, ni siquiera con un nuevo Consejo Nacional Electoral. ¿Qué va a pasar entonces con ese gran sector de la población que milita en la oposición de cara a las elecciones parlamentarias para las que sigue corriendo el tiempo?

 

-Creo que la estrategia del gobierno ha sido capitalizar las divisiones opositoras para tratar de crearles espacio a nuevos actores que se sumen al camino democrático y electoral y olviden las rutas de la aventura golpista e insurreccional, una vía que en 2019 demostró ser ilusoria, porque no tienen fuerza para concretarla. Tengo la impresión de que el presidente Maduro, con mucha astucia, va a lograr su cometido de abrir ese camino democrático. Por ejemplo, un partido tradicional y grande como Acción Democrática va a buscar el salto necesario en el discurso para encontrar espacios políticos electorales. Lo ha hecho ya y eso queda claro al ver el cuadro del poder regional, en el que las únicas gobernaciones que no están en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela, son las de AD. En este caso creo que va a pasar de nuevo: AD y otros partidos van  participar y van a lograr su posicionamiento. Ese será el punto definitivo, que marcará el final de la figura de Guaidó como líder opositor. Pero es necesario llegar a ese punto, no se puede anticipar.

 

-Todo esto debe verse en el contexto internacional. El año ha comenzado muy movido con los sucesos de Irak. Parece que, dada la situación que vive internamente, Donald Trump va por una guerra sea donde sea. ¿Cómo queda Venezuela en ese juego?

 

-Cierto. Todo lo que ocurre en Venezuela depende de un escenario más grande, que nos trasciende, que es el ajedrez geopolítico internacional. Nosotros somos un país potencia petrolera, por eso siempre estamos metidos de manera importante en el escenario global. No es despreciable nuestra presencia aunque no nos veamos como actores de primera línea. El recalentamiento del escenario del Oriente Medio, con el asesinato del comandante iraní en Irak (Quasam Soleimani), una figura importante a nivel militar y político en Irán, define el escenario global este año. Lo primero que se puede pensar cuando ocurre un conflicto en el Oriente Medio es que los precios del petróleo van a subir. Y los precios del petróleo son el indicador más importante de todo lo que ocurre en Venezuela. De hecho, el ingrediente fundamental de la crisis que hemos pasado en estos años es la caída de los precios del petróleo que comenzó en 2014 y duró cerca de dos años. Eso es así más allá de las guarimbas, de las otras acciones de la oposición y de las medidas tomadas por EEUU. Ese bajón de los precios se complementó con el deterioro de nuestra capacidad de producción. Ese ha sido el centro de nuestra crisis económica y una de las causas de la crisis política. Una recuperación de los precios del petróleo debería alegrarnos, aunque es contradictorio porque se basa en una tragedia. Así pasó hace quince años cuando la guerra de Irak nos trajo unos precios petroleros por el cielo que le dio al gobierno un ingreso económico que permitió construir el Estado social diseñado por Chávez a partir de la Constitución de 1999. Entonces, Venezuela debería beneficiarse de los altos precios petroleros, a pesar de que nuestra producción está en alrededor de 900 mil barriles diarios cuando debería estar en casi 3 millones. Con el poco petróleo que se venda y un buen plan, podría motorizarse la recuperación de la capacidad productiva de Pdvsa. Con ello se iniciaría un camino a la estabilización económica que derivaría en estabilidad política. Por otro lado, viendo el plano más geopolítico, si EEUU se enfoca en Oriente Medio, podría relajar un poco las tensiones políticas con respecto a Venezuela. Trump venía retirándose de aquella zona y tratando de recuperar lo que consideran su hemisferio para hacerle frente a la guerra comercial con China. Cuando se va otra vez a Oriente Medio y el golfo Pérsico, podría aliviarse la presión sobre Venezuela. También debe considerarse acá el problema que tiene Trump internamente, el juicio político que se le abrió a finales del año pasado. Eso puede conceder otro espacio. Por eso digo que el clima político de este año en las primeras semanas será parecido a finales de 2019 y luego será cuando tome su propio rumbo.

 

-Viendo hacia el lado del chavismo, se debe tener en cuenta que todo el problema con la AN nació de la derrota de 2015, fruto de la guerra económica y de los errores, la corrupción y la ineptitud dentro del gobierno. ¿Podrá el chavismo recuperar el Poder Legislativo en las elecciones de este año?

 

-El chavismo tiene una capacidad particular de repolarizarse cuando se dan escenarios de tensión o importancia. La capacidad que tiene el PSUV no la tiene ningún otro partido en Venezuela. Eso debe tenerse claro porque por la dinámica del país puede haber la tendencia a creer que está debilitado. Eso no es verdad. El PSUV tiene toda la capacidad para ganar unas elecciones parlamentarias, dado el desastre que tiene la oposición, pese a lo que intentan aparentar. Si bien la crisis económica y política puede haber hecho disgregarse un poco al chavismo, es algo que se puede retomar con una estrategia adecuada. Si pretende polarizar en torno a la figura de Chávez y del mandato histórico que tiene la Revolución, le puede funcionar en ciertos sectores, pero no en todos. A estas alturas del partido, ese discurso no sería útil en movimientos sociales, organizaciones más formadas. A esos grupos hay que plantearles otro discurso, tenderles otra mano, acompañarlos en su trabajo con las bases que va más allá del PSUV. Esto es muy importante para sumar porque si bien el PSUV es el centro político de mayor relevancia, no es todo el chavismo. El chavismo es un conglomerado, una fuerza heterogénea que depende de la aglutinación de diferentes actores.

 

-En el aspecto económico se vivió una apariencia de recuperación económica que generó polémica sobre si es permanente o no. ¿Cómo ves el comienzo del año económico en este sentido y la incidencia que esto puede tener en lo político?

 

-Lo económico y lo político están completamente ligados. Cerramos 2019 con lo que algunos analistas han llamado una burbuja de prosperidad, un aceleramiento del comercio. Se ha hablado de la bodegón-economía porque cierta ala del comercio importador logró vender de manera importante en el último trimestre aprovechando las compras tradicionales de fin de año, los aguinaldos que se dieron y la liberación de la circulación del dólar. Esto dio movimiento al comercio, sobre todo en Caracas y en otras grandes ciudades y ciertamente, generó una apariencia de recuperación. Pero no pasa de ser eso porque la recuperación económica de Venezuela estará marcada únicamente por la reactivación de la industria petrolera. Toda nuestra economía, tanto la pública como la privada, depende los dólares que vienen del petróleo y cambiar eso no es algo que pueda hacerse de la noche a la mañana. Cambiar el modelo rentista a largo plazo requiere que en el corto plazo recuperemos la capacidad productiva de Pdvsa.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)