En apenas dos años, la Comuna Socialista Altos de Lídice ha logrado avances significativos, particularmente en el campo de la obtención y suministro de medicinas. Pero sus dirigentes saben que el proceso apenas está comenzando. Jesús García, uno de sus voceros, advierte que aún ese rincón de La Pastora está muy lejos del socialismo, pero cada día hacen los esfuerzos necesarios para allanar el camino.

 

García respondió a las preguntas de LaIguana.TV en el segmento Cara a cara. A continuación, una versión de ese diálogo: 

 

-¿La Comuna Socialista Altos de Lídice es una muestra representativa del movimiento comunero en Venezuela o están por encima del promedio en cuanto a logros y conquistas?

 

-No, creo que nosotros estamos haciendo un trabajo de hormiguita, poco a poco, y que más bien son muchas las comunas que para nosotros son referencia y de las cuales estamos aprendiendo a construir un modelo que nos planteó el comandante Chávez en su momento. Nosotros lo estamos haciendo a la forma de nuestro territorio. Decimos que nuestro método es el “Método Altos de Lídice”, uno que estamos experimentando e implementando en el territorio y que tiene parecido, lógicamente, con otras comunas, pero con las particularidades que le hemos impregnado con el quehacer diario en los Altos de Lídice.

 

-¿Cuál dirías tú que es la clave de ese éxito, dicho no en el sentido capitalista, sino en el socialista, de los logros que han conseguido hasta ahora?

 

-Hay dos claves precisas: una es nuestro dinamismo y constancia. Me parece que algunos consejos comunales y comunas se amañaron al rentismo. Al fallecer el comandante Chávez y con la influencia de la guerra económica y el bloqueo han sido muchas las comunas que no han podido mantener ese dinamismo. Nosotros nos hemos reinventado en formas de hacer las cosas para no quedarnos nunca detenidos o estancados. Siempre estamos buscando maneras de mantener la dinámica, de encontrar soluciones, basándonos siempre en planes, objetivos y metas concretas, en ir de lo micro a lo macro, conscientes de que hay cosas que podemos realizar nosotros mismos y cosas en las que necesitamos un poco más de apoyo. La otra clave es el espíritu de la comuna. Altos de Lídice es una comuna que tiene un muy bonito espíritu, basado en que cada integrante, cada vocera o vocero ha ido construyendo un tejido que permite mantener las relaciones, activar los planes, llevar a cabo las iniciativas económicas, políticas, territoriales. A nosotros no nos gusta hacer alarde de nuestros objetivos cumplidos porque son logros de la gente. No se trata de que seamos un grupo de personas que sabe mucho de comunas y por eso vamos a generar un alboroto en la ciudad. Simplemente estamos haciendo el trabajo que nos toca hacer, el trabajo que nos encomendó la gente a través de las elecciones participativas y democráticas que se hacen en la comuna y en cada una de sus instancias.

 

-¿Se puede afirmar que en los Altos de Lídice existe el socialismo?

 

-No. No creo.

 

-¿Qué falta?

 

-Falta todavía muchísimo. Falta impregnar a cada uno de sus habitantes de todo lo que significa el quehacer comunal. Falta generar una mayor autogestión en cada una de las cosas que hacemos. Falta lograr mucho en materia de transferencia de competencias y falta construir un espacio más amplio en el cual entren otros territorios para generar  un experimento más grande y más representativo del socialismo. Nosotros hacemos el intento de que el socialismo viva en los Altos de Lídice, de que se construya y se experimente en los Altos de Lídice, pero es una dura lucha. Lo decía Chávez cuando asumía que seguíamos en un sistema capitalista, que no debíamos llamarnos a engaño acerca de eso, que faltaba mucho por construir. También nos decía que una comuna sola es una isla, una comuna sola no va a construir el socialismo. Nos toca a nosotros entrelazarnos con otros territorios, con otras experiencias, ayudar a construir otras comunas alrededor, bajo la idea del punto y círculo. Eso es algo que particularmente nuestra comuna se ha trazado como meta hacia el horizonte del 2021: impulsar la conformación de otras comunas en Lídice y Manicomio e integrarnos a otras comunas en el escenario nacional en un proyecto que hemos denominado Unión Comunera y que busca aprovechar las experiencias de comunas referenciales como Maizal, Che Guevara, Panal 2021, Pancha Vásquez, 5 de Marzo. En ese caso sí podríamos hacer alarde de estar construyendo socialismo porque es juntarse los iguales para construir algo alternativo al capitalismo.

