La petrolera rusa anunció este sábado en un comunicado la venta de todos sus activos y su participación en explotaciones en el país sudamericano a una compañía propiedad exclusiva del gobierno ruso.

 

A cambio, la empresa, que tiene tanto capital público como privado, recibirá un 9,6% de sus acciones actualmente en manos del estado ruso.

 

La decisión supone, a priori, el fin de todas las actividades en territorio venezolano de una compañía que se ha convertido a lo largo de los años en una pieza clave en la batalla geopolítica que Estados Unidos y Rusia libran en torno a Venezuela.

 

Washington sancionó el pasado febrero a la filial Rosneft Trading después de que Rosneft ignorara durante meses las sanciones previas a PDVSA, la petrolera estatal venezolana, y siguiera exportando crudo extraído en Venezuela.

 

El gobierno de Vladimir Putin, accionista mayoritario de Rosneft a través de una sociedad estatal, es, junto a China, el principal apoyo internacional de Nicolás Maduro.

 

Estados Unidos, en cambio, considera a Maduro un «dictador» y lleva años aplicando una política de sanciones y presión que busca forzar su salida del poder. En enero de 2019 reconoció al líder opositor, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela, un paso seguido después por la mayoría de países de la Unión Europea y América Latina.

 

Este jueves, el fiscal general de Estados Unidos anunció la acusación formal en tribunales de su país de Nicolás Maduro por delitos de narcotráfico, lavado de dinero y tenencia de armas. Washington ofrece una recompensa de US$15.000.000 por quien facilite la detención de Maduro y otros altos dirigentes chavistas.

 

Qué es Rosneft y por qué es importante

 

Rosneft es una compañía petrolera propiedad en su mayor parte del Estado ruso, que la cataloga como una de sus «empresas estratégicas».

 

Su director ejecutivo es Igor Sechin, al que se considera uno de los dirigentes de máxima confianza de Vladimir Putin, una muestra de la importancia que la firma tiene para el presidente ruso.

 

Rosneft estaba presente en Venezuela ya en los tiempos en los que Hugo Chávez era presidente.

 

Y al contrario que otras compañías energéticas extranjeras, que fueron expropiadas o abandonaron el país por decisión propia, mantuvo su actividad y sus inversiones incluso ante el desplome de la producción petrolera venezolana de los últimos años.

 

La presencia de la compañía ha sido, junto a la cooperación militar y la venta de armamento y sistemas de defensa, uno de los elementos más visibles de la política de apoyo a Maduro aplicada por el Kremlin.

 

Hasta ahora, Rosneft había jugado un papel clave en la explotación y distribución del crudo en algunos de los campos más importantes del país, como Petromonagas, Boquerón, Petrojunín y Petrovictoria, en los que opera en colaboración con PDVSA.

 

Qué significa exactamente el anuncio

 

En el comunicado en que anunció su decisión, Rosneft informó que se toma en beneficio de sus accionistas.

 

Pero persisten las dudas sobre el alcance real de su anunciada retirada de Venezuela y cómo se concretará.

 

El anuncio de la venta de sus activos en Venezuela a otra compañía, esta propiedad exclusiva del Estado ruso, hace pensar que la apuesta del Kremlin por Maduro se mantiene, aunque ahora vaya a tener otra apariencia.

 

Francisco Monaldi, experto en Política Energética en América Latina en el centro de análisis Baker Institute, cree que «esto permite a Rusia seguir ayudando a Venezuela y al mismo tiempo dejar a Rosneft fuera y limitar el coste de las sanciones».

 

Una fuente conocedora del sector petrolero venezolano que pidió no ser identificada le dijo a BBC Mundo que «las sanciones contra Rosneft Trading estaban haciendo que los rusos no le pudieran vender a muchos de sus clientes habituales, que se veían en riesgo de ser sancionados también, y además los bancos no iban a tramitar los pagos».

 

A los años de deterioro de PDVSA, la caída sostenida de la producción y el impacto de las sanciones, se suma ahora el de la crisis económica mundial provocada por la pandemia de covid-19, que ha hecho caer el precio del barril de petróleo por debajo de los US$30, por debajo incluso de sus costes de producción, según admitió el propio Maduro en una reciente alocución televisada.

 

La fuente consultada indica que «con los precios del crudo tan bajos, mantener un activo tan tóxico como es Venezuela ahora mismo podía hacer que a los accionistas privados de Rosneft empezara a salirles muy caro continuar en el país«.

 

La compañía estatal rusa Rosneft cierra en Venezuela.

 

Pero su relevo lo tomará otra empresa aún más estatal.

 

Falta conocer muchos detalles para interpretar la intención real de este inesperado movimiento empresarial, aparte de las muchas dudas que hay sobre su legalidad y viabilidad técnica.

 

Pero lo que estaba cada vez más claro es que lo del petróleo en Venezuela se había convertido hacía tiempo más en una cuestión política que en un negocio.

 

Con los precios del crudo tan bajos y la producción a punto de paralizarse por el colapso de las exportaciones, más que de ganar dinero, para Rusia se trata de conservar su presencia e influencia.

 

Sea la que sea la empresa estatal rusa que suceda a Rosneft, no hay visos de que eso vaya a cambiar a corto plazo.

 

(BBC)