 

-En Altos de Lídice, la comuna ha abarcado un espectro amplio de actividades como cultura, salud, alimentación, educación, ¿cierto?

 

-Sí. Pero en este enero estamos en un proceso que Chávez llamaría de revisión, rectificación y reimpulso, de tres erres, un proceso de planificación integral y colectivo en todas las áreas posibles de acción. Nos damos cuenta de que a pesar de lo que hemos hecho a lo largo de los dos años que vamos a cumplir como comuna, hay áreas en las que nos ha faltado mayor atención. Son áreas que no podemos descuidar y que a veces por esa dinámica que tenemos, de un montón de actividades y retos, nos salta la liebre por algún lado y descuidamos otros aspectos. Por ejemplo, el tema de la educación y la formación. Es algo que hemos descuidado un poco debido a la dinámica de tratar de resolver problemas de servicios públicos o de mantener en marcha nuestro sistema de salud, o de estar enfocados en impulsar la economía productiva, que fue una labor muy intensa en 2019. Este año entonces vamos a trabajar más en la atención e la educación de nuestros niños en las escuelas que están dentro del territorio de la comuna. Le vamos a apostar mucho también a la formación de los voceros y de la ciudadanía para que todo el aspecto educativo tenga mayor calidad. Es difícil poder abarcar toda la cotidianidad de la vida, pero hacemos lo posible. Quizá lo más invaluable que tenemos es ese grupo de excelsas mujeres de la Mesa de Salud que son referencia para mucha gente, lo que nos enorgullece porque han construido en conjunto con sus doctores y doctoras un sistema que ahora mismo se está buscando cómo lo replicamos en otros lugares de Lídice y del país en general. Ese trabajo incluye el ejercicio de la autogestión, de encontrar la fórmula concreta de la solidaridad internacional para la farmacia de la comuna, el trabajo con el Instituto Nacional de Nutrición, la Casa de Alimentación. Son muchos los elementos del sistema de salud comunal que ahora estamos tratando de blindar para que sea una muestra que le retumbe en los oídos al Estado burgués y que nos permita decirle: “mira cómo una comuna puede administrar su sistema de salud, pero es necesario que se le transfieran las competencias a la comuna”. Ese es el trayecto trazado, el que fue diseñado por el comandante Chávez y que fue ampliamente debatido. Si se va a cambiar, habría que discutir el nuevo proyecto muy intensamente. En ese sentido, esa capacidad nuestra de realizar muchas actividades termina siendo una forma de llamar la atención del Estado para que ponga a las comunas como el centro de la política revolucionaria. Eso es lo que deben ser las comunas: el centro de la política revolucionaria.

 

-La corrupción es uno de los aspectos más negativos del proceso revolucionario, y se dice que ha afectado a todo el entramado, desde los niveles altos de la institucionalidad del gobierno hasta el Poder Popular. ¿En Altos de Lídice cómo se maneja este tema?

 

-A través de un equipo de contraloría comunal que está haciendo un trabajo de verdad admirable. Es un grupo de mujeres, como cosa rara (dice en forma irónica) que iniciaron un proceso experimental con la farmacia de la comuna. Es un sistema que hace ejercicio de contraloría todas las semanas, pero además hace otro cada mes. Eso permite verificar que los récipes que emitió cada doctor o doctora que trabaja en los consultorios de la comuna coinciden con la lista de medicamentos que ha salido de la farmacia. El propósito es que ningún medicamento salga de la farmacia sin una indicación médica. Eso dio muy buenos resultados con la farmacia y por eso ahora se lo vamos a aplicar a todos los procesos económicos de la comuna. Además estamos planteando este año llevar a cabo un formato de contraloría en línea y en tiempo real para que todas las transacciones que haga la comuna en términos económicos puedan ser vistos por cualquier integrante de la comuna. También podrá ver cómo está el patrimonio de la comuna de manera directa y en cualquier momento. Eso significa una transparencia plena, que todo el mundo vea cómo se mueve el dinero hasta el mínimo centavo. Eso es un logro importante para demostrar que el pueblo tiene todas las  condiciones para administrar el poder, no es necesario tutelarlo. Por el contrario, el pueblo puede darle ejemplo a la institucionalidad en este aspecto del manejo de recursos.

 

-Entiendo que el año pasado tuvieron una reunión con el presidente Maduro y que se aprobaron allí algunos recursos. ¿Cómo se ha desarrollado eso?

 

-Fue el 20 de agosto en la inauguración del terminal de pasajeros de La Guaira, en Catia La Mar. Nos aprobaron una cantidad importante de recursos para impulsar una empresa comunal de reciclaje. Fue un día muy importante para nosotros, la única oportunidad que hemos tenido de hablar con el presidente, de estrechar su mano, y además plantearle unos requerimientos concretos que él se comprometió a cumplir. Lamentablemente, más allá de eso no hemos tenido respuestas concretas de las personas a la cuales él les delegó esa responsabilidad. Nos resulta extraño que no se cumpla la palabra del presidente. Entendemos que eso pueda ocurrirles a directores de entes o ministros que pueden ser carcomidos por la burocracia… pero ¿cómo se explica que no se siga una orientación del presidente del país? Eso nos llamó la atención, peso seguimos esperando que los ministros que recibieron esas instrucciones las cumplan y así se haga vale la palabra que comprometió el presidente con los Altos de Lídice.

 

-¿A pesar de eso, los proyectos han seguido?

 

-Sí. ¡Nosotros cumplimos nuestra palabra, compadre! Le dijimos al presidente que le íbamos a demostrar que el Poder Popular podía administrar sus recursos y echar pa lante cualquier reto que se le pusiera el frente. Y esta semana se va a inaugurar la empresa de propiedad social directa Quinto Objetivo, que es la empresa de reciclaje y se va a lanzar un proyecto de reciclaje no solo para la comuna sino para toda La Pastora, incluyendo escuelas, liceos, hospitales. Se trata de revertir esa lógica de que el papel, el papel, el cartón, el plástico y los aparatos electrónicos son basura y nada más. Es darle una bofetada al capitalismo en lo que respecta a la obsolescencia programada y al contaminar por contaminar. Debemos entender que en la situación política en la que estamos debemos aprovechar los recursos al máximo y en esa basura que botamos hay muchas cosas que se pueden rescatar y reutilizar. Nosotros estamos cumpliendo con nuestra palabra. Ahora toca que las personas a las que el presidente encargó de esta tarea, cumplan con la palabra del presidente.

 

-En una entrevista previa decías que hay ciertas contradicciones entre las comunas y los comités locales de abastecimiento y producción, que de alguna forma se obstaculizan o se solapan sus funciones. ¿Eso se ha podido resolver?

 

-Poco a poco. Es un proceso que no debiera ser difícil, pero lamentablemente lo es. Cuesta entender a veces por qué los lineamientos que les dan a algunos compañeros y compañeras de estas estructuras (los CLAP) son contrarias al proyecto originario de la Revolución Bolivariana, que es el socialismo a través de las comunas, territorialmente hablando. Si los integrantes de los CLAP son básicamente militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela, el principal lineamiento debería ser integrarse a las Mesas de Alimentación de cada una de las comunas o consejos comunales. A veces cuesta que eso se haga porque (los integrantes de los CLAP) se ven como una estructura aparte de la organización comunitaria, como una estructura externa, aunque estén en el marco de un territorio en el que la gente votó para que se organizara la comuna. A veces cuesta que se integren a algunas dinámicas o que se integren a la dinámica cotidiana de la comuna. Nosotros vamos a hacer un gran esfuerzo para que los CLAP sean parte constante y perenne de nuestra Mesa de Alimentación y para que además ejerzan otro tipo de funciones, más allá de entregar el suplemento CLAP. Creemos que tienen mucha capacidad para ejecutar otro montón de acciones. Nuestra comuna es productiva inclusive en la agricultura urbana, quizá en nivel micro, pero lo es. Se supone que los CLAP deben ser puntales en el tema de la producción, más allá de la distribución. Es parte de los retos que tenemos este año. Que no se limiten a la entrega de las cajas, sino que se sumen a las tareas de ahorro comunal, a las tareas productivas, a la distribución de alimentos producidos por la comuna, a las tareas políticas dentro del Consejo Comunal. Son tareas que esos compañeros deben ejecutar porque no son foráneos al territorio, viven en él y responden políticamente a ese territorio.

 

-Una pregunta que seguramente se hace cualquier persona que trate de organizar una comuna: ¿Cómo lidiar o cómo conciliar con los liderazgos negativos que existen en las comunidades y que a veces ostentan hasta más poder que el mismo gobierno?

 

-Eso es lo más difícil del territorio: lidiar con los diferentes tipos de personalidades, con las miserias, con los egos, con la arrogancia. Es incluso a veces más difícil que solventar un problema de servicios públicos porque es complicado que todo el mundo esté contento con lo que se logra. Pero algo que nos ha resultado a nosotros es el enfoque: preguntarnos en qué nos vamos a concentrar para construir un logro en común. Nuestra comuna tiene ese tipo de dificultades. Existen diferentes tipos de personalidades con las cuales tenemos que encontrarnos, lidiar, entendernos y respetarnos. La fórmula ha sido el enfoque. Decidimos en qué nos vamos a centrar y no cambiamos a mitad de camino. Esos objetivos concretos deben ser realizables porque uno de los principales problemas que encontramos en los consejos comunales y las comunas es la idealización de las cosas. Idealizamos al Estado comunal, idealizamos las comunas, decimos que la comuna debe ser de esta o de aquella forma… sí, ¿pero cómo construimos eso, cuáles son los pasos, cuál es el objetivo uno, el más pequeñito? Si conseguimos el objetivo pequeño, luego podemos ir por el mediano y después por el grande. Si queremos ir directamente por el grande es cuando vienen las frustraciones y es allí cuando se aprovechan los liderazgos negativos para impulsar algo que es muy evidente en nuestro territorio, que es el reformismo. Es cuando te dicen que el Estado comunal o “eso que planteó Chávez” no funcionó. Eso lo dicen hasta algunos gobernadores. Y dicen que hay que darle el chance a la empresa privada a ver qué nos plantea… algo que ya nos planteó durante años y años, que es el capitalismo neoliberal. Nosotros podemos equivocarnos muchas veces, pero ese es el camino. No hay otro.

 

-¿Y qué pasa con los liderazgos más negativos todavía, que son los de las organizaciones criminales que también operan en los barrios con un poder real?

 

-Bueno, los Altos de Lídice era conocido, antes de ser comuna, como uno de los sectores más peligroso de Caracas. De los Altos de Lídice solo se hablaba por dos cosas: drogas y motopiruetas. Era el lugar por excelencia de las motopiruetas y el lugar donde se expendía mayor cantidad de droga en toda La Pastora. No vamos a decir que fue la comuna la que cambió eso. Lo cambió Chávez. De una  u otra manera, quizá por el trabajo social que se hizo, se ha logrado que ya Altos de Lídice no sea el lugar de la droga ni de las motopiruetas, que no son malas, pero a la gente no les gustaban mucho. No vamos a mentir: claro que en Altos de Lídice hay muchachos que quizá no han tomado el mejor camino, y en la comuna hacemos lo posible para que ellos vean que el camino que estamos construyendo conduce a soluciones, a que el barrio esté en paz. Decimos que la paz no es algo que nos estorbe, sino que nos agrada muchísimo y queremos mantenerla. Esos muchachos tienen cabida en la comuna para transformarse espiritualmente y para que ayuden a transformar el lugar donde viven. Honestamente nos falta mucho construir programas para abordar esas situaciones, pero insistimos en que la violencia de bandas armadas en Altos de Lídice desapareció desde hace muchísimo rato. Anteriormente, donde ahora hay consejos comunales, había territorios de bandas y no podías pasar de un territorio a otro porque te mataban. También era común que te robarán los zapatos, sobre todo en los años 90, que era toda una moda…

 

-¿Cómo ha sido tu proceso de formación revolucionaria, tomando en cuenta que eres muy joven y cuando esto comenzó eras apenas un niño?

 

-Ha habido dos factores: mis padres y Chávez. Mis padres fueron admiradores de Chávez desde 1992, cuando se dio aquel golpe. Pienso que cualquier persona que se anime a construir procesos políticos dentro de la revolución, sí o sí debe tener un hogar que le procure las posibilidades. En mi hogar tampoco es que eran unos ñángaras… Era una familia normal, de un gandolero y un ama de casa, pero ambos se preocuparon porque estudiara y leyera mucho, lo que yo quisiera, pero que leyera. Luego conocí a Chávez. Ellos, de una manera u otra me orientaron a que él era un tipo bueno. No es que tenía que ser chavista porque sí, pero me dieron algunas orientaciones para que yo viera a Chávez como modelo. Ojo: eso no ocurrió hasta que llegué a la universidad. En mi adolescencia era un rebelde anarquista que no quería nada con el Estado y decía que no iba a llegar ningún líder que salvara al país. Típico de adolescente. Pero en la universidad comencé a entender procesos y a militar en una organización que llevaba por nombre Antimantuanos. Luego vino JPSUV, el PSUV y después la comuna.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